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El español que eludió el juicio a Mubarak

Husein Salem, acusado de estafar 2.000 millones a Egipto gracias a su amistad con el ‘rais’, vive rodeado de lujo en Madrid mientras España decide si lo extradita

Es la persona más rica con la que la Brigada de Blanqueo de capitales de la policía se ha encontrado nunca. Dos transferencias sospechosas por un total de 17 millones de euros a cuentas de Bankinter condujeron a la policía hasta él en junio de 2011. Fue entonces cuando se detuvo al multimillonario empresario egipcio Husein Salem, de 78 años, por un presunto delito de blanqueo. Cuando los agentes registraron su domicilio, una imponente mansión con jardines y piscina en la lujosa urbanización de La Moraleja (Madrid), encontraron una caja fuerte del tamaño de una máquina tragaperras. Tenía dentro 300.000 euros. Pero lo que realmente le importaba a Salem, según recuerda un agente, eran los documentos que allí guardaba: contratos y títulos de propiedad de todo lo que posee, fundamentalmente en Egipto, donde ha amasado una inmensa fortuna —que la policía calcula que asciende a más de 2.500 millones de euros— a la sombra de su amigo Hosni Mubarak, el expresidente egipcio recién condenado a cadena perpetua por la matanza de 850 manifestantes durante la primavera árabe.

En Egipto, a Salem se le buscaba por cohecho, blanqueo, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias. Pero nada más ser detenido, mostró su pasaporte español: había adquirido la nacionalidad en 2008 después de estar inscrito como residente en el consulado de Madrid desde 1985. Y no quería ni quiere, bajo ningún concepto, ser extraditado a su país de origen.

El Constitucional ha parado su entrega mientras estudia su recurso de amparo

El arresto se produjo el 14 de junio de 2011, un mes y medio antes de iniciarse el juicio contra Mubarak, forzado a dimitir el 10 de febrero de ese año tras 18 días de protestas en El Cairo. Al rais se le juzgaba por el asesinato de 850 manifestantes, pero también por otras acusaciones de corrupción. Por estos delitos, también Salem debía sentarse en el banquillo junto al expresidente, los dos hijos de este —Gamal y Alaa— y el exministro del Interior Habib el Adly, entre otros.

El empresario hispanoegipcio estaba acusado de cohecho y tráfico de influencias por sobornar al expresidente con cinco lujosas villas para él y sus hijos en el famoso balneario de Sharm El Sheij, a orillas del Mar Rojo, valoradas en más de cinco millones de euros. A cambio, Mubarak le habría regalado más de dos millones de metros cuadrados de terreno en la zona más exclusiva de esa misma ciudad para construir una de sus suntuarias urbanizaciones. El pasado 2 de junio, el mismo tribunal que condenó a Mubarak a cadena perpetua por asesinato, absolvió (en ausencia) a Salem porque sus delitos habían prescrito.

El clan tiene dos casas en La Moraleja valoradas en siete millones
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El millonario, al que los blogueros egipcios apodan “El Padrino de Sharm El Sheij”, salió airoso del presunto pelotazo en el Mar Rojo, pero todavía están bajo investigación sus supuestas maniobras con el expresidente para obtener a dedo un millonario contrato de suministro de gas a Israel. Además, el pasado marzo fue condenado (siempre en ausencia) a 15 años de cárcel por otra operación urbanística —la compra de unos terrenos en Bayadeya, una isla del Nilo declarada parque natural— que logró adquirir gracias a sus gestiones con el ex primer ministro Atef Ebeid, sentenciado junto a él. Y en octubre de 2011 la justicia egipcia le impuso siete años de prisión por el blanqueo de 1.600 millones de euros procedentes de su negocio del gas. Esta última sentencia le obliga a pagar una indemnización de 3.200 millones de euros. Así que Egipto sigue reclamándolo.

Salem vio en Madrid las imágenes del juicio a su expresidente y valedor, al que él también estaba citado. El empresario se marchó de Egipto el 29 de enero, solo 12 días antes de la dimisión de Mubarak, y se refugió en su palacete madrileño. Desde su arresto, trata de evitar a toda costa su extradición y, hasta ahora, lo ha conseguido. La Audiencia Nacional autorizó su traslado para ser juzgado en Egipto al entender que utilizaba fraudulentamente su nacionalidad española, pero la semana pasada el Tribunal Constitucional suspendió la medida hasta que se resuelva el recurso de amparo que ha presentado. Mientras, el empresario acude cada mañana a comisaría para firmar y sigue residiendo en su mansión madrileña.

Se niega a ser entregado: "Soy español, como mis hijos y mis nietos"

¿Qué hace el hombre más rico de Egipto con un pasaporte español? “Es un hombre con muchísimas raíces en este país, que lleva viviendo aquí muchos años”, asegura uno de sus empleados. “Sus hijos viven también en Madrid, y llevan a sus niños aquí al colegio. Él ha viajado mucho por España. Le encanta. Y no ha hecho más negocios aquí porque él quería llevar riqueza a su país, a Egipto, para desarrollarlo. Siempre me hablaba de las necesidades de su pueblo”. Añade que Salem —que ha declinado, al igual que sus hijos, hacer declaraciones a EL PAÍS— es un trabajador infatigable, extremadamente hábil con los negocios y que su inmensa fortuna se debe solo a su capacidad. “He leído y escuchado barbaridades en los últimos meses sobre el señor Salem, pero yo llevo con él 32 años y les digo que nada de eso es cierto. Nunca le he oído, por ejemplo, hablar de Mubarak”.

