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De ‘Grexit’ a ‘Spanic’ en una semana

La situación de España se ha situado en los últimos días en el centro de la prensa internacional

Grecia tiene que estar agradecida: España ha ocupado esta semana su lugar en la mayoría de los titulares, portadas y primeras páginas de la prensa mundial.

Lo debería estar también Italia, que ha logrado meterse en la foto de los países de primera división cuando sus números son de segunda. La última muestra de la habilidad italiana es la videoconferencia del miércoles entre Barack Obama, Angela Merkel, François Hollande y Mario Monti. Fue la visualización de la Europa de dos velocidades y la prueba de que España se queda atrás, en el grupo de los rescatados e intervenidos junto a peores de la clase: Grecia, Portugal e Irlanda.

En un mundo globalizado, en el que nacen y mueren las palabras y los comodines —Merkozy, mezcla de Merkel y Sarkozy; Merkollande, lo mismo pero con el nuevo presidente francés; Grexit, combinación de Grecia y exit, en inglés salida (del euro)—, el Financial Times ha inventado una especial para España: “Spanic”, la contracción de Spain y panic.

El diario económico británico, uno de los más críticos con la gestión del Gobierno y los alegres años del boom del ladrillo, sostiene que Mariano Rajoy ha perdido su crédito exterior en seis meses. Hay consenso en Europa de que el primer error grave fue retrasar la presentación de los Presupuestos por interés electoral (andaluz), y el último, de momento, la gestión de la crisis de Bankia, que el gobernador del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, tildó de desastrosa.

The New York Times editorializó el viernes sobre la crisis de la Eurozona. Acusó a los líderes europeos de “instalarse en un juego de reproches”, de culparse los unos a los otros, “en vez de solucionar los problemas”. El diario sostiene que faltan políticos “con el coraje de hablar claro a sus votantes, informarles de la dura realidad, explicarles cómo se creó la crisis y cómo se saldrá de ella”. El editorial también dejaba en el aire una advertencia: después de España irá Italia.

La revista británica The Economist se pregunta en su última edición: “¿Cómo salvar a España?”. En su opinión, “el Gobierno debería centrarse en reestructurar el sistema bancario, no en reducir el déficit”. La revista Fortune mantiene una tesis similar: España tendría que “dejar caer algunos bancos pequeños” y dedicar todo su esfuerzo a sanear los grandes.

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El Intelligence Unit del The Economist recuerda que nadie detectó la burbuja bancaria en las pruebas de estrés realizadas en 2011 en la UE. Paul Mortimer Lee, ex alto cargo del Banco de Inglaterra, asegura que España tendrá que rescatar a un quinto banco. “No tengo la menor duda”, dijo. Una muestra más de la desconfianza ambiental. Nadie se fía de un Gobierno que se ve obligado a contradecirse con frecuencia, como en el asunto de Bankia.

Se ha especulado tanto en las últimas semanas con la salida de Grecia del euro, que parece asumida por los dirigentes políticos y económicos. ¿Otro error? Nadie está seguro de las consecuencias porque nadie conoce el precio exacto a pagar. Todo son especulaciones y miedo. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, dijo el viernes que los países de la Eurozona deberían “estar preparados para el efecto contagio”. El gurú Nouriel Roubini, uno de los campeones mundiales del pesimismo junto al Nobel Paul Krugman, advirtió de que “una salida griega de la moneda única castigará”, sobre todo, “a España […], cuyo rescate sería inevitable”. Otro Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, defendió el viernes en la cadena CNBC las tesis de Madrid de que “el BCE podría hacer mucho más para aliviar la crisis”.

Vista como un enfermo grave, con la mayor tasa de desempleo de la UE (24.3%), España arrastra el estigma de la falta de credibilidad. The Wall Street Journal escribía que los males a los que se enfrenta el PP “son masivos y simultáneos”, una tormenta perfecta en la que “el barco parece estar fuera de control”. The Economist tuiteó hace unos días una noticia: el aumento del número de personas que “saca su dinero del banco y lo guarda, literalmente, debajo del colchón”. Sucedió en Argentina durante la crisis del corralito. Sirvió de poco y además provocó un aumento considerable de los robos en casas particulares.

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