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Ezker Batua decide en referéndum dar la Diputación de Álava al PP

Un 84% de los militantes rechaza apoyar al PNV y abre paso al popular Javier de Andrés Madrazo quema los puentes con los peneuvistas, que se ven reducidos a Bizkaia

Acceso a la sede de Ezker Batua en Vitoria, durante la jornada de referéndum.
Acceso a la sede de Ezker Batua en Vitoria, durante la jornada de referéndum. L. RICO

Ezker Batua dejará hoy vía libre al candidato del Partido Popular, Javier De Andrés, en la Diputación de Álava en el pleno de investidura. La formación culminó anoche semanas de negociaciones de infarto, vaivenes y contradicciones en sus declaraciones públicas con un referéndum de última hora entre sus militantes, que tenían que decidir si les parecía suficiente la última oferta del PNV, que incluía una alusión a recuperar el impuesto del patrimonio a condición de que se hiciera en los tres territorios. El 84% de los militantes dijo no al optar por que sus dos votos en las Juntas Generales sean para su propia candidata, Nerea Gálvez, frente a un 16% que aceptaba la oferta peneuvista.

La decisión es “vinculante”, según confirmó la portavoz de la negociación, Kontxi Bilbao, que aseguró que hoy no habrá sorpresas. EB en Álava, controlada por el sector del coordinador general, Javier Madrazo, no quiso precisar qué porcentaje de los cerca de dos centenares de militantes que afirman tener acudieron a votar. Bilbao se limitó a decir que la participación fue “media”.

Así las cosas, Euskadi da un paso más en su nueva etapa política, dejando atrás la época en la que el PNV mantenía su hegemonía en las instituciones. Si a principios de 2009 el Ejecutivo autonómico y las tres diputaciones estaban en su poder, ahora cada institución estará gobernada por un partido distinto, añadiendo variables al ya de por sí complejo panorama político dejado por las urnas el 22-M: el Gobierno vasco con el PSE, Gipuzkoa con Bildu, Bizkaia como feudo del PNV y Álava para el PP. Los cuatro gobiernos están en minoría.

Los populares, primera fuerza el 22-M al lograr 16 representantes, tienen asegurado el apoyo de los 9 junteros socialistas, por lo que De Andrés sumaría 25 votos. El PNV, con 13 junteros, también tiene garantizado el apoyo de los 11 representantes de Bildu, con lo que suma 24.

Vuelta del PP

Los populares recuperarán previsiblemente el bastón de mando foral que perdieron en 2007, consolidando así su regreso a la primera línea en la provincia semanas después de que Javier Maroto se hiciera con las riendas del Ayuntamiento vitoriano. En un último intento de convencer a EB, por la mañana el presidente del ABB, Iñaki Gerenabarrena, alegó que esto le daría a los populares el “poder absoluto” en la provincia.

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La realidad es que el Gobierno de Javier De Andrés tendrá que ceñirse a la aritmética del legislativo provincial y tendrá que sudar la gota gorda para llegar a acuerdos que garanticen la gobernabilidad en el territorio. Las voces más osadas en EB tampoco descartan que, más adelante, el PNV cambie de postura, acepte sus exigencias y se plantee una moción de censura, una posibilidad que Gerenabarrena ayer descartó de plano.

Las únicas claves de la confusa estrategia de EB en la negociación las tiene el círculo más próximo a Madrazo, que ordenó a última hora tensar la cuerda en la negociación con el PNV hasta romperla. El abrumador resultado a favor de cerrar paso a los nacionalistas en el referéndum indica que probablemente que los madracistas tenían indicación de voto. El exconsejero de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno de Juan José Ibarretxe habrá quemado así los puentes con los peneuvistas y la percepción de una EB al servicio del nacionalismo se diluye.

La errática imagen transmitida no ha sido del agrado del coordinador general actual, Mikel Arana, enfrentado con Madrazo. La decisión supone también un desaire para la dirección federal de IU, que había prometido no dejar “ni por acción ni por omisión” la constitución de gobiernos del PP, y que aún intenta lidiar con la rebelión de Extremadura. Todo esto, si no hay un enésimo volantazo de última hora, una estampa que va camino de confirmase como marca de la casa en la política alavesa.

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