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Tres noches en el avispero de Sol

El PP ensalza a los peregrinos y aprovecha la bronca con los manifestantes para cargar contra el Gobierno mientras la izquierda denuncia las cargas contra los laicos La policía inicia una investigación interna por los altercados de Madrid

La policía disuelve a porrazos a un centenar de personas que se había concentrado en Sol el jueves.
La policía disuelve a porrazos a un centenar de personas que se había concentrado en Sol el jueves.SAMUEL SÁNCHEZ

La Puerta del Sol se convirtió el pasado miércoles en una de las zonas con más tensión y crispación de la ciudad. Coincidieron en este emblemático punto una manifestación laicista convocada por un centenar de organizaciones con cientos de peregrinos que participaban en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Un fuerte dispositivo policial no evitó que la marcha acabara con porrazos y carreras por las calles aledañas a Sol.

El recorrido de la marcha. Primero, prohibido; luego, autorizado. El toma y daca protagonizó los días previos de la manifestación. Los convocantes habían convertido el paso por la Puerta del Sol en una premisa irrenunciable por la carga simbólica de este espacio tras la acampada de los indignados. El informe previo no vinculante del Ayuntamiento y el de la Abogacía del Estado desaconsejaba este final para evitar desórdenes públicos. En primera instancia, la Delegación del Gobierno autorizó un recorrido que no pasaba por Sol. Reuniones posteriores con los promotores permitieron un cambio de itinerario y que la marcha comenzara y acabara en la plaza de Tirso de Molina tras pasar por Sol. El PP pidió desde el primer momento que no se autorizara la marcha, ya que era “una provocación” para los miles de peregrinos que acudirían esos días a Madrid. “Yo tengo una obligación y eso incluye que la gente pueda manifestarse y ejercer su derecho de reunión. De no haberlo hecho, habría incurrido en un delito de prevaricación”, explicó a este periódico la delegada del Gobierno en Madrid, Dolores Carrión.

Encontronazo de manifestantes y peregrinos. La manifestación laica comenzó con pocos participantes, pero conforme avanzaba por las calles del Doctor Cortezo y Carretas y la plaza de Jacinto Benavente, a la marcha se sumaban miembros de colectivos gais e indignados. Los antidisturbios trataron hacer un cordón de seguridad para que los manifestantes pudieran discurrir sin problemas por Sol, entre las calles de Carretas y Alcalá. Pero los incidentes llegaron. Una parte de los manifestantes se paró y reprobó a gritos que algunos peregrinos comenzaran a rezar de rodillas o gritaran lemas a favor del Papa.

Los manifestantes detuvieron su recorrido y empezó un cruce de cánticos, insultos y reproches mutuos. Unos cantaban y los otros respondían. Si los peregrinos gritaban: “Esta es la juventud del Papa”, los laicos les replicaban: “Hemos venido pagando el autobús”, o “esa mochila la he pagado yo”. Los congregados se fueron apropiando de la zona, mientras la policía echaba a los peregrinos “por motivos de seguridad”. La situación se mantuvo así durante bastante tiempo. Hasta que la policía se hartó de contener a los manifestantes y comenzó a cargar.

Fuentes de la Jefatura Superior de Policía de Madrid aseguran que algunos agentes fueron agredidos y explican que se actuó “de forma proporcionada”. “No podemos permitir que nos insulten y nos peguen y que no hagamos nada”, recuerdan esas fuentes. Las carreras se saldaron con ocho detenidos y unos quince heridos.

El día después. La carga policial del miércoles sentó muy mal entre el colectivo convocante y decidieron acudir de nuevo a Sol el jueves. Se trataba de una concentración no autorizada por la Delegación del Gobierno, pese a lo cual contó con un fuerte dispositivo policial. El Papa ya estaba en Madrid y celebraba en esos momentos uno de los actos principales de la JMJ en la plaza de Cibeles. Cuando terminó el acto, la policía restringió el acceso a la Puerta del Sol: encerró a los manifestantes, cifrados en unos 460, en el centro de la plaza con un fuerte cordón policial. Conforme avanzaba la noche, el número fue bajando.

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Los peregrinos también acudieron y fueron increpados por los manifestantes. Los momentos de más tensión fueron protagonizados por un grupo de carlistas que se enfrentó a los laicos. Los policías intervinieron.

Alrededor de las diez de la noche, la policía condujo a los manifestantes desde el centro de la plaza hacia la calle de Carretas. Minutos después, los antidisturbios empujaron a los congregados —menos de un centenar— hacia la plaza de Jacinto Benavente. En pocos minutos iba a desfilar por allí la procesión del Cristo de Mena y había que dejar expedita la plaza. Se produjeron entonces algunas actuaciones bastante desproporcionadas de algún integrante de la UIP que fueron grabadas y distribuidas por Internet. Las imágenes muestran cómo los policías agreden a un hombre que circula tranquilamente con su bici o pegan un tortazo a una mujer.

La policía tenía la orden que siempre recibe en estos casos: emplear la violencia solo cuando sea necesario y como solución última, pero algo falló. “No estamos de acuerdo con esas actuaciones y hemos abierto una investigación interna para ver si hay algún tipo de abuso o uso inapropiado de la fuerza. No podemos permitir estos comportamientos”, explicaron desde la Jefatura Superior de Policía. Tres sindicatos del cuerpo (SUP, UFP y CEP) han pedido que se depuren responsabilidades por las cargas.

La bronca política. El PP salió en tromba los días siguientes a la disolución a porrazos de la concentración de la marcha laica. Se emplearon a fondo la presidenta, Esperanza Aguirre, la consejera de Presidencia, Regina Plañiol; el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón; el secretario regional de la formación, Francisco Granados, y hasta el defensor del menor, Arturo Canalda. Este último, un cargo nombrado a dedo por el Gobierno regional, abrió una investigación de oficio para averiguar si los menores peregrinos recibieron amenazas o agresiones en Sol. Poco o nada habló de los jóvenes laicos que fueron increpados por católicos.

El portavoz del Gobierno y ministro de Fomento, José Blanco, salió en defensa de la actuación policial. Afirmó que creía que no se había producido ningún exceso por parte de la policía. Por la tarde, el PSOE rectificó y aseguró a través de la Delegación del Gobierno y la propia policía que se investigarían los posibles abusos policiales.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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