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El factor Bildu y la resistencia del PSE-EE

Euskadi prevé un nuevo marco político de pactos abiertos en ayuntamientos y diputaciones

El alcalde de Vitoria y candidato por el PSE-EE, Patxi Lazcoz (dcha), y el cabeza de lista de Bildu, Kike Fernández de Pinedo, charlan en un colegio electoral del centro de Vitoria.
El alcalde de Vitoria y candidato por el PSE-EE, Patxi Lazcoz (dcha), y el cabeza de lista de Bildu, Kike Fernández de Pinedo, charlan en un colegio electoral del centro de Vitoria.David Aguilar (EFE)

En un escenario sin violencia, el País Vasco se dispone a conformar sus ayuntamientos y diputaciones con la plena seguridad de que ningún partido político podrá gobernar con mayoría absoluta, a partir de los resultados del 22-M. A ello contribuirá, especialmente, la irrupción de la nueva marca abertzale Bildu (Reunir), que incluye a la izquierda radical junto a Eusko Alkartasuna y Alternatiba –una escisión de Ezker Batua (EB), y que se ha configurado como el epicentro de una campaña muy anodina, pero excesivamente politizada y en ausencia de debates programáticos.

Los radicales se examinan después de haberse acogido al voto nulo en la convocatoria de 2007 y su propósito es acercarse a los excelentes resultados obtenidos en las elecciones locales de 1999, precisamente en el curso de otra tregua de ETA y, sobre todo, en la ola creciente que suponía la unidad de los abertzales tras el pacto de Lizarra. Entonces, Euskal Herritarrok obtuvo 228.147 votos y se convirtió en la segunda fuerza del País Vasco, por detrás de la coalición nacionalista PNV-EA. Ahora, la violencia es un estadio al que ningún partido ha aludido en esta campaña, pero el encuentro entre los soberanistas se ha transformado, paradójicamente, en una pugna electoral. De hecho, Bildu viene para ensanchar su presencia en la izquierda abertzale desde su nueva perspectiva proclive a la paz para así diluir la opción que durante los diez años ha venido representando Aralar en este significativo sector de la sociedad vasca. A su vez, la nueva coalición representa una amenaza directa para el PNV, sobre todo en Guipúzcoa donde le va a disputar el primer puesto en los comicios de este domingo y, sobre todo, le complicará las opciones de gobierno ya que le puede obligar a que recurra al PSE-EE para mantener el poder.

Los radicales se examinan después de haberse acogido al voto nulo en la convocatoria de 2007

Enfrente, los dos partidos que sostienen el pacto del Gobierno vasco defienden sus propios intereses. La situación más peliaguda mira al PSE-EE ya que puede ver seriamente comprometido su poder en Álava, con la pérdida de la capital, Vitoria, a favor del PP, y sin opción en las urnas para alcanzar la Diputación, donde el PNV aparece como principal favorito ya que no le ha afectado la imputación de al menos diez afiliados en una trama de supuesta corrupción, que se ha venido a denominar caso De Miguel, en alusión al diputado foral sobre el que recaen las principales sospechas. En el caso de San Sebastián, Odón Elorza volverá a recurrir a apoyos ajenos para mantener su alcaldía, a la que aspirarará en su previsible condición de ganador. La resistencia socialista, además, se prolongará en otros significativos municipios guipuzcoanos como Irún, Eibar o Rentería.

La situación más cómoda en este nuevo examen se antoja para el PNV en Vizcaya y en Bilbao, donde dispondrán de mayoría suficiente aunque se verán abocados a la búsqueda de acuerdos, siempre complicados en función de la presencia de Bildu en cada una de las instituciones. Y es que la negociación entre todos los partidos para conformar acciones de gobierno sólidas vendrá a ser el denominador común de estas elecciones. Tras la incorporación de Bildu, hay un nuevo denominador común en Euskadi: el rechazo unánime a la violencia. Así se ha puesto de manifiesto durante la campaña, donde no ha habido alusión alguna a ETA, ni tampoco la organización terrorista ha buscado como en anteriores ocasiones su minuto de gloria con comunicado alguno en el día de reflexión.

La peor situación queda en el bando de los partidos minoritarios.Todos los pronósticos coinciden en asegurar que esta noche surgirá una Euskadi menos fraccionada. Si así fuera, opciones como Hamaikabat y UPyD tendrían dificultades para encontrarse. En el caso de Ezker Batua (EB), sacudida por sus disensiones internas, y de Aralar, con Bildu enfrente, las conjeturas se suceden. Eso sí, nadie descarta que EB acoja en estos tiempos de crisis y paro a los desencantados del socialismo y así contenga su aislamiento, mientras Aralar trate de rentabilizar su intrincado peregrinaje proclamando la necesidad de la paz desde posiciones de izquierda vasca.

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