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“España tiene solidez para superar la crisis”, proclama el Rey en Brasil

Don Juan Carlos asegura que las reformas emprendidas por el Gobierno “no tardarán en dar fruto”

Miguel González

El Rey ha hecho profesión de fe en la capacidad de la economía española para superar la grave crisis en la que está sumida durante el almuerzo que la presidenta brasileña, Dilma Roussef, le ha ofrecido hoy en el Palacio de Itamaraty, en presencia de más de 100 empresarios de los dos países. “Mi país tiene el empeño y la determinación para superar la crisis desde la solidez de sus instituciones y la excelencia de nuestro capital humano”, ha dicho don Juan Carlos.

“La economía española tiene fundamentos sólidos. Nuestra deuda pública es menor que la de otros países de la UE. Nuestras cuentas con el exterior y nuestras cuentas públicas se equilibran con rapidez, al tiempo que mejora nuestra competitividad”, ha proseguido, intentando disipar la desconfianza hacia la economía española, que mantiene la prima de riesgo en alturas estratosféricas. “El Gobierno está también acometiendo reformas de gran calado que no tardarán en dar fruto”, ha rematado, respaldando por vez primera de manera tan expresa las medidas de ajuste adoptadas por el Ejecutivo.

El Rey ha fiado la salida de la crisis al trabajo conjunto de España con sus socios europeos y ha apostado decididamente por fortalecer el euro, “el proyecto más ambicioso que los europeos hemos abordado juntos”, pese a las dudas que plantea la cada vez más posible salida de Grecia.

La presidenta brasileña, Dilma Roussef, ha expresado su “confianza en la creatividad y la fuerza del pueblo español” y se ha mostrado convencida de que “los esfuerzos para superar la crisis europea serán muy exitosos”. Brasil, ha añadido, está dispuesta a colaborar a este fin.

Don Juan Carlos ha llegado a Brasil apoyado en una muleta –“es por seguridad”, le ha dicho a Rousseff, cuando se ha interesado por su lesión— y con el respaldo de una delegación empresarial sin precedentes. Acompañan al Rey los primeros espadas de algunas de las mayores firmas del Ibex 35: Emilio Botín (Santander), César Alierta (Telefónica) José Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), Javier Monzón (Indra), Antonio Brufau (Repsol), José Terceiro (Abengoa) o Antonio Vázquez (Iberia), entre otros, además del presidente de la CEOE, Juan Rosell, y el del Consejo Superior de Cámaras, Manuel Teruel.

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En otras circunstancias se diría que el Rey apoya con su visita la presencia de las compañías españolas en Brasil, pero ahora, como reconocen fuentes de la Casa Real, también vale lo contrario: los pesos pesados del empresariado español han querido arroparle en su primera salida al extranjero tras el accidente que sufrió durante su polémica cacería en Botsuana. De ahí el eco sin precedentes que ha tenido la invitación de la Casa del Rey a acompañarle en su gira por Brasil y Chile.

Y es que el Rey tira mucho. Y Brasil más. El gigante sudamericano es ya la sexta potencia económica del mundo, un mercado de 200 millones de habitantes que ha crecido por encima del 7% del PIB en los últimos años, aunque aún arrastre las enormes deficiencias de un país en desarrollo. Precisamente por ello las oportunidades de negocio son muy superiores a las de mercados ya maduros como el europeo.

España es el segundo inversor extranjero en Brasil, con más de 85.300 millones de dólares acumulados. Algunas de las compañías que acompañan al Rey están sólidamente asentadas: el Santander es el tercer banco privado del país, con más de 50.000 empleados y 2.500 sucursales. Telefónica es la mayor empresa de telecomunicaciones aquí, con una cuota de casi el 30% en el mercado de móviles. Repsol, asociada a la china Sinopec, acaba de anunciar reservas equivalentes a 1.245 millones de barriles de crudo (tanto como todas las de la compañía) en uno de los bloques de exploración en aguas profundas frente a las costas brasileñas. En el futuro inmediato, las empresas españolas aspiran a repetir en Brasil el éxito histórico del AVE a la Meca, y se preparan para competir por la línea de alta velocidad entre Sao Paulo y Río, con un coste estimado en 15.000 millones de euros.

El Rey ha elogiado la “seguridad jurídica” de la que disfrutan los inversores extranjeros en Brasil –en una crítica velada a la reciente expropiación de la petrolera YPF por la vecina Argentina—y ha respaldado su aspiración a que se le reconozca un mayor peso en las instituciones internacionales, incluido el Consejo de Seguridad de la ONU.

Don Juan Carlos ha reiterado su invitación a la presidenta brasileña –que ha estado dos veces en visita privada en España en los últimos meses—para que acuda a la Cumbre Iberoamericana de Cádiz en noviembre, lo que resulta imprescindible para garantizar su éxito ante el temor a un boicot por parte de la argentina Cristina Fernández. Rousseff se ha referido a este tema en público, pero ha asentido sonriente cuando el Rey ha dicho que le complacería verla en Cádiz. Para la diplomacia española es un sí.

Lo cierto es que las relaciones políticas no han estado en los últimos años a la altura de las económicas, con un flujo comercial de más de 6.000 millones de euros en 2011, desfavorable para España. El Rey no visitaba Brasil desde el año 2000 y el presidente del Gobierno desde 2008. Quizá por ello nunca se ha puesto en marcha el Plan de Asociación Estratégica de 2003, que preveía reuniones anuales al máximo nivel. Pero España quiere recuperar el tiempo perdido y, tras la reciente visita del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, que ahora acompaña también al Monarca, este mismo mes vendrá Mariano Rajoy para participar en la cumbre Río + 20 de la ONU sobre desarrollo sostenible.

Las relaciones bilaterales tampoco están exentas de roces. Brasil ha vivido con irritación el trato recibido por sus nacionales en los aeropuertos españoles donde muchos han sido repatriados por no tener la documentación en regla y otros han denunciado un trato degradante por parte de la policía, como este mismo mes sucedió con el artista plástico de fama internacional Menelaw Sete. En represalia, Brasil exige a los españoles unos requisitos de entrada que no pide a los demás europeos.

El Rey ha querido quitar hierro al conflicto asegurando que “los ciudadanos brasileños son muy bienvenidos en España” y que “las autoridades competentes españolas están estableciendo medidas efectivas que agilizarán los trámites para facilitar la entrada de ciudadanos brasileños”. Hoy se reúnen en Madrid representantes consulares de los dos países para buscar una solución. España ha ofrecido simplificar la carta de invitación que deben portar los brasileños y ha invitado a Brasil a que destaque representantes en las aduanas para resolver incidencias.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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