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Los radicales de Syriza consuman la ruptura del partido de Tsipras

25 diputados rebeldes forman grupo parlamentario y un partido que concurrirá a los comicios

María Antonia Sánchez-Vallejo
Tsipras, ayer durante la reunión con el presidente griego.
Tsipras, ayer durante la reunión con el presidente griego.A. KONSTANTINIDIS (REUTERS)

La ruptura de Syriza se consumó este viernes al anunciar el exministro Panayotis Lafazanis la formación de un grupo parlamentario con 25 diputados radicales que irán con lista propia a las elecciones para  defender el “clamor popular expresado en el referéndum del 5 de julio con un 62% de noes”. El nuevo partido, Unidad Popular, reivindica las esencias de Syriza frente a las “concesiones” de Alexis Tsipras a los socios, al tiempo que aboga por cancelar el rescate, anular la deuda e incluso por una salida "ordenada" del euro.

En Unidad Popular, que ya es el tercer grupo parlamentario, no están de momento ni el exministro de Finanzas Yanis Varoufakis ni la polémica presidenta del Parlamento, Zoí Konstandopulu, que también votaron en contra del tercer rescate el pasado viernes.

Entre sus 25 diputados rebeldes sí figuran, en cambio, algunos de los ministros defenestrados por Tsipras en julio al remodelar su Gobierno, como el antiguo número dos de Defensa, Kostas Ysichos, y el responsable de Seguridad