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“España tiene una salida (Barajas)”

Mongolia, una revista satírica de crítica social y política desafía a la crisis y triunfa en papel La publicación tiene una tirada de 40.000 ejemplares y 1.000 suscriptores con cinco meses de vida Hay espacio también para la información seria, su referencia es 'Le Canard Enchaîné'

Elsa García de Blas
Eduardo Bravo, Gonzalo Boye y Eduardo Galán, de la revista Mongolia.
Eduardo Bravo, Gonzalo Boye y Eduardo Galán, de la revista Mongolia.SANTI BURGOS

“El Rey podría violarte”. Así, tal cual. En cuerpo de letra 70, en negro sobre blanco y ocupando casi toda la portada. Entre paréntesis: “Y no le pasaría nada porque el artículo 56.3 de la Constitución lo declara inimputable”. Y un poco más abajo: “También podría robarle el bolso a una vieja, mearse en la calle, robar un libro en el Corte Inglés, presidir el Instituto Noós, bajarse música de Megaupload, montar un Megaupload...100 cosas que el Rey puede hacer y tú no”. Dado el precedente de El Jueves y su portada secuestrada por caricaturizar a los Príncipes de Asturias en pleno acto sexual, en la esquina superior derecha se advierte: “¡Segunda edición! Para secuestrar”. Es el segundo número de la revista Mongolia, autodefinida como “revista satírica sin mensaje alguno”, que desafía a la crisis en general y a la de los medios de comunicación en particular y sale en formato periódico y ¡solo! en papel para echarle humor al asunto, ya que está tan negro. Cinco números después de su nacimiento, este pasado mes de marzo (son mensuales), tiran 40.000 ejemplares y suman 1.000 suscriptores. Si se suscribe, por cierto, recibirá de regalo un falso pasaporte que en realidad es una libreta. Su primera portada aventuraba: “España tiene una salida (Barajas)”.

Portada de la revista Mongolia.
Portada de la revista Mongolia.

“Mongolia abordará las noticias que otros medios silencian porque para nosotros, la profesionalidad, la veracidad de las fuentes y la información contrastada son valores que no forman parte de nuestra filosofía”. Con esa declaración tan antiperiodística se presentaron a los lectores en el “edictorial” del primer número, en el que también avanzaban: “No somos ni de izquierdas ni de derechas. Repetimos: no somos de derechas”. Pero le dan a todo. A Zapatero, por ejemplo, le sacan vestido de agricultor cuidando de un secarral y viendo “claros signos de reactivación” en su huerto, y se atreven a dibujar al Papa leyendo el Mein Kampf de Hitler y diciendo: “¡Este libro es increíble! ¡Hay que traducirlo al Latín!”.

Aunque tienen personajes fetiche –ahora mismo es el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón (“Gallardón cree que la vida comienza en el cigarrillo de después” es uno de sus últimos tuits)– la actualidad les está ofreciendo muchos “secundarios de lujo”, como la diputada Andrea Fabra o el expresidente del Tribunal Supremo, Carlos Dívar. Otro titular: “Dívar afirma que estuvo en las Torres Gemelas en enero de 2012”. El blanco de sus burlas son los grupos de poder: en la política, la religión o la economía. Pura crítica social.

No somos ni de izquierdas ni de derechas. Repetimos: no somos de derechas

No es fácil entrevistar al staff de Mongolia en serio. Osado reto este porque el equipo de la revista se afana en reírse de todo (Así, no hubo forma de arrancarles una explicación que sonara a cierta de por qué se llaman Mongolia). En el intento, el editor Gonzalo Boye, de 47 años, abogado penalista de profesión, y los responsables del humor, Eduardo Galán, de 31, y Eduardo Bravo, de 38, que se presentan como escritores, cuentan que su propósito ha sido retomar la tradición satírica de la Transición con publicaciones como Hermano Lobo, La Codorniz o El Papus, y romper con el “exceso de corrección y miedo” que se ha instalado en la sociedad española.

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Pero además de su espíritu lúdico, Mongolia es también una revista de información seria y veraz que aspira a ganarse un espacio de referencia tomando como modelo lo que Le Canard Enchaîné ha conseguido en Francia. Reality News se llama el espacio de la publicación para las noticias de verdad. “A partir de aquí, si se ríe, es cosa suya”, advierten. En esas páginas, varios periodistas colaboradores escriben, por ejemplo, un reportaje sobre Ignacio Peláez, “el abogado que acabó con Baltasar Garzón”, en el que explican que el exfiscal que se enfrentó al juez por el caso Pinochet en los años noventa ha acumulado una extensa hoja de servicios de tretas a favor de presuntos corruptos; o cuentan que el ministro de Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, “siempre podría inhibirse”, porque es el miembro del Gobierno que más intereses tiene en los asuntos de su departamento.

Portada del primer número de la revista Mongolia.
Portada del primer número de la revista Mongolia.

¿Y por qué ir a contracorriente y apostar por el papel? Boye se descuelga: “¿Tú has visto la autopsia del papel? Todo el mundo da su certificado de defunción pero nadie ha visto la autopsia”. Después apuntan que una página web necesita programación y, cuanto más éxito tiene, más espacio de servidor necesita, que obliga a estar continuamente actualizando y a tener gente trabajando todo el día y que es más difícil de monetarizar la inversión publicitaria, a diferencia del papel...En definitiva, que era menos rentable la apuesta por lo digital, al contrario de lo que podría parecer.

El proyecto, cuyo núcleo duro son solo seis personas, lo ha financiado un “grupo amplio de accionistas” que no ha aportado en singular más de 3.000 euros. Ninguno es un banco, prometen, porque han buscado mantener la independencia. Y en los seis primeros meses nadie cobra un duro: trabajan en Mongolia cuando termina la jornada laboral en sus otros empleos. La sede de la revista es el despacho de abogados de Boye en el madrileño barrio de La Guindalera, muy cerca de la plaza de toros de Las Ventas. “En estos tiempos aciagos para el periodismo la autogestión es una salida”, proclaman. Y económicamente dicen que han superado sus expectativas. El siguiente paso es convertirse en quincenales.

Gallardón cree que la vida comienza en el cigarrillo de después

No busque sus firmas, tampoco en la parte de hard news. La explicación la dan en sus páginas: “En tiempos tan convulsos hemos decidido arrimarnos a The Economist y asumir su modelo, con la esperanza de que los mercados entiendan que seguimos la estela de su Biblia y nos dejen fuera de su ira y sus turbulencias”. Y fíjese en las contraportadas, porque está tan pensadas como las portadas. La del número uno era un recortable de un cuadro de Francisco Camps. Debajo pone: “Mongolia le obsequia en exclusiva con esta colección de Grandes Hombres de Estado. Recorte la imagen, móntela en un soporte rígido y arme su colección privada de personalidades”. En el número dos el protagonista fue el ministro de Industria, José Manuel Soria, a cuenta de la expropiación de YPF en Argentina. Con la rodilla apoyada en el suelo y un traje rayado, sostiene un cartel con los brazos en alto. En él se puede leer: “¡Devolvednos vuestro petróleo!”.

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Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.

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