Sus dos hijos, Jaled y Magda, también reclamados por Egipto, tienen la nacionalidad española desde 1998 y 1997, respectivamente, y viven también en La Moraleja, en dos casas vecinas propiedad de la familia, adquiridas en 1990 y 2001, que la policía valora en siete millones de euros. Solo en España posee además otros siete inmuebles en Marbella valorados por la policía en más de tres millones de euros y varios coches de lujo.

Por ahora, el único tribunal ante el que Salem ha respondido es la Audiencia Nacional. Tras su arresto, se abrieron dos procesos en ese órgano. El primero es una causa por blanqueo de capitales, que investiga el juez de instrucción Pablo Ruz, sobre la base de las dos transferencias por un importe total de 17 millones de euros, recibidas por Salem y su hijo Jaled y realizadas por Salem Ali Evsen, un empresario turco vinculado a Salem, que también fue detenido en junio de 2011. La Brigada de Blanqueo de capitales de la Unidad de Delitos Económicos y Financieros (UDEF), encargada del caso, sospecha que esa cantidad, que los Salem justifican como un préstamo —a 12 años e interés cero—, no es más que una forma de blanquear dinero. Los agentes creen que Evsen no es un prestamista, como mantiene la familia, sino su testaferro.

Salem, tras su detención en España, salió de prisión tras pagar una fianza de 1,2 millones de euros. Ali Evsen pagó cinco millones y Jaled Salem, 600.000 euros.

En paralelo a esta investigación, la Audiencia abrió al empresario egipcio y sus hijos un proceso de extradición en virtud de una orden de detención internacional cursada por Egipto a través de Interpol. Porque además del cohecho hacia Mubarak y sus hijos —del que Salem fue absuelto— y de las condenas por blanqueo y sobornos a 7 y 15 años de cárcel, está incurso en otro caso en su país de origen también basado en la influencia que le daba su estrecha relación con el rais.

Una empresa controlada por Salem, East Mediterranean Gas (EMG) —cuyos accionistas eran él mismo (65%), el hombre de negocios israelí Yossi Mieman (15%) y el Instituto Egipcio del Petróleo (10%)— fue la adjudicataria, a dedo, en 2005, de lo que los cables del Departamento de Estado de EE UU revelados por Wikileaks en 2010 calificaron como “el contrato de gas más lucrativo jamás firmado por Egipto”. El acuerdo daba en exclusividad a Salem la exportación de ese hidrocarburo a Israel durante 15 años ampliables a otros cinco mediante un gasoducto que unía ambos países desde la península del Sinaí.

EMG, según la fiscalía egipcia, obtenía el gas a precios inferiores a los de mercado —algunos testigos aseguraron que eran incluso menores que los costos de producción— que, además, se mantuvieron fijos durante toda la vigencia del contrato. Salem obtuvo así unos beneficios de nada menos que 1.600 millones de euros, según los investigadores, que lo acusan por ello de cohecho, malversación y tráfico de influencias. El empresario vendió sus participaciones de EMG en 2008: el 45% a un empresario tailandés por 360 millones de euros y el 55% restante a su amigo y supuesto testaferro Ali Evsen.

El amigo y compañero de negocios de Mubarak lo negó todo durante su juicio de extradición en la Audiencia, el pasado 9 de febrero. Salem, muy deteriorado por sus problemas de corazón y con una operación pendiente en la columna vertebral, rechazó que saliera huyendo de Egipto —país cuyos intereses defiende en España el despacho Pérez Llorca— ante la previsible caída del presidente durante la revolución. “Me fui de Egipto porque soy español, con la intención de volver a casa, como siempre” declaró. “La situación en El Cairo era muy peligrosa”, añadió. Cuando le preguntaron si conocía los procesos abiertos en su país contra él, respondió: “Me enteré por primera vez cuando llegué a España. Yo no era un fugitivo, no estaba huyendo ni escondiéndome. Hacía vida normal”.

Sobre su condena y la de sus hijos a siete años de cárcel por blanqueo, Salem reptió visiblemente irritado que todas las acusaciones contra él provenientes de Egipto “son falsas, ultrajantes, inciertas y motivadas políticamente”. Detrás de esa condena, según su testimonio, solo estaba un sentimiento antiisraelí. “Fundé una compañía con un socio de ese país en 2000 [EGM] y se nos concedió el contrato para exportar gas a Israel. Todavía hay muchísima gente en Egipto que odia a Israel y ese odio acabó de explotar tras la revolución del 25 de enero”, dijo.

El millonario rechazó cualquier vínculo con su Estado de origen. Llegó a negar que tuviera un domicilio en la capital egipcia y aseguró que cuando viajaba allí, se hospedaba “en la casa familiar”. Después detalló todo el proceso de obtención de su permiso de residencia en España desde los primeros trámites, en 1984, hasta que obtuvo la nacionalidad en 2008. Y repitió, varias veces, siempre en inglés, como un mantra: “Soy español. Como mis hijos y mis nietos. Amo este país”.

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