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Rajoy promete "hablar" con los bancos para ver en qué pueden ayudar

El líder cierra la cumbre del PP sobre empleo sin concretar su reforma laboral

Carlos E. Cué
Mariano Rajoy, durante su intervención en Las Palmas.
Mariano Rajoy, durante su intervención en Las Palmas.Ángel Medina G. (EFE)

Cuando se pregunta al equipo económico del PP por qué cree que los bancos no están dando el crédito que necesita la economía para recuperarse, suelen contestar con una ironía: "Es la natural aversión al riesgo del ser humano". Esto es, los banqueros tienen miedo. En el caso de Mariano Rajoy, esa aversión al riesgo se ha convertido ya en una especie de cliché, que a él le encanta cultivar. Tanto, que ayer, cuando lo tenía todo listo para avanzar algunas de sus propuestas para crear empleo, un día después de que Rodrigo Rato le abriera el camino en Las Palmas, de nuevo se refugió en la ambigüedad.

El líder del PP dio tres claves: recuperar la confianza, que aumente el crédito y unas cuentas públicas saneadas. Pero, ¿cómo lograrlo? Por un momento, parecía que Rajoy iba a entrar de lleno contra los bancos. "Hace falta crédito, porque sin dinero no hay empleo. Hay que hacer algunas cosas. Las entidades financieras deben asumir su responsabilidad en la salida de la crisis", sentenció. Sin embargo, enseguida se mostró respetuoso y comprensivo con su situación: "Habrá que hablar con ellos [los bancos] a fondo y discutir y ver qué se puede hacer, porque también ellos tienen sus problemas, sobre todo de morosidad. Garantizo que el PP hablará con los bancos y que de ese diálogo saldrán soluciones".

Sus líneas maestras son negociar salarios en cada empresa y un contrato único

El asunto de los bancos es uno de los ejes de la campaña de Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha propuesto un nuevo impuesto para ellos. El líder del PP ha definido como "demagogia" estas propuestas y ha rechazado las últimas reformas financieras. Rajoy habla en exclusiva del Gobierno central y siempre evita entrar a criticar a sus comunidades, aunque algunas de las cajas con más problemas, como la CAM, han estado controladas por el PP desde hace 20 años. Rajoy no tiene la referencia en sus autonomías, sino en el Gobierno de 1996, en el que estuvo. Ayer lo planteó varias veces: "Hay una senda de salida, la conocemos, la hemos recorrido antes, podemos volver a hacerlo, debemos iluminar ese camino de salida de la crisis".

Cuando habla de soluciones específicas para el paro, Rajoy es muy difuso en sus discursos cerrados, siempre sin preguntas. El líder del PP se concentra en el diagnóstico y evita mojarse en la terapia. A su auditorio de ayer les planteó lo malo que es el desempleo: "Es un drama. Si los que hoy no pueden trabajar, casi cinco millones, encontraran trabajo, sería muy bueno para ellos y para el conjunto de los españoles. Supondría un enorme ahorro en el seguro de desempleo. Mucha más gente pagaría impuesto de la renta. Consumirían más y recaudaríamos más por IVA. Podríamos mejorar los servicios sociales. Cotizarían a la seguridad social, podríamos mejorar las pensiones. A los empresarios les iría mejor y pagarían más impuestos. Tener trabajo es lo mejor para todos".

Rajoy tuvo un lapsus que, como dice su entorno, demuestras que ya está con la cabeza en La Moncloa
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Hasta ahí el diagnóstico y el deseo. La receta, confianza. Y además, austeridad, que según Rajoy crea empleo. Prometió mirar una por una las partidas del Presupuesto para "eliminar lo superfluo". En cuanto a cambios impositivos, solo dijo: "Ayudaremos a los que puedan crear puestos de trabajo". Y por último, reforma laboral. Marcó hacía dónde, pero sin concretar cómo. Dijo que no le gusta la última reforma laboral del PSOE porque abre demasiado la puerta a la temporalidad. "Hay que lograr que lo temporal sea la excepción y lo fijo la norma, no al revés", sentenció. ¿Cómo? Simplificando los tipos de contratos —aunque no llegó a hablar de contrato único, como había hecho otras veces—. Ni siquiera entró en la propuesta de Rato de vincular salarios y productividad, pero sí apuntó muy indirectamente la necesidad de renegociar —se supone que a la baja— los salarios. "Las grandes decisiones salariales se deben tomar dentro de las empresas, porque cada empresa es distinta". Esto es, dar más poder a los empresarios para negociar posibles bajadas de sueldos cuando hay problemas sin la limitación de un convenio sectorial que fija un mínimo.

Aquí tuvo un lapsus que demuestra que, como dice su entorno, ya está con la cabeza en La Moncloa. Dijo: "El decreto con la última reforma lo discutiremos la próxima semana en el Consejo de Ministros...". Tras un silencio remató: "En el Congreso de los Diputados". Ante las risas del auditorio, entró al trapo: "Aunque no era intencionado, tampoco es tan exagerado".

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