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“Hay que hacer trabajo de hormiga y ser muy paciente”

La empresaria Rosa Vañó vende su aceite de oliva en las tiendas gourmet de Nueva York

Ginés Donaire
Vañó: “El primer mes facturamos 50 euros y estuvimos a punto de tirar la toalla”
Vañó: “El primer mes facturamos 50 euros y estuvimos a punto de tirar la toalla”JOSÉ MANUEL PEDROSA

Rosa Vañó nunca imaginó que vería con sus propios ojos cómo una botellita de medio litro de aceite de oliva de alta gama producido en su almazara familiar de Jaén se vendería en las tiendas gourmet de Nueva York. Y más después de recordar cómo fueron los inicios: “El primer mes facturamos 50 euros y estuvimos a punto de tirar la toalla, pero tuvimos paciencia”. Vaya si la tuvo.

Hace ocho años, cuando cumplió los 40, pensó que era un buen momento de emprender un nuevo reto profesional. Ella dejó su trabajo como ejecutiva en Coca Cola —antes estuvo en Warner y en Universal— y su hermano Francisco hizo lo propio en un banco, y decidieron transformar la vieja aceitera de su padre —con más de dos siglos de historia— en una envasadora de los aceites más selectos. El resultado en este tiempo ha sido espectacular: Aceite Castillo de Canena está hoy presente en 40 países, y la semana pasada fue catalogado como el mejor del mundo por la guía italiana Flos Olei, una publicación de culto en el sector oleícola.

En la finca familiar de los Vañó —unas 1.500 hectáreas de olivar de regadío en la comarca de La Loma— ya ha empezado la recolección de su variedad arbequina. Lo hacen anticipándose más de un mes al inicio oficial de la campaña con la idea de obtener la máxima calidad del llamado oro líquido. Una práctica que hoy ya siguen muchos otros olivareros y que intenta cambiar la tendencia en un sector donde se da la paradoja de que España, que es líder mundial en producción, vende más del 80% del aceite a granel a Italia, que domina los mercados con el producto envasado. “Los graneles no sacan de pobre, el mercado paga por los aceites de calidad”, comenta la directora comercial de Castillo de Canena.

La ejecutiva dejó las multinacionales y lanzó al éxito la almazara familiar

Y así fue como Rosa, aprovechando su experiencia en la empresa privada y los cuatro idiomas que habla, diseñó un plan de mercadotecnia para posicionar su marca en los mercados internacionales. A más crisis, más exportación. Hoy, el 70% de sus ventas llegan del exterior. Lo hizo primero en Estados Unidos, donde este año se ha hecho con el premio Sofi Award de Oro, asimilado a los Oscar gastronómicos, y más tarde en el sudeste asiático, donde su aceite virgen extra es muy apreciado por sus propiedades saludables. Castillo de Canena crece cada año en China o en Japón. “Ha sido clave el acercamiento que Internet ha hecho de la cultura mediterránea y también la difusión que hacen los principales cocineros españoles”. La empresa dedica uno de sus comerciales al seguimiento de las redes sociales en el campo agroalimentario.

Tan asentada está la empresa olivarera que la llegada de la crisis no la han notado. “Los momentos de crisis son también momentos de oportunidades”, advierte Rosa Vañó, que en 2008 fue nombrada Mujer Empresaria del Año y que está revolucionando un sector tan masculinizado en el que se ha hecho respetar. “Esto es una cuestión de paciencia, y luego de talento, y si se tienen las dos cosas mucho mejor”, recomienda esta olivarera, casada y con tres hijos y que duerme unas 200 noches al año fuera de España debido a sus viajes comerciales. “En este sector, como en otros muchos, la gente quiere resultados a corto plazo, pero antes hay que hacer mucho trabajo de hormiga y llamar muchas veces a la misma puerta”.

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