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EL ÚLTIMO RECURSO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

‘Nota interruptus’ y otras torpezas

Un juez del Supremo trató de rectificar una entrevista grabada

El magistrado Soriano, en el Tribunal Supremo.
El magistrado Soriano, en el Tribunal Supremo. CLAUDIO ÁLVAREZ

Una de las tonterías más recurrentes con las que se ilustra a aquellos que se acercan al mundo judicial es que los jueces y magistrados solo hablan a través de sus autos y sus sentencias. Ni que decir tiene que para la gran mayoría de los casi 5.000 jueces que hay en España eso es así, pero no porque tengan cercenada su libertad de expresión, puesto que tenemos magistrados que están en activo en sus respectivos juzgados y tribunales y paralelamente escriben columnas de opinión en periódicos de difusión nacional o participan asiduamente en tertulias de radio y televisión, ofreciendo su experta mirada, convenientemente remunerada, para diseccionar casos de actualidad que tramitan otros colegas.

La sorpresa de la semana se ha producido porque un magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, José Ramón Soriano, instructor en el caso Campeón, que afecta al exministro José Blanco, y miembro del tribunal que ha juzgado a Garzón por el caso de los crímenes del franquismo, ha concedido una larga entrevista al diario Información, líder de la prensa alicantina, en la que ha llegado a decir que “si hay que meter a Urdangarin en la cárcel, se le mete” y ha opinado que si él fuera el juez encargado de ese caso llamaría a declarar a la infanta Cristina, “porque no parece una persona tonta” y “si formaba parte de unas sociedades, algo sabe”.

En la entrevista, Soriano salva la rectitud de los jueces, pero destaca la politización del Consejo General del Poder Judicial —los nombramientos de los altos órganos de la justicia están viciados desde el principio porque dependen de los políticos— y del Tribunal Constitucional —las sentencias del Estatut y de Bildu reflejan que no tiene autonomía— y concluye que por eso los ciudadanos no confían en la justicia.

Además, considera que “es muy probable” que un tribunal formado por magistrados profesionales no hubiera absuelto a Camps, porque la diferencia con un jurado popular “es tremenda” y a los jueces profesionales no les afecta la presión de la calle o de la opinión pública.

Como ven, ninguna novedad que no se haya oído o leído cientos de veces, salvo por la persona que lo dice, que, por otro lado, debe su nombramiento para el puesto que ocupa al mismo sistema que ahora critica. O quizá es que cree que su elección no fue consecuencia de un cambio de cromos de los vocales elegidos por los políticos, sino que el suyo fue el único caso en el que realmente se aplicó el criterio de mérito y capacidad.

Lo cierto es que Soriano, con gran ingenuidad, debía de pensar que sus manifestaciones únicamente se iban a leer en un periódico local y se encontró con que fueron rebotadas por agencias, radios, periódicos nacionales y los principales telediarios.

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Quizá sorprendido por ver en negro sobre blanco y al lado de su nombre una serie de opiniones que mucha gente piensa, pero que no queda bonito que las diga un magistrado del Supremo, Soriano elaboró una nota de tres folios para matizar el contenido de la entrevista, que finalmente quedaron reducidos a tres párrafos. En ellos, el magistrado trataba de restar importancia a sus manifestaciones sobre Urdangarin y la infanta y sobre la politización de la justicia. En la nota, con membrete del Supremo y bajo el título: “Nota de prensa del magistrado Sr. D. José Ramón Soriano”, se daba a entender que él solo se había limitado a responder lo que dice la ley cuando le habían preguntado sobre si Urdangarin podía ir a la cárcel. Y en cuanto a lo de la politización de los órganos judiciales, se excusaba en “una involuntaria descontextualización” de lo que él había dicho.

Sin embargo, la realidad era otra, pues en la entrevista, a una pregunta genérica sobre los casos Gürtel, Brugal, Matas o Urdangarin, Soriano se lanzó: “La gente espera que la justicia sea objetiva, imparcial y rigurosa. El Rey ha dicho que la justicia es igual para todos y si hay que meter en la cárcel a Urdangarin, se le mete”.

La nota explicativa de Soriano fue una auténtica nota interruptus, puesto que fue retirada a los 19 minutos de su emisión con la apostilla “se da por no enviada”. ¿Qué había pasado? Pues que la entrevistadora, al ver la nota, había explicado a Soriano que ella había reflejado fielmente lo que él había dicho y que no le dejaba otra salida que hacer pública la grabación, en la que no quedaba precisamente bien parado.

Seguro que alguien pensará que el magistrado habrá aprendido para la próxima vez, pero como decía George Bernard Shaw: “La experiencia nos enseña que los hombres nunca aprenden nada por experiencia”. Al tiempo.

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