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46.000 hijos y nietos de exiliados buscan en México ser españoles

La Ley de la Memoria Histórica permitió hasta diciembre tramitar la doble nacionalidad para los descendientes de emigrados durante la Guerra Civil

Paula Chouza
Niños españoles enviados a Morelia (México) para salvarles de la Guerra Civil, saludan puño en alto a su llegada a México en junio de 1937.
Niños españoles enviados a Morelia (México) para salvarles de la Guerra Civil, saludan puño en alto a su llegada a México en junio de 1937.

A Yuri, camarero de 31 años natural del Distrito Federal, le quedan tan solo 10 días para viajar a España. Su plan es buscar trabajo “de lo que sea” en Barcelona, una empresa difícil en estos tiempos que corren. Y lo sabe. Cuenta a su favor con dos elementos: un catalán perfecto, el que aprendió a hablar con sus abuelos maternos en las vacaciones de Navidad cuando era niño y un pasaporte español recién obtenido tras más de dos años de trámite. Como él, unos 46.000 mexicanos han solicitado a través de la Ley para la Recuperación de la Memoria Histórica la doble nacionalidad española. Según la disposición adicional séptima de la norma, podían acceder a ella hasta diciembre pasado las personas cuyo padre o madre hubiese sido originariamente español –sin necesidad de haber nacido en España- y los nietos de quienes perdieron o tuvieron que renunciar a la nacionalidad española como consecuencia del exilio.

Este último es el caso de Yuri. Su abuelo, Josep Comas Vidal, del municipio barcelonés de Sant Celoni, llegó en 1939 bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas al puerto de Veracruz de la mano de su padre. Llevaba tres pesetas (menos de un céntimo) en el bolsillo. “Un mexicano los recibió con los brazos abiertos, los llevó a comer algo a un restaurante y les dijo que él cambiaría sus pesetas por pesos [la moneda local]. Se llevó el dinero y nunca más apareció. La primera noche tuvieron que quedarse fregando platos para pagar la cuenta”, recuerda el joven mientras saborea un café a menos de 30 metros de su lugar de trabajo.

Allá me explotarán, pero aquí trabajo ocho horas al día y gano 87 pesos más propina, en total, unos 190 pesos, el equivalente a 11 euros"

De modales exquisitos, este director de galerías de arte reconvertido a camarero en los últimos años, se va a España para buscar el orden que, imagina, tiene Europa. Consciente de la locura de su aventura por la crisis económica y siendo pesimista en cuanto a su final, está convencido de que vivir en la capital mexicana no le compensa porque es muy caro. “Allá me explotarán, pero aquí trabajo ocho horas al día y gano 87 pesos más propina, en total, unos 190 pesos, el equivalente a 11 euros”. El salario mínimo en México son 54 pesos diarios, “con eso, en el supermercado, uno puede comprar poco más de tres litros de leche al día”, explica. Pase lo que pase en España, no piensa volver. Tanto su abuelo como su abuela eran catalanes y se conocieron en México. Ella era de Barcelona. Ambos murieron hace casi 10 años. “Siempre quise irme allá, desde que tengo 18 años, pero mi padre no estaba nacionalizado [hasta finales de los noventa en México no era posible tener doble nacionalidad] y con esta ley tuve la oportunidad”, afirma.

Hasta la fecha, el Consulado de España en México ha tramitado alrededor de 16.000 expedientes (un 35% de los presentados), de los que tan solo el 1% ha sido rechazado, bien por no cumplir todos los requisitos o por no poder demostrarlos. “Son unos expedientes muy complicados, con muchos documentos”, asegura la cónsul adjunta María Palacios, que calcula que en agosto o septiembre de 2014 acabarán de tramitar las últimas solicitudes. “Estamos haciendo enormes esfuerzos, en diciembre llegamos a atender a 1.000 personas en un día, porque al terminar el plazo, recogimos sin necesidad de pedir cita previa, todas las solicitudes”.

Explica que el proceso es arduo y por eso, no inmediato: “Se trata de documentos muy delicados, que hay que comprobar de forma exhaustiva. En muchos casos, las personas que vienen son mayores y hay que ayudarlas a localizar todos los papeles”. El mayor problema se encuentra a la hora de dar con la partida de nacimiento: “En ocasiones los familiares no saben en qué pueblo había nacido el abuelo y muchas partidas fueron destruidas durante la guerra”, por lo que los problemas se multiplican. Cuando el documento, que era indispensable para acreditar la nacionalidad, no aparecía, se llegaron a hacer lo que se llaman “inscripciones fuera de plazo”, es decir, anotar al abuelo en el Registro Civil cien años después de que hubiese nacido y cuando ya estaba muerto. Para ello había que crear un expediente propio, que se resolvía en España, aportando todo tipo de pruebas documentales como el pasaporte, o; en caso de haber alguno vivo, testigos.

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Sobre los motivos para obtener la doble nacionalidad, Manuel Intrago, nieto de asturianos y presidente de la Asociación de Hijos y Nietos de Españoles en México, creada para orientar a las personas que desean obtener la nacionalidad, asegura que muchos lo hacen para no perder los lazos, aunque admite que a otros solo les interesa obtener el visado para salir de México con mayor facilidad.

En el Consulado recuerdan que el impacto de la ley no termina en estas 46.000 personas. A partir de cada nuevo español, los hijos menores pueden solicitar, por lo establecido ya en el Código Civil, su nacionalidad. De hecho, en siete años la colonia en México se ha incrementado un 100%, pasando de 45.000 españoles a 90.000.

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Sobre la firma

Paula Chouza
Periodista de Política en EL PAÍS. Participó en el lanzamiento de EL PAÍS América en México. Trabajó en el Ayuntamiento de A Coruña y fue becaria del Congreso de los Diputados, CRTVG o Cadena SER. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Marketing Político y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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