Una larga fila de votantes, una protesta y un osito del PSOE
“Ha arrastrado a los indecisos con su discurso”, dice un miembro del equipo de Gómez
“¡Grande, Tomás, grande!”. En mitad de la fila, emocionado, un delegado saluda efusivamente al secretario general del PSM justo después de los discursos. Tomás Gómez repartía besos al filo de las 12.30, justo antes de que abrieran las puertas de la sala donde los 993 delegados depositan el voto con dos opciones: la candidatura de Gómez (que parte como favorita) y la de Pilar Sánchez Acera. “Ha arrastrado a los indecisos con su discurso”, dice un miembro del equipo de Gómez, seguro del triunfo. En el largo pasillo inferior del hotel Auditorium, donde se celebra el congreso, se forman dos colas: la de las votaciones y la de la cafetería (mucho más pequeña) para un tentempié.
La polémica de los últimos días ha quedado resuelta. Los partidarios de Sánchez Acera protestaban porque no era obligatorio votar en cabina, como en el Congreso Federal de Sevilla. Con el voto al descubierto, sostenían, es más fácil influir para favorecer los respaldos a Gómez. Solución salomónica: cuatro cabinas en una sala vacía en la que los delegados entran de cinco en cinco, para evitar aglomeraciones.
Nadie les vigila, explica uno de los responsables de la seguridad. Entran, cogen una o dos papeletas, el que quiere pasa por la cabina y luego a la sala contigua con cinco urnas, vigiladas por cinco miembros de la Comisión Electoral y 10 interventores (la mitad para cada candidatura), además de un responsable de organización.
Orden y concierto. Nada que ver con los gritos que se han oído fuera. Medio centenar de trabajadores municipales de Parla (principalmente policías locales) reprochan hasta el mediodía al exalcalde Gómez los problemas que tienen para cobrar sus nóminas. “¡Trabajamos gratis! ¡Tomás, ladrón!”, le gritan. Israel Contreras, delegado de CSIF, dice que representan a más de 700 empleados. Uno de los concentrados frita enfadado porque hay delegados fumando en la puerta que les saludan con “una peineta”.
La candidata Sánchez Acera y su equipo han reservado en un despacho de la planta baja. Tomás Gómez tiene una habitación más arriba en la que empieza a recibir a gente en mitad de la votación. Con las urnas recién cerradas, esperan resultados.
Algunos delegados salen a comer al bar de enfrente. 12 euros de menú (a elegir entre ensalada, arroz, pollo y magro) frente a los 15 del que ofrece el hotel. Guillermo Delgado, que no se mueve de su sitio, probablemente lleva más congresos encima que muchos de los participantes del conclave de los socialistas madrileños. Se presenta como “coordinador de la tienda del PSOE”. Su relación con el partido empezó “cuando Zapatero hizo su primera campaña”, recuerda. Delgado, hombre de negocios, le hizo unas chapas. Ahora ofrece casi de todo y está presente en todos los congresos.
Las tazas rojas irrompible del PSOE (cinco euros) están agotadas. Triunfan los ositos con jersey rojo (color oficial rojo 485 Pantone, seis euros) y el ‘pendrive’ por 10. Vende entre “500 y 800 euros al día” en este tipo de eventos. Los beneficios son para su empresa, que tiene el compromiso de colocar un stand en cada evento socialista. “Me han pedido también que vayamos a las delegaciones, para que tenga acceso el militante de a pie”. Delgado estima que las ventas subirán mañana. “Siempre es mejor el último día”, aclara. Cuando todo el pescado esté ya vendido.