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BÉLGICA

El rey de los belgas recibe 10,4 millones

Al heredero de la corona se le asignan 935.000 euros y a sus dos hermanos, 306.000 euros Los ingresos están libres de impuestos

El rey Alberto II de Bélgica durante la grabación del mensaje navideño.
El rey Alberto II de Bélgica durante la grabación del mensaje navideño.EFE

Alberto II, rey de los belgas, recibe con cargo al presupuesto 10,4 millones de euros anuales, mientras que al príncipe Felipe, heredero de la corona, le están reservados 935.000 euros. Fabiola, la reina viuda, es remunerada con 1,4 millones, y los otros dos hijos del soberano y de Paola, Astrid y Lorenzo, con 306.000 euros cada uno. Es el actual estado de cosas, que debería cambiar cuando el duque de Brabante se convierta en Felipe I, movimiento hacia la restricción del gasto en buena parte impulsado por los excesos de Lorenzo, cuyas actividades y patrocinios están lejos de la transparencia y aparentemente resultan insuficientes para subvenir a sus necesidades financieras.

Los ingresos públicos de la familia real, suma de los recibidos por unos y otros con cargo a la Lista Civil y la Donación Real, están libres de impuestos. Constitucionalmente la Lista Civil viene definida como “el conjunto de medios que el Estado belga pone a disposición del Jefe del Estado para permitirle asumir con dignidad la más alta función de que está investido” e incluye el uso y disfrute de propiedades pertenecientes al Estado o la Donación Real, que deriva del patrimonio del segundo rey de los belgas, Leopoldo II.

A grandes rasgos, los gastos de personal absorben las dos terceras partes de ese presupuesto regio. La siguiente mayor partida, con el 12,5%, se dedica al mantenimiento de las residencias. Por otras vías circulan partidas como las dedicadas a la seguridad (del orden de los 15 millones de euros anuales) o los gastos de viajes oficiales (en torno a los dos millones).

La exoneración de impuestos no cubre los ingresos y el patrimonio privados de la familia real, un misterio en cuanto a amplitud y profundidad. Medios que elaboran ránkings de patrimonios de los monarcas han atribuido a lo largo del tiempo a Alberto II una fortuna que oscilaba entre los 835 y los 250 millones de euros. En 2001 Palacio salió al paso de las especulaciones con un comunicado que en que señalaba que “la fortuna personal del rey no alcanza ni la vigésima parte de los 250 millones que se han citado”. En otro momento, el propio Palacio dejó la cantidad en 12,4 millones de euros. Thierry Debels, escritor y analista de la casa real y experto en asuntos financieros, estima que la verdadera cifra debe de rondar los mil millones de euros.

Cuando a raíz de la muerte de Balduino en 1993, Parlamento, Gobierno y Corona pactaron el actual régimen, que incluye a todos los príncipes, se hizo en el sobreentendido de que los hijos del soberano no realizarían actividades económicas privadas. La óptica ha cambiado con el paso del tiempo y, en particular, con cuestionadas actuaciones del benjamín, Lorenzo, quien este mismo año, y tras un conflictivo viaje a Congo, se vio obligado a comprometerse por escrito a no hacer nada sin autorización del Gobierno. Aquel viaje de marzo, realizado contra el consejo expreso del rey y del primer ministro, le supuso seis meses de ostracismo en la familia real. Conocedores de las interioridades de Palacio dan por hecho que no hay relación entre el padre y el hijo díscolo.

Con Lorenzo llovía sobre mojado. En 2007 tuvo que declarar como testigo en un caso de desvío de fondos a su favor desde la Marina para amueblar su residencia. El príncipe fue absuelto de toda responsabilidad, pero el rey optó por cubrir un agujero que rondaba los 175.000 euros. Aquel incidente catalizó una reacción del Parlamento. Un grupo de trabajo del Senado, y con la unanimidad de todos los partidos, sugirió que a partir del próximo reinado, sólo el soberano, el consorte viudo si lo hubiera (o el soberano si abdicara) y el heredero de la corona, serán sostenidos financieramente por el Estado, lo que supone que los otros príncipes deberán trabajar para ganarse al vida. En lo relativo a actividades públicas se atendrán a un sistema de remuneración pactado. Teniendo en cuenta la realidad de los hechos, entre ellos que ni Astrid ni Lorenzo, han trabajado nunca, la propuesta recoge la excepción de que ambos sigan recibiendo de por vida su actual retribución.

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