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El Papa renuncia a leer su discurso de la Vigilia por una intensa tormenta

El Papa quería animar a los jóvenes a elegir entre el matrimonio católico o el sacerdocio. El mensaje se ha difundido a través de los medios de comunicación Los peregrinos comenzaron a llegar al aeródromo de Madrid, desde primera hora de la mañana

El Papa Benedicto XVI ha renunciado a pronunciar su discurso de apertura de la vigilia, en el aeródromo de Cuatro Vientos, donde le aclamaban cientos de miles de peregrinos, ante la intensa lluvia que ha comenzado a caer poco después de que iniciase la lectura, y que ha causado siete heridos al desplomarse varias carpas.  "Vuestra fuerzas es mayor que la lluvia. Gracias por vuestra alegría", ha dicho Ratzinger, que se ha retirado del escenario para cambiarse de ropa. El Papa agradecía así a los fieles, que han aguantado la tormenta al grito de "esta es la juventud del Papa". "Con su lluvia, el señor nos manda su bendición", ha dicho.

Algunos peregrinos llegan al recinto de la vigilia a pie desde el centro de Madrid, a casi 10 kilómetros

Pero no ha retomado el discurso, en el que quería advertir a los jóvenes sobre sus planes de futuro, según el texto facilitado por la organización. Benedicto XVI les iba a pedir que escuchasen la “llamada de Cristo” y la siguieran con “valentía”. A unos, les iba a explicar, los llamaría para el matrimonio “en el que un hombre y una mujer forman una sola carne”. A otros, en cambio, los llamaría al sacerdocio o la vida consagrada.

Después de su reunión con monjas, el viernes, y con seminaristas, en la mañana de ayer, donde el Pontífice ya había disertado sobre la vida consagrada, en Cuatro Vientos había decidido centrarse en el matrimonio. Quizás por hacerse eco del deseo del arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, que al comienzo de la jornada pidió que salieran de estos días 500.000 bodas.

Benedicto XVI quería explicar a los jóvenes que el matrimonio es un “horizonte luminoso y exigente a la vez”, en el que hay que ser conscientes de que solo un “ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado”. No al divorcio, quería reseñar Benedicto XVI, precisamente en unos tiempos en los que cada día cinco matrimonios en España piden a la Iglesia la nulidad de su vínculo.

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Fe y lipotimias

Los fieles no han parado de llegar en todo el día. Bajo un sol abrasador (las temperaturas rondaban los 39 grados por la tarde), se dieron las primeras bajas: los servicios de emergencia han atendido a más de 800 personas, la mayoría por mareos y lipotimias a causa del calor. 24 de ellos han tenido que ser trasladados y dos se encuentran en estado grave.

Vista aérea del aeródromo de Cuatro Vientos.
Vista aérea del aeródromo de Cuatro Vientos.J.J Guillén (EFE)

El aeródromo de Cuatro Vientos, que tiene una extensión equivalente a 48 campos de fútbol, apenas cuenta con zonas de sombra para los miles de jóvenes que aguardaban la visita del pontífice. Los asistentes a la Jornada Mundial de la Juventud se dirigían a los sectores de acampada que les habían sido asignados para la vigilia de esta noche y plantaban tiendas de campaña, o carpas con telas y cartones que también les servían para protegerse del sol. Había larguísimas colas para aprovisionarse de agua en los baños públicos instalados para la ocasión. En medio de la polvareda, los bomberos refrescaban al público con mangueras y había músicos tocando en el escenario para amenizar la espera.

La expectación por ver a Benedicto XVI en el penúltimo día de su visita a Madrid era tal que algunos peregrinos se habían acercado a Cuatro Vientos ya por la mañana. Algunos, incluso, se habían atrevido a hacerlo caminando desde el centro de la ciudad, a casi 10 kilómetros de distancia. Otros habían optado por usar el transporte público, aunque en estaciones de metro como la de Oporto habían tenido que esperar en los andenes por la aglomeración de viajeros. Además, la estación de Cuatro Vientos estaba cerrada, por lo que tuvieron que hacer un cambio en Aluche y coger uno de los autobuses especiales que llegaban cada minuto a la plaza.

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