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Rubalcaba acelera y pisa el freno

La estrategia de oposición del PSOE se mueve entre la oferta de pactos y el ataque al Gobierno El partido estudia qué actitud tomar tras el rescate

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ayer en un acto de su partido.
El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ayer en un acto de su partido. ULY MARTÍN

El dilema en el que el PSOE se zambulló tras perder de forma aplastante las elecciones de noviembre —liderar una oposición dura, implacable con un PP subido en la mayoría absoluta, o tender la mano al Gobierno en un momento crítico para España—; el dilema que lleva a los socialistas a ofrecer sin descanso pactos de Estado cada lunes, pero también a recurrir ante los tribunales los decretos ley del Ejecutivo de Mariano Rajoy y a acusarle de no dar “pie con bola”; el dilema de Alfredo Pérez Rubalcaba, líder de la oposición en la legislatura del supuesto apocalipsis, cobra un nuevo sentido en estas horas.

Los rumores sobre una inminente intervención exterior de España —de su banca, de su economía— se dispararon en los últimos días, se desbocaron el viernes y se confirmaron ayer. ¿Qué hacer el día después del rescate? ¿Qué se espera del PSOE?

Por el momento, Rubalcaba pide sangre fría a los suyos. Durante semanas impuso la ley del silencio sobre la palabra “rescate”. Ni él ni sus números dos y tres, Elena Valenciano y Óscar López, quisieron pronunciarse sobre esa hipotética intervención. Cuanto menos “ruido” al respecto, mejor, dijo Óscar López. Hablar del tema, jugar con las cifras, alimentar la incertidumbre es una gran “metedura de pata”, una “irresponsabilidad”, zanjó el propio Rubalcaba.

El secretario general “diseña el equilibrio literalmente cada día”, dicen los suyos

Pero de puertas adentro, en la dirección federal, sí se hablaba. “Hasta hace una semana no estábamos en esas. Luego todo ha empezado a acelerarse. Ahora estamos pensando muy seriamente en cómo actuar si finalmente ocurre”, contaba hace días un miembro de la ejecutiva socialista, sin tampoco él mentar la bicha —la intervención— y sin desvelar las conclusiones de ese debate. “Habrá que ser muy responsables, pero tampoco podríamos tragar con ciertas cosas si se impusieran condiciones intolerables para los ciudadanos”, añadía.

Aunque el rescate de España puede ser la guinda, la lucha entre la línea dura y la blanda en la estrategia de oposición del PSOE viene de hace meses. Aparentemente, no es tanto que haya un grupo de duros y otro de blandos, esas “dos almas” que algunos han visto tras la reaparición estos días de Carme Chacón —rival de Rubalcaba en el congreso federal de febrero y silente desde entonces— a cuenta de la crisis de Bankia. Lo que, aparentemente, ocurre es que la línea blanda y la dura se combinan cada día, en la búsqueda de una cuadratura del círculo que, además, debe adaptarse a los sobresaltos de una crisis mutante y desconcertante.

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“Rubalcaba trata de diseñar el equilibrio cada día, literalmente”, resume un miembro de su equipo. “Tiene presente que una parte del electorado del PSOE se alejó de nosotros en los últimos años de Gobierno y quiere un cambio; pero también cree que una amplia base espera de él prudencia y diálogo en este momento”. Según este dirigente, entre los exministros del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero prima la opción de buscar acuerdos con el Gobierno de Mariano Rajoy por el “bien general”, mientras que otros cargos del partido y diputados apelan a los recortes inaceptables del PP, el ascenso electoral de IU y el descontento social para reclamar un “giro a la izquierda” y más dureza.

Chacón volvió a escena el 29 de mayo exigiendo, en la reunión del grupo parlamentario, la comisión de investigación sobre Bankia que Rubalcaba se resistía a pedir. Aunque finalmente lo hizo, el líder socialista había aparcado la decisión durante días —sostenía que la fórmula de las comparecencias parlamentarias era más útil y que una comisión de investigación en manos del PP acabaría volviéndose en contra del PSOE—, y muchos interpretaron esa rectificación como fruto de la presión del sector chaconista, lo fuera o no.

 La reaparición de Chacón resucitó las “dos almas”, pero no abrió una brecha

¿A qué respondió la reaparición de Chacón? Dirigentes cercanos a la socialista catalana contestan que, simplemente, no podía callarse sobre una cuestión que tenía muy enfadada a “las bases”, a la calle y a las redes sociales; que lo hizo “con lealtad” y que no pretendía abrir ninguna brecha. Los más afines a Rubalcaba creen que fue más bien la forma de Chacón de decir “sigo aquí”, molesta o desconcertada por la relación tan estrecha que han sellado en los últimos meses el secretario general y el presidente del PSOE, el andaluz José Antonio Griñán, aliado de Chacón hasta el congreso federal.

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Las dos partes coinciden, en todo caso, en que ese episodio no es el inicio de un enfrentamiento serio, y que la unidad en torno a Rubalcaba es muy alta. Entre otras cosas, porque la figura del secretario general sigue siendo muy carismática en el PSOE y encarna mucho poder.

En cualquier caso, la estrategia de oposición sigue adelante: al tiempo que se ofrece hasta la extenuación el pacto al Ejecutivo para trasladar a Europa “un mensaje común”, se rechazan frontalmente las medidas del Consejo de Ministros —recurriendo ante los tribunales la reforma laboral, la ley de RTVE o la amnistía fiscal— y se acusa a Rajoy de generar “desconfianza”, justo la palabra tabú en estos días. El Gobierno “corre como pollo sin cabeza” y “no da pie con bola”, dijo el secretario de Organización, Óscar López, mientras volvía a garantizar el respaldo al Gobierno “en Europa”; subrayando “en Europa”.

El entorno de Rubalcaba sostiene que esa actitud dual no es incompatible; y, sobre todo, que es inevitable. “Está claro que no vamos a incendiar España, no vamos a desestabilizar al Gobierno, y menos en un momento como el actual. Pero cuando ofrecemos un gran pacto... ¿qué podemos pactar? ¿La reforma laboral? ¿Los recortes en educación y sanidad? ¿La amnistía fiscal? Ahora mismo prácticamente lo único que se puede pactar es la voz en Europa”, plantea un diputado.

Europa... y, quizá, la ayuda a los bancos. Porque si hay algo en lo que PP y PSOE se han puesto de acuerdo en los cuatro años de crisis es en las sucesivas reformas del sistema financiero, que han creado mecanismos para rescatar con dinero público a los bancos golpeados por la burbuja inmobiliaria: el PP votó a favor de la primera reforma de Zapatero y se abstuvo en la segunda; el PSOE votó a favor de la primera de Rajoy y ahora debate si respaldar la segunda. Esta vez el acuerdo parece más difícil —está por medio la gestión de la crisis de Bankia, “pésima” según los socialistas, y hay más indignación en un sector de la opinión pública por la ayuda a la banca—, pero se sigue negociando. Y ahora, además, hay un rescate que gestionar.

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