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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La estrategia de evitar el choque

Si se cambian las circunstancias, se varía el argumento y como si nada Así se ganan días, y se evitan las batallas que tan poco gustan a Rajoy

Carlos E. Cué

Mariano Rajoy está montado encima de un fenomenal incendio. “Vivo en el lío”, le dijo a Artur Mas. Todo a su alrededor son problemas. Y la política de recortes, como admitió de nuevo ayer, no hace más que aumentarlos. Por si fuera poco, Bruselas le acaba de meter un correctivo que, pese a su intento por disimular, todos han visto. En esas circunstancias, el presidente tira de su estrategia preferida, la que mejor le ha funcionado siempre: lo que los futboleros como él llamarían dormir el partido, esto es, evitar en lo posible el choque, marear a sus rivales, hacer como si nada pasara y ganar el máximo tiempo posible.

En condiciones normales y con un político de estilo clásico, de los que quieren ganar cada debate, defender sus ideas y derrotar al rival en el Parlamento, la cuna de la política, el de ayer era un día difícil. Diez días después de presumir de soberanía, Europa le ha obligado a recortar 5.000 millones más. Pero Rajoy es distinto. Nada que ver con Aznar, Zapatero y mucho menos Felipe González. Rajoy es capaz de explicar el paso del 5,8% al 5,3% como si fuera un detalle técnico.

Con la misma naturalidad con la que se tiró meses, incluso después de saber que el déficit de 2011 superaría el 8%, diciendo que él cumpliría el 4,4% sí o sí, ayer se congratuló porque Europa ha admitido que esa cifra “no tenía sentido alguno”. Esto es, hasta febrero, anteayer en política, el presidente defendió públicamente que estaba dispuesto a cumplir un despropósito. Y con la misma firmeza con la que hace solo una semana dijo que el 5,8% era de “puro sentido común” ayer sentenció que el 5,3% es “razonable y asequible”. Cuestión de estilos. Y de evitar el choque.

Rajoy está convencido, y por su trayectoria parece estar en lo cierto, de que la memoria con las palabras de los políticos es frágil. Así que nada de reivindicar lo que él mismo dijo. Si se cambian las circunstancias, se varía el argumento y como si nada. Así se ganan días, y se evitan las batallas que tan poco le gustan.

La estrategia es muy eficaz sobre todo frente a sus rivales. Rubalcaba trató de picarle: le dijo que por qué no crea un impuesto a las grandes fortunas o retoca patrimonio en vez de recortar sanidad. Lejos de entrar al choque, Rajoy le contestó que está dispuesto a estudiar esas propuestas. Puede que lo haga, o puede que no, pero enfrentarse a un presidente a ratos conservador —aborto—, a ratos socialdemócrata —impuestos—, casi siempre indefinido, es mucho más difícil. Además, si se complica, siempre tiene el comodín que ayer usó varias veces: la herencia recibida.

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