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CATEDRÁTICOS DE LO PÚBLICO | Miquel Roca

“En el camino nos hemos dejado los valores”

Con toda una vida dedicada a la cosa pública, habla ahora desde su despacho de abogados Analiza la crisis y la acción política del presente con las claves y la experiencia del pasado

Patricia Ortega Dolz
Miquel Roca en su despacho de Barcelona el pasado 1 de agosto con un ejemplar de la Constitución.
Miquel Roca en su despacho de Barcelona el pasado 1 de agosto con un ejemplar de la Constitución.JOAN SÁNCHEZ

Si fuese un color sería el rojo. Se define como “un hombre apasionado con la vida”. Si fuese una música sonaría a jazz, una entretenida conversación entre instrumentos cuya única garantía es que llegarán, de algún modo, a un acuerdo melódico. Él es un pactista nato. Si fuese un número, estaría entre el cinco y el ocho. Es un centrista convencido. Si fuese una emoción, sería el entusiasmo. No es capaz de dejar de intentar nada, aunque fracase como aquel Partido Reformista que sigue empeñado en defender. Y si fuese una pieza artística podría ser un cuadro “impresionista”, como califica la época que le ha tocado vivir, o una tragedia griega, donde podría jugar varios papeles como miembro del coro, ya que tiene fama de estar en todos los foros donde se deciden cosas importantes. Miquel Roca (Cauderan, Francia, 1940) es un humanista disfrazado de político, o quizá al revés.

Este hombre, nacido en el exilio hace 72 años, habla ahora, en plena crisis (“de valores, de proyecto y de modelos”), de “la poesía del IVA” —porque “sus consecuencias pueden ser emocionantes”—, de la lírica y la épica que necesitan las cuestiones más prosaicas de una democracia que “debería estar cargada de sentimientos”, y de sus colores frente al gris de la dictadura. Habla quien un día dejó a cuatro críos en su casa con Ana María Sagarra, su mujer, para dedicarse a la cosa pública y, cuando volvió, había también niños, pero eran ya sus nietos. Y luego asegura que la gran obligación del político es “ponerle música a la prosa austera” porque “no se hace política sin emoción”.

Hoy se resiste a abrazar un ejemplar de la Constitución, su hija política más preciada, porque dice que ha perdido precisamente eso, “la música”, que ya no suena de la manera en que sonaba cuando la redactaron a conciencia, él y los otros seis padres de la Carta Magna (Gabriel Cisneros, Manuel Fraga, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñon, Gregorio Peces-Barba, José Pedro Pérez-Llorca y Jordi Solé Tura), en aquel Parador de Gredos allá por 1978.

La Transición no ha acabado. La situación actual no tiene salida sin grandes pactos”

“Ha sido despojada de la sensibilidad con que se hizo y se ha quedado limitada a un frío texto”, justifica. “Nos hemos dejado en el camino el valor de la libertad, el valor de la paz, y hemos acabado queriendo ganar en los juzgados lo que no se ganaba en las urnas. Pero quien diga que esto no ha cambiado mucho o es un inculto o es un demagogo o es un irresponsable. ¿Dónde están todos esos valientes que hoy critican la Transición? No se ha acabado, seguimos transitando siempre”. Roca está persuadido de que un nuevo rumbo solo puede venir propiciado por “la complicidad entre políticos e intelectuales”.

A pesar de que su apellido suene a terco, la vida y el pensamiento de Miquel Roca solo se entienden bajo el paraguas de una palabra: pacto. “La situación actual no tiene salida sin grandes pactos”, asegura. Ese es, según dice, su punto débil y su punto fuerte al mismo tiempo. “Puede que alguna vez me haya pasado en mi afán por el acuerdo para avanzar”, comenta, aunque no le sirvió con “el gran estadista” Jordi Pujol, que le paró los pies en Convergència i Unió (CiU).

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Los alemanes nos hicieron pasar dos guerras. ¡Que no nos den lecciones!”

Su nacimiento, cuando ya no se le esperaba (es el séptimo de siete hermanos con siete años de diferencia con el anterior), le convirtió en “el pequeño” de la casa. Y, en atención a ese “pequeño”, la familia “no se peleaba”, “se miraba hacia adelante”… Su presencia, desde su más tierno origen, fue garantía de acuerdo, ya en un seno familiar muy politizado (su padre fue fundador de Unión Democrática de Cataluña, UDC). Quizá por eso se describe como “un pactista genético”.

Hoy, en su flamante y poderoso despacho de abogados (Roca Junyent) en el centro de Barcelona, retirado de la escena pública aunque sin dejar de irradiar su influencia, presume de mantener buenas relaciones de amistad con muchos de los que fueron adversarios políticos: “Siguen viniendo a casa, siempre hubo complicidad política”. Y recuerda la mano en el hombro que le puso Blas Piñar el día que se aprobó el Estatuto de Cataluña: “Me alegro, porque sé que para ti significa mucho”, dice que le dijo el ultraderechista tras votar en contra. “La democracia, es sobre todo, una actitud vital, aprender a ponernos los límites de nuestro derecho. Esta es la gran asignatura pendiente de España”, afirma Roca.

Europeísta hasta la médula y con una chulería no disimulada (“pa chulo, el menda”, suelta mientras posa para la foto), no se corta en decir: “Hemos de hablarle duramente a los alemanes y recordarles la historia, sin que se ofendan: nos hicieron pasar dos guerras mundiales que destrozaron Europa y el Mediterráneo fue solidario con ellos. ¡Que no nos den lecciones ahora! Europa es nuestra gran oportunidad”. Encantado de haberse conocido, sí, no olvida algo con lo que concluye esta entrevista: “Uno se examina cada día”.

Aquí y ahora

» Memoria histórica. "Se pactó mirar hacia atrás solo para no volver a repetir los mismos errores de antes".

» La crisis. "La económica pasará, pero la política será larga".

» La democracia. "Es honestidad, respeto y voluntad de entendimiento".

» El terrorismo. "La condena de Barrionuevo y Vera fue el principio del fin de una manera de hacer política. Todos, todos, sabíamos lo que estaba pasando".

» El desencanto social. "Yo estoy cabreado. ¡Deme usted una ilusión! Para devolver el entusiasmo hay que abandonar el pesimismo y el victimismo e incorporar un proyecto de futuro. No es cierto que nuestros hijos vayan a vivir peor, los de la posguerra lo tuvieron más crudo".

» Zapatero. "Tenía buena fe".

» Rajoy. "Nos conviene darle ánimos".

» Europa. "Es nuestra oportunidad".

» El aborto. "Es un tema obsoleto. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".

» La eutanasia. "Gran debate futuro".

» El matrimonio gay. "Perfecto".

» La sociedad. "Está adormecida, falta coraje intelectual. La crítica es muchas veces el refugio de la pobreza intelectual. Los políticos son un reflejo de la sociedad de su tiempo, no lo olvidemos".

» La investigación con células madre. "Hay que investigar y avanzar".

» Las nuevas tecnologías. "Frenar la ciencia no es una alternativa".

» Dios. "Hice una Constitución para que nadie me pudiera preguntar por eso".

» España. "Es una gran idea y un gran proyecto histórico que tiene que resolver si acepta y garantiza su propia diversidad".

» La propuesta. "Que el voto en blanco tenga representación parlamentaria, que el desengaño se visibilice con un montón de escaños vacíos que, además, les obliguen a pactar".

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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