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Tribuna
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Responsables

La primera reacción del poder contra un sector profesional que se pone díscolo en grupo es siempre la misma: restarles autoridad por medio del descrédito profesional

David Trueba

La primera reacción del poder contra un sector profesional que se pone díscolo en grupo es siempre la misma. Restarles autoridad por medio del descrédito profesional. Así los profesores, nada más organizar las protestas por los recortes escolares, tuvieron que escuchar que eran unos privilegiados, que disfrutaban de semanas laborables de veinte horas y vacaciones de tres meses. Esa andanada para fomentar el agravio comparativo no funcionó del todo, primero porque era tan mentira como afirmar que un astronauta solo trabaja el tiempo que navega por el espacio; y segundo, porque la pretensión de insolidaridad de los funcionarios por disfrutar de un empleo fijo ya quedó suficientemente descartada con la aceptación general de su reducción de sueldo.

La palabra funcionario tiene un matiz despectivo desde el inicio del glorioso articulismo español. Algunos de ellos terminaron comportándose como manda el arquetipo, pero otros dotan de sentido al origen de la palabra. Funcionario viene de funcionar, allá donde muchas cosas se solucionan sin que nadie comprenda del todo el milagro, en el paraíso de la queja y los derechos adquiridos. Son muchos los funcionarios que claman contra los excesos de algunos colegas, su falta de compromiso, la imposibilidad de sacudírselos de encima. Parecía sencillo que la sociedad rechazara sus movilizaciones, usando similar artillería a la que en su día se puso en práctica contra los actores que ofrecieron su cara en movilizaciones sociales y antibélicas. Caraduras que no madrugan, titiriteros proetarras, los de la ceja; pero lo que funcionó entonces topa ahora con una resistencia mayor en la consideración del profesorado.

Por variar el tiro, ahora a los profesores se les reclama responsabilidad. Y quizá sea otro error de cálculo. A lo mejor la responsabilidad de quienes tienen a su cargo la parte académica de la educación de los menores españoles consiste en resistirse a la degradación, al abandono, a la precariedad. Responsabilidad puede consistir en ser una de las voces autorizadas para frenar fáciles atajos en la cuadratura del balance contable. Vamos a asistir a la lucha del futuro contra el presente. Los profesores no están defendiendo su estatus, sino las carencias y el desprecio por la formación de nuestros hijos. Obviamente, la única esperanza ante tanto fraude.

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