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De arrepentidos y delatores

Despedidos de tramas empresariales corruptas o imputados colaboran con la justicia

Las grandes causas de corrupción política conocidas en España se han impulsado en muchas ocasiones gracias a la confesión de personas que trabajaron para las tramas y fueron despedidas, o por el arrepentimiento de imputados en la última fase de la investigación judicial para reducir sus condenas a cambio de admitir los delitos.

El caso Filesa, la financiación ilegal del PSOE a través de distintas sociedades, recibió el impulso de quien fue el contable de la trama empresarial, Carlos Alberto van Schouwen, que fue despedido unos meses antes de que estallase el escándalo por el que fueron condenados varios dirigentes socialistas. “Lo que me lleva a presentar la denuncia es pedir justicia. En aquellos momentos yo me siento atropellado en mis derechos fundamentales como ser humano. La demanda es el único camino que encuentro para intentar defender mis derechos y que la justicia se restablezca”, declaró entonces.

En el caso Gürtel, el ex concejal del PP en Majadahonda, José Peñas, destapó el escándalo tras colaborar durante años con Francisco Correa, jefe de la trama corrupta.

El cabecilla de la red Gürtel llegó a financiar un partido independiente creado por Peñas, que había sido expulsado del PP tras un escándalo sobre adjudicación de suelo municipal. Correa dejó en la estacada al ex concejal Peñas tras no obtener éste ninguna representación en las elecciones municipales de Majadahonda. Peñas grabó durante meses las conversaciones que mantenía con Francisco Correa, dónde este detallaba toda su actividad delictiva con administraciones gobernadas por el PP. Esas grabaciones llegaron a la Fiscalía Anticorrupción de la mano de Peñas y fueron el origen del mayor escándalo en la historia del PP que ha provocado la destitución o cese de dos decenas de altos cargos de la formación conservadora.

Tanto en uno como en otro caso, estos procesos por grave corrupción política tuvieron en su origen a un delator, que había roto relaciones con la trama delictiva y denunció los manejos que había conocido ante los tribunales.

En el caso Nóos, el primer arrepentido fue José Luis Ballester, director general de Deportes en el Gobierno balear, que confesó los manejos para adjudicar los contratos sin concurso previo a Iñaki Urdangarin y su socio Diego Torres. Su delación condenó al ex presidente balear Jaume Matas y al propio Urdangarin.

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Además, en Baleares ha habido otras causas por corrupción política que recibieron el impulso de arrepentidos. En el caso Andratxs de corrupción urbanística en un municipio balear, un funcionario confesó los delitos y ayudó a desentrañar varias causas que se estaban investigando. Su arrepentimiento no le evitó una condena de cárcel.

En el caso Scala, que investigó el saqueo sistemático de las arcas públicas por distintos altos cargos de la administración balear, 16 de los 18 acusados confesaron los delitos y admitieron las penas que pedía para ellos la Fiscalía Anticorrupción. Su arrepentimiento llevó a la condena de los dos máximos responsables de la trama corrupta y redujo la pena para los 16 acusados que confesaron en un tercio respecto a la petición fiscal al comienzo del juicio.

 

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