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ESTABILIDAD PRESUPUESTARIA

Rajoy deja sin papel al PSOE

Rubalcaba busca reforzar el partido y no encuentra en qué apoyar al Gobierno

Rubalcaba, en el Congreso del PSOE de Castilla y León.
Rubalcaba, en el Congreso del PSOE de Castilla y León.EFE

“Ya nos hemos visto más de una vez desde que yo soy presidente del Gobierno”. A Alfredo Pérez Rubalcaba le cambió la cara cuando escuchó el pasado miércoles a Mariano Rajoy pronunciar esta frase en el Pleno del Congreso. Del estupor pasó al profundo malestar y a la intención de no volver a mantener encuentros reservados con el jefe del Gobierno.

Hace un mes, el líder del PSOE visitó La Moncloa sin que lo supieran siquiera destacados miembros de su equipo, que se enteraron el miércoles, al tiempo que el resto de ciudadanos. La reunión fue larga y se habló de la crisis económica, de las medidas que podría apoyar el PSOE, de las negociaciones sobre las vacantes institucionales y de la lucha contra el terrorismo, entre otros asuntos.

En la renovación de instituciones no manejaron nombres, pero sí avanzaron sobre la forma y las cuotas de cada partido, y pactaron que no la abordarían hasta después de las elecciones andaluzas y asturianas del 25 de marzo. Acordaron no revelar la reunión y seguir trabajando discretamente, sobre la idea defendida siempre por Rubalcaba de que la única forma de avanzar es no crear expectativas en reuniones públicas que pueden no tener resultados y dar imagen de fracaso. Rajoy rompió ese acuerdo el miércoles.

Según PSOE y Gobierno, desde aquella reunión no ha habido más contactos entre ambos. Ni en la semana crítica de la prima de riesgo, ni en la crisis con Argentina, ni para la renovación. Fuentes socialistas esperan el contacto para esta semana, aunque añaden que la citada frase del presidente ha roto parte de la confianza mutua. Corre prisa la renovación de RTVE, pero el PSOE teme que el Gobierno prepare algún rodeo legal que no necesite un pacto entre los dos principales partidos.

En las relaciones con el líder de la oposición, Rajoy sigue una pauta muy parecida a la de sus dos predecesores, intentando limitar la presencia pública con su adversario para intentar ahogarle, incluso en los momentos de dificultad, y ambos lo pagaron. Si Aznar no se hubiera negado a comparecer con Zapatero tras el 11-M, la historia reciente hubiera sido distinta, y si éste hubiera hecho más corresponsable de sus decisiones ante la crisis a Rajoy, las cosas habrían sido diferentes. El anterior presidente, no obstante, sí llamaba al entonces líder de la oposición cuando la prima de riesgo se disparaba. En lo que va de legislatura, el PSOE solo ha apoyado la reforma del sistema financiero, y porque era continuidad de la anterior. El jueves, Rubalcaba pidió parar la votación en el Congreso en un intento desesperado de negociación de la ley de estabilidad, pero fue imposible el pacto, porque al Gobierno le pudo la ansiedad del mensaje al exterior.

El líder del PSOE busca su sitio y ayer reiteró en Valladolid su oferta de consenso institucional, político y social. Lo hace sin éxito, porque Rajoy prefiere actuar solo, explotar al máximo la idea de la herencia y empujar al PSOE a la apariencia de radicalidad. Rubalcaba considera muy difícil en estas circunstancias llegar a acuerdos, entre otras cosas porque con las medidas que impulsa Rajoy sin negociación previa no le queda margen para apoyar al Gobierno. La pérdida de votos y de expectativas en las encuestas es tan enorme, que el líder socialista tiene como prioridad recuperar una base con suficiente solidez como para afrontar la legislatura.

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Necesita espacios de acuerdo e imagen de responsabilidad, pero el Gobierno no se los cede y sus bases y cuadros no le perdonarían que apoyara la reforma laboral o la amnistía fiscal, por ejemplo. Un pacto sobre la ley de estabilidad le hubiera dado margen para eliminar la imagen de partido que pone palos en las ruedas, que le sirvió al PSOE en la anterior legislatura, pero entiende que era imposible llegar al déficit cero impuesto por el Gobierno y que nada es más pernicioso para la confianza que ponerse objetivos que terminan siendo imposibles de cumplir. Esta semana, la ejecutiva del PSOE y el Grupo Parlamentario han tratado sobre el grado de dureza que debe tener la oposición y la inmensa mayoría de las intervenciones fueron para pedir que sea aún más dura. Las circunstancias empujan a Rubalcaba hacia la oposición más dura.

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