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Monumento a la incoherencia

La Xunta lleva invertidos en la Ciudad de la Cultura 400 millones, el triple de lo previsto Solo se han construido cuatro edificios de los seis proyectados Las obras estarán paralizadas al menos durante tres años

Francisco Peregil
La biblioteca y el archivo de la Ciudad de la Cultura de Santiago.
La biblioteca y el archivo de la Ciudad de la Cultura de Santiago.

Morel, el personaje del novelista argentino Adolfo Bioy Casares, inventó la inmortalidad. Se atrevió a construir un museo en lo alto de una colina y le echó un pulso al pasado y al futuro mediante un artilugio que se alimentaba de las mareas. El antiguo líder del PP Manuel Fraga ideó en lo alto del monte compostelano de Gaiás la Ciudad de la Cultura, una obra que iba a ser capaz de tutearle a los 800 años de la catedral vecina. En diciembre de 1997, al calor de la exitosa inauguración del museo Guggenheim de Bilbao, Fraga empezó a modelar su sueño. En 1999 convocó un concurso de arquitectura internacional que ganó el estadounidense Peter Eisenman. Y en 2001 se colocó la primera piedra en el monte Gaiás, a casi dos kilómetros del casco urbano. Se iban a levantar una hemeroteca, la Biblioteca de Galicia, un teatro de la música, un edificio de nuevas tecnologías, otro de servicios centrales y el museo de Historia de Galicia; costaría 108 millones de euros, menos que los 126,5 del Guggenheim, el proyecto estaría terminado en tres años y ocuparía una extensión de 60.000 metros cuadrados.

Hoy ya van invertidos más de 400 millones de euros, cifra equivalente a cuatro estadios como el de la Cartuja, el que se inauguró en 1999 como estandarte de la candidatura olímpica de Sevilla; se han construido solo cuatro edificios --las obras de los otros dos, que son los más importantes, estarán paralizadas como mínimo hasta 2014-- y se ha ocupado una extensión de 148.000 metros cuadrados, equivalente al casco histórico de la ciudad. Para hacerse una idea de las dimensiones baste decir que solo en el mantenimiento de los edificios se gastarán 4,5 millones de euros al año. Wilfred Wang, el único arquitecto del jurado que votó en contra del proyecto calcula que si algún día se terminaran los dos bloques restantes el coste ascendería a 600 millones, más que el aeropuerto de Ciudad Real. Pero en caso de que la Xunta decida tapar los enormes agujeros ya excavados y desechar la conclusión del Centro de Arte Internacional y, sobre todo, del Teatro de la Ópera, que estaba concebido como la gran insignia de la Ciudad de la Cultura, habría que indemnizar a las constructoras con unos 20 millones de euros. La disyuntiva oscila entre lo caro y lo más caro.

"La maqueta era una maravilla", reconoce el arquitecto local Pedro de Llano, gran detractor del proyecto. "Pero funcionaba solo como escultura, a esa escala. En cuanto estudié los planos y el programa de construcción me di cuenta de que aquello no tenía sentido. La biblioteca se construyó en principio solo para libros editados en Galicia o que trataran sobre Galicia, cuando aquí apenas se editó nada hasta que no empezaron a llegar las subvenciones. ¿A quién se le ocurre construir una biblioteca más grande que la Biblioteca Nacional de Berlín? Si en Alemania, que vienen editando libros desde Gutenberg, no vieron la necesidad de hacerla más grande, por qué nosotros sí? Y lo mismo pasó con la hemeroteca. En el siglo XXI una hemeroteca es un pequeño estudio con ordenadores donde están los archivos digitalizados de los periódicos. Y además, se diseñó un Palacio de la Ópera con tres ascensores en el escenario, con capacidad para montar tres óperas en un mismo día, como si fuera el Lincoln Center. En Nueva York puedes mantener una temporada de ópera durante todo el año. Pero en el resto de Europa, en Milán y Venecia, por ejemplo, no se puede. Y nosotros aquí, con poco más de 90.000 habitantes, podíamos permitirnos un teatro así. Contaban con que iban a venir la gente de A Coruña y de otras ciudades gallegas. Pero es que en Galicia la gente no suele desplazarse de una ciudad a otra para ver un concierto. Y aunque lo hicieran, ¿cómo se puede mantener el presupuesto para llenar de contenido esos edificios? Se comerán todo el dinero de la Consejería de Cultura. Peter Eisenman nunca se propuso crear una obra destinada a servir como contenedor de unas actividades precisas. Lo suyo ha sido un claro ejemplo de la arquitectura entendida como un espectáculo en sí misma, tan extendida hoy en día. Y ahora están haciendo allí actividades absurdas, a base de conferencias para 60 personas y conciertos para 200; todo eso para hacer ver que allí existe una vida que en realidad no existe".

