_
_
_
_
_
la repatriación de tinduf

Cooperantes frente al miedo

Un centenar de españoles trabajan en labores humanitarias en el inestable Sahel Algunas ONG regresan mañana a Tinduf tras desoír a Exteriores

Elsa García de Blas
La cooperante Samantha Sarriá (derecha) en un campamento en Mauritania.
La cooperante Samantha Sarriá (derecha) en un campamento en Mauritania.

Mantén la calma. Te van a secuestrar, no puedes evitarlo. No hagas movimientos extraños, una reacción violenta o una resistencia demasiado activa puede provocar que te peguen un tiro. No les mires a los ojos. Transige ante sus demandas. Diles que les respetas como a las personas a las que ayudas en tu trabajo humanitario, pero no mantengas grandes diálogos con ellos. Recuerda: tu objetivo prioritario es sobrevivir.

La mayoría de los cooperantes que trabajan en zonas conflictivas conocen estas y otras recomendaciones a seguir si sufren un secuestro. La ONU imparte cursos de formación basados en la experiencia de otros trabajadores humanitarios que fueron capturados y han podido contarlo. “No vamos de pardillos”, se queja Jesús Martín, cooperante de 58 años de la ONG vasca Mundubat, que volvió a España el 28 de julio procedente de los campamentos saharauis de Tinduf (Argelia) en la repatriación urgente ordenada por el Gobierno ante los “indicios de un secuestro inminente”, como aseguró el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo. La medida ha soliviantado a las ONG que trabajan en la zona, que han desoído a Exteriores y regresan al Sáhara mañana. Las organizaciones rechazan que exista un problema de inseguridad, y en todo caso recuerdan que España y otros países occidentales mantienen cooperantes en el Sahel, e incluso en la “plataforma terrorista” de Malí, en palabras del ministro.

Fuente: Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y elaboración propia.
Fuente: Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y elaboración propia.EL PAÍS

Un centenar de españoles —según los datos provisionales de Exteriores— trabaja en labores humanitarias en el cinturón que divide las arenas del Sáhara y las selvas tropicales africanas, en el inestable Sahel, que sufre además una emergencia humanitaria en forma de feroz hambruna. Ocho cooperantes españoles han sido secuestrados en la zona en los últimos dos años; Blanca Thiebaut y Montserrat Serra, de Médicos sin Fronteras, aún no han sido liberadas. El peligro existe. Pero hay muchos dispuestos a asumirlo.

Ocho cooperantes españoles han sido secuestrados en la zona en los dos últimos años

Samantha Sarriá es la touba. La blanca, o la que viene del frío. Así la llaman en Kaédi, una ciudad de aproximadamente 60.000 habitantes en el sur de Mauritania donde trabaja desde el pasado abril. Es la única mujer española —y occidental— que vive sola. En el equipo en Mauritania de su organización, Acción contra el Hambre, no hay más expatriados desplazados. No lo esconden: prefieren trabajar con población local, porque los occidentales son un objetivo. Demasiado blancos, demasiado visibles. Pero ella está allí.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Samantha —zaragozana, de 36 años— se ha acostumbrado a seguir en Mauritania unas rigurosas medidas de seguridad. Tres guardianes vigilan día y noche el bloque de apartamentos en el que vive. Tiene dos chóferes, su coche lleva un geolocalizador, siempre tiene que ir acompañada y cada vez que sale “al terreno” debe avisar con 48 horas de antelación: “Si no he vuelto a las seis de la tarde, saben que algo ha ido mal”, explica por teléfono desde su apartamento en Kaédi. Se mueve solo de seis de la mañana a seis de la tarde, del amanecer al atardecer.

“Si no he vuelto a las seis de la tarde, saben que algo ha ido mal”, explica Samantha Sarriá, cooperante en Mauritania

En Mauritania no ha tenido aún ningún susto. Pero en su larga experiencia como cooperante (lleva una década en misiones desde Kosovo hasta Darfur, incluyendo Malí) se ha salvado de unas cuantas situaciones complicadas. La peor la vivió en Darfur, en 2007. “Un grupo atacó a punta de pistola el convoy en el que íbamos. Nos robaron dos de los seis coches y negociamos para que no se llevaran también a los conductores”. No les hicieron daño. “Luego fui consciente de lo que de verdad podía haberme pasado”, relata.

Con el tiempo, ha aprendido lo importante que es estar bien integrado en la comunidad. “La población te previene de que algo puede pasar”. Le ocurrió en Malí. A uno de sus chóferes le aconsejaron en el mercado que “la blanca” estuviera tranquila unos días. Ella siguió el consejo: “Mantienes un perfil bajo, con más trabajo de oficina que de terreno”. Poco después de aquel aviso un ciudadano francés fue secuestrado.

Desarrollas una especie de sexto sentido, una sensibilidad especial hacia una posible agresión Jesús Martín, cooperante en los campamentos saharauis

“Se desarrolla una especie de sexto sentido, una sensibilidad especial hacia una posible agresión”, apunta Jesús Martín, cooperante de Mundubat. “Los que van a atacarte saben también oler tu miedo. Todo es muy animal”, indica. ¿Y por qué arriesgan su vida? ¿Son temerarios, imprudentes? “Hay una serie de gente que padece injusticias y mi moral me dice que soy un privilegiado por poner mi granito de arena en contribuir a su bienestar”, asegura Jesús, que concluye: “Pero no tengo ninguna gana de inmolarme, todos queremos vivir muchos años”.

Más información
Exteriores y los cooperantes en Tinduf harán un plan de seguridad
Exteriores repatría por sorpresa a los cooperantes españoles en Tinduf
Exteriores comienza a elaborar un censo de cooperantes
“El Gobierno me advirtió: ‘Si te secuestran, no pagamos el rescate”
Las ONG y el Polisario achacan la repatriación a intereses políticos

“La cooperación y la acción humanitaria tienen un riesgo implícito que tienes que aceptar, es como ser bombero o policía”, añade David Noguera, coordinador de Emergencias de Médicos sin Fronteras. El trabajo de las ONG, explica, se ha complicado desde hace una década por una “contaminación” del concepto de humanitario, que tuvo su paradigma en la intervención bélica en Afganistán, donde se vendió a las ONG como parte de aquella acción internacional.

Ahora es más complicado que la población entienda que son independientes. Pero el terrorismo no es el peor riesgo al que se enfrentan: la primera causa de mortalidad entre quienes participan en labores humanitarias, asegura Noguera, son los accidentes de coche. Con riesgos o sin ellos, los cooperantes seguirán estando allí. Samantha es contundente: “La pasión que siento por esto es más fuerte que el miedo”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_