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EL ACENTO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El lastres del 'Prestige'

La instrucción del caso ha atrapado entre sus garras de chapapote a los cinco jueces que por allí han pasado

Quedan lugares en el mundo donde parece que el tiempo se detiene. Y, así, mientras el mundo se mueve a velocidad de vértigo, los legajos y las comisiones rogatorias se eternizan a un ritmo desolador; desquiciante. Desde que el petrolero Prestige se hundió frente a la Costa da Morte el 13 de noviembre de 2002 una pesada losa resta todo rasgo de dinamismo al municipio de Corcubión, en A Coruña. Es uno de los más pequeños de Galicia, donde solo viven 2.000 almas, y donde la instrucción del caso Prestige ha atrapado entre sus garras de chapapote a los cinco jueces que por allí han pasado.

El 13 de noviembre de 2002 gobernaba José María Aznar y su vicepresidente primero era Mariano Rajoy. Desde entonces, Aznar ha aprendido inglés, su segundo ha estado dos legislaturas en la oposición y se prepara para entrar en La Moncloa. En estos años, la Unión Europea, ahora a punto del naufragio, legisló para impedir que ningún otro petrolero monocasco como el Prestige rozara las costas europeas.

Durante este tiempo, el Gobierno socialista logró que los españoles dejaran de fumar en los bares, cosa inaudita, y se han inventado las tabletas, en las que muchos ven el acta de defunción de los ordenadores. Barack Obama puso fin a la llamada guerra contra el terror iniciada por George W. Bush liquidando a Bin Laden, los países del norte de África se han alzado contra sus dictadores, España ha ganado el Mundial de fútbol y China se ha convertido en la banquera global.

Mientras todo esto pasaba, en Corcubión un juez tras otro ha seguido cansinamente el caso Prestige, ahora resumido en 190 tomos. Esta semana, por fin, se ha cerrado la instrucción y un día, quizá no muy lejano, se iniciará el juicio en la Audiencia de A Coruña, con solo cuatro personas en el banquillo: un ex director general jubilado, el capitán del barco y dos tripulantes. Ni el armador, ni la firma rusa dueña del fuel, ni la empresa que dio el visto bueno al Prestige tendrán que responder ante la justicia por un vertido que causó daños por valor de 2.233 millones de euros. El juzgado de Corcubión, eso sí, se ha visto liberado de tanto lastre y a lo mejor puede dedicarse a partir de ahora a impartir justicia.

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