El barbudo Morel filmó a sus amigos y a su amada durante una semana de asueto en una isla y echó a vivir para siempre sus imágenes en tres dimensiones, moviéndose dentro y fuera del museo, la misma secuencia semanal repitiéndose eternamente de principio a fin. Ahora, en lo alto del monte Gaiás, dentro del edificio que iba a ser hemeroteca y ahora es Archivo, uno puede ver proyectada a tamaño natural la figura del arquitecto Peter Eisenman, vestido de negro y con pajarita roja, explicando su proyecto:

-El reto de la Ciudad de la Cultura consistió en crear un icono contemporáneo como desafío al pasado, al presente y al futuro de un proyecto de este tipo en Galicia, en España y en el mundo...

Interior de la Ciudad de la Cultura.
Interior de la Ciudad de la Cultura.ÓSCAR CORRAL
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Una y otra y otra vez, a lo largo de los días, sin apenas visitantes, se irá repitiendo el monólogo de apenas un par de minutos frente a otras pantallas donde sus colaboradores continúan hablando también del proyecto. En un edificio aledaño se puede visitar una exposición de máquinas de escribir. El lunes a las seis de la tarde sólo había allí un paseante, un hombre que venía caminando desde la ciudad para mantener a raya el colesterol. En la inmensa biblioteca ideada para albergar libros gallegos hay carteles donde se ruega silencio, pero no había apenas nadie que pudiera perturbar ese silencio, salvo los empleados. Fuera de los edificios apenas se veía a alguna pareja de novios. Y todos los consultados convenían en decir que el proyecto era un derroche, un disparate, una desmesura. "El aparcamiento es demasiado pequeño para los grandes eventos", comentaba una joven. "Y no hay manera de venir como no sea en taxi o en coche propio, porque los autobuses son muy escasos. Y estéticamente, hay demasiada piedra y poco verde".

La piedra rosada también tiene su historia negra. Era una cuarcita muy difícil de encontrar y se extraía de una cantera en el pueblo de Muras (Lugo), propiedad del entonces alcalde del municipio coruñés de Ortigueira, del PP, Antonio Campo. "Nos obligaron a trabajar con piedra de Galicia", declaró Eisenman hace un año. A mitad de la obra, en 2008, las reservas del filón resultaron insuficientes y de mala calidad. Supuestamente, no quedó más remedió que viajar a otra cantera en el Estado brasileño de Minas de Gerais y traerlas desde allí.

Discurso de Pérez Touriño en la Ciudad de la Cultura en 2008.
Discurso de Pérez Touriño en la Ciudad de la Cultura en 2008.ANDRÉS FRAGA

El arquitecto Peter Eisenman dejó claro que la cosa no saldría barata. "Nosotros decíamos que sería demasiado caro. Él [Manuel Fraga] respondía: ése no es su problema. Decíamos que en la biblioteca cabían 250.000 libros y pedían un millón. Eso hemos hecho", declaró en una entrevista concedida a EL PAÍS en 2010.

Xosé Sánche Bugallo, quien fuera alcalde de Santiago por el PSOE desde 1998 hasta el pasado mayo y ahora es jefe de la oposición, cree que aún no se puede sacar una conclusión definitiva. "En la Ciudad de las Artes y las Ciencias, de Valencia, se invirtió cuatro veces más que aquí. Sin embargo, no hay la misma sensación de derroche porque se abrió y se puso en funcionamiento. El problema es que se iniciaron las obras por los edificios menos representativos y menos útiles. Y ahora faltan los más importantes. Ahora es un enorme monumento, pero sin coherencia. Además, como consecuencia de la situación económica, el contenedor [los edificios] no se corresponde con el contenido que albergan. Ahora, la prioridad es conectarla con el casco urbano y con la autovía de circunvalación. Vamos a ver en qué acaba. La catedral debió tardar en hacer unos 130 o 150 años. Calculo que en menos tiempo se acabará la Ciudad de la Cultura. Aunque es posible que no en mucho menos tiempo".

