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"He vivido nueve meses en una caravana"

Lluís Martí, la primera persona que frena un desahucio en España, se enfrenta al quinto desalojo

Àngels Piñol
TEJEDERAS

“Y Dios creó al hombre, y el séptimo día, descansó. Y luego creó a la mujer, y descansó. Y después la Plataforma ¡Y no hubo Dios que descansara!”. Alguna feminista refunfuña pero Lluís Martí, un barcelonés de 53 años, se lo toma a guasa. Con un sentido del humor a prueba de bomba, Martí juega con el megáfono e intenta animar a las personas que acuden de forma solidaria a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) para evitar desahucios. Mecánico de profesión, separado y padre de un niño de 9, Martí no para y cuando ve que las fuerzas decaen, alza la voz y recuerda que él mismo ha logrado cinco veces desde septiembre paralizar que le echaran de su casa en una urbanización de La Bisbal del Penedés, un pueblecito a 30 kilómetros de Tarragona.

Nunca ha militado en ningún partido ni sindicato ni sido miembro de un colectivo social pero Martí parece ahora un consumado activista en defensa de los derechos sociales de las personas sometidas a desalojos. “He sido la primera persona de España que ha logrado frenar un desahucio”, recalca tras un sinfín de peripecias que empezaron cuando vio que no podía asumir las letras. La casa la compró en 2002 y el banco la tasó en 108.000 euros. La firmó a 30 años y pagaba 400 euros al mes. Pero tuvo la oportunidad de quedarse un taller de motos en 2007 y amplió la cuota a 750. Pero en febrero de 2008 ya vio que el negocio no funcionaba. No pudo hacer frente a los pagos, debía 6.000 euros a Catalunya Caixa y la entidad se negó a negociar. En septiembre, se enfrentó al primer desahucio. Y ahora la deuda asciende a 100.000 euros: la mitad de la hipoteca y la otra, por intereses.

Y a partir de esa fecha, le empezaron a llover cartas del juzgado. La primera citación era para el 8 de septiembre y logró una prórroga hasta el 22. Y después el juez de El Vendrell le aplazó el desahucio hasta el 3 de noviembre. Para entonces, ya había contactado con la PAH gracias a un amigo que conocía a través de las carreras de trial que hace su hijo, que fue campeón del mundo en 2010. La fecha fatídica enmarcada en rojo fue el 3 de diciembre cuando el juez le avisó que si no entregaba las llaves de la casa se enfrentaba a una detención. Ese día, Lluis dio un paso más y acompañado por un grupo de miembros de la PAH acudió al juzgado. Y allí, el juez le concedió una nueva demora al acceder a su petición de pasar en casa en invierno como sucede en otros paises europeos. Ahora ya tiene un un abogado de oficio y tiene señalado el nuevo desahucio para octubre. 

Su caso despertó el interés de cadenas como la BBC y Al Jazeera tras frenar tantas veces el desahucio. "He vivido durante nueve meses en una caravana que me dejó un amigo y que planté delante de mi casa", cuenta para relatar que ahora ha metido el vehículo en su jardín y que duerme bajo techo aunque tiene una extraña sensación: ya no tiene ni los muebles -los ha tenido que vender- y su casa no la siente suya. No encuentra trabajo y no se niega a pagar un alquiler social pero el banco ha rechazado cualquier propuesta de dación en pago.

Pese a su situación límite, siempre que puede acude a las llamadas de la PAH para frenar desahucios y ha estado tres veces en Badalona, tres veces en Montcada i Reixach, otra en Segur de Calafell y el 12 de julio  en Santa Coloma de Gramenet. En esa última ocasión y ante la imposibilidad de poder pagar la reparación del coche, hizo a pie los 10 kilómetros desde la Bisbal a El Vendrell para tomar el tren a Barcelona. “Intento tomarme la situación con optimismo pero la situación es muy difícil. Cada juguete de mi hijo que no he podido comprar o cada tenedor que he tenido que tirar es muy duro. No perdono a los bancos”, afirma. “No han querido negociar cuando la realidad es que el banco no quería mi casa ni yo quería que se la quedaran”. Pero su casa ha sido subastada y hay una agencia inmobiliaria, El Idealista, que la vende por 175.000 euros. El sigue dentro.

 

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