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"Me habéis destrozado las manos; no me habéis cortado la lengua. Soy periodista"

El periodista Gorka Landaburu relata en la Audiencia cómo el paquete bomba que le amputó varios dedos en 2001 no dañó a su familia por casualidad

La casualidad quiso que la carta bomba de ETA que amputó varios dedos al periodista Gorka Landaburu no causara daños mayores. Su escolta recogió el paquete del buzón de su domicilio de Zarautz (Gipuzkoa) la noche del 13 de mayo de 2001 a la vuelta de una larga jornada de trabajo en Bilbao, pero Landaburu, en lugar de abrirlo en el sofá de su casa, viendo la televisión con su familia, la dejó por azar en la mesa de su despacho. Al día siguiente, al salir de la ducha, lo abrió y explotó. “Me han pillado”, se dijo a sí mismo en ese momento, según ha declarado esta mañana en el juicio contra los presuntos autores, los etarras Xabier Makazaga y Oskarbi Jauregi.

Cuando su abogado, José María Fuster Fabra le ha preguntado si, tras el atentado, tuvo la intención de abandonar el País Vasco, Landaburu ha respondido que no, y ha añadido: "Soy periodista. Me habéis destrozado las manos, me habéis dejado ciego del ojo izquierdo, cicatrices por todo el cuerpo, pero os habéis equivocado: No me habéis cortado la lengua".

“Mi escolta abrió el buzón y trajo las cartas”, recordó ayer durante su declaración ante los magistrados Ángel Hurtado, José Ricardo de Prada y Enrique López. “Yo le dije que no se preocupara, que ese sobre tamaño A4 era la revista que la asociación Elkarri me mandaba todos los meses, pero en lugar de abrirlo con mi hija y mi mujer en el sofá, como hacía habitualmente, lo dejé en mi despacho”. Fue a la mañana siguiente, al salir de la ducha, cuando se acordó del envío y lo abrió. Tras la explosión, bajó como pudo a la calle, abrió la puerta y pidió a su vecino que llamara a una ambulancia.

Landaburu también ha relatado la enorme presión a la que estaban sometidos en aquel periodo él y su hermano Ander, periodista de EL PAÍS, y que recordó en los momentos inmediatamente posteriores a la explosión. “Años antes atacaron nuestra casa, nos pusieron pancartas, nos tiraron basura, piedras, tiraron cócteles molotov, también pasquines que decían ‘Landaburu vete del país’, pintaron dianas, corbatas negras y nos llamaban a las dos o tres de la mañana solo para reírse”, ha relatado en el juicio.

El fiscal pide para Makazaga y Jauregi una pena de 15 años como autores de tentativa de asesinato y ocho años más por tenencia y transporte de aparatos explosivos con fines terroristas, pero los acusados han rechazado defenderse y se han negado a responder preguntas. Su abogado, que no ha planteado ni una sola cuestión durante la vista, asegura que han sido ellos mismos los que le han pedido que no actúe “porque no reconocen el tribunal”. Ambos cumplen largas condenas por otros delitos ya juzgados.

Landaburu participó el pasado noviembre en las charlas debate con los disidentes de ETA acercados por Interior al País Vasco y presos en la cárcel de Nanclares de Oca (Álava). Durante su encuentro, dos de los miembros del comando Buruntza, el que atentó contra él, se le acercaron y le pidieron perdón. “Fue una barbaridad pretender matarlo”, dijeron los reclusos tras charlar con él.

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Ayer, antes de entrar en la Audiencia, el periodista aseguró que accedió a reunirse con los internos “por curiosidad periodística, pero también por interés humano”. “Estaban arrepentidos, han reconocido el dolor causado, han sido expulsados de ETA y han pedido perdón”, ha recordado. Landaburu ha afirmado que su intención ahora es “mirar hacia adelante, pero con el retrovisor”. “Hay que pasar página, pero leyendo la página. Lo más importante es que los responsables paguen lo que tienen que pagar”, ha concluido.

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