Vista de Santiago, con la Ciudad de la Cultura al fondo.
Vista de Santiago, con la Ciudad de la Cultura al fondo.ANDRÉS FRAGA

A pesar de las muchas críticas, Jesús Pérez Varela, el consejero de cultura que trabajaba con Fraga en aquella época, no reniega de la Cidade: "Yo defiendo el proyecto en la época en la que se hizo. Aunque es verdad que hoy, con la crisis, ese sueño habría que postergarlo. Pero era una buena idea para poner a Galicia en el mapa de Europa y la modernidad. Galicia siempre ha tenido el reto de que había que traer a la gente, nadie pasa por aquí. Y Fraga tenía grandes ideas para promover el turismo".

¿Pero no había una forma más barata de promoverlo? ¿Era necesario edificar una biblioteca para un millón de libros y un teatro de la ópera como el que aún estar por hacer?

"Lo del millón era solo una forma de hablar [Peter Eisenman sostiene lo contrario]. Y lo de la ópera... Queríamos que pudiesen representarse aquí las mismas obras que llegan a Milán o a Venecia. Los mismos conciertos que llegan a Barcelona, que hubiera espacio suficiente. Y yo creo que el pueblo gallego tiene derecho a reinventarse y a sacar un poco de musculatura cultural. Ahora no estamos en las mejores condiciones para continuar con las obras. Pero la catedral de Santiago, que ha cumplido 800 años, estuvo en constante remoción un par de siglos. Y la Torre Eiffel querían desmantelarla después de la exposición de París", añade Pérez Varela.

Fraga justificó en 2007 el incremento del coste diciendo que "el tiempo pasa y las cosas tienden a subir". También afirmó que el día en que estuviera acabada Galicia tendría, "además del Pórtico de la Gloria y las torres barrocas de la plaza [del Obradoiro], algo que será capaz de sonar en todo el mundo". Puede que sea verdad o puede que al cabo de un siglo lo único que perviva de la Ciudad sea la imagen a tamaño natural del arquitecto con pajarita roja repitiendo eternamente que el reto consistió en crear un icono contemporáneo como desafío al pasado, al presente y al futuro...

El Pepito Grillo

F. P., Santiago de Compostela

La Ciudad de la Cultura enseña una lección amarga sobre las relaciones entre la cultura y el poder. Para aprenderla hay que escuchar al arquitecto Pedro de Llano, de 65 años, hijo y padre de periodistas. Él fue de las pocas personas que se atrevieron a decir desde el principio que el rey estaba desnudo. "Quedé marginado de los encargos de las obras públicas. Algunos de los que ahora critican la Cidade procuraban mantenerse alejados de mí, para que no les relacionasen conmigo. Los arquitectos se callaron, no quisieron saber nada del tema. Y los medios... El poder económico que tiene el Gobierno gallego aquí sobre los medios es tan grande que nunca hubo una investigación rigurosa para demostrar el disparate del proyecto. Y a nadie se le ocurría pensar cómo íbamos a llenar esos edificios y con qué presupuestos. Eso me hizo pensar que esta sociedad nuestra está llena de gente teóricamente muy comprometida que cuando tienen que callar, callan", comenta.

"Pero lo peor vino cuando llegó el bipartito [el gobierno del PSOE y el Bloque Nacionalista Galego presidido por el socialista Emilio Pérez Touriño entre 2005 y 2009]. Hasta entonces yo le había facilitado a Pérez Touriño muchos informes técnicos para sus intervenciones parlamentarias contra la Cidade da Cultura. Éramos amigos, él me invitaba a cenar a su casa y a veces venía a la mía. Pero en cuanto ocupó la presidencia, yo publiqué un artículo pidiendo que, de momento, parasen la obra y tras hacer una auditoría rigurosa se decidiera qué hacer con el proyecto. A partir de ese momento, prácticamente me dejó de hablar. Dijo en una conferencia de prensa que pasaría por encima de quien se opusiera a la Cidade. Y ahora, nos vemos por la calle y adiós, adiós. ¿Cómo es posible que dos partidos que criticaron al PP durísimamente por la Cidade da Cultura asuman como propio el proyecto al llegar al poder y se enfrenten a quien lo critique? Al final, la obra solo la ha parado la crisis. Y el mérito por pararla se lo va a llevar el PP, que fue el que la inició".

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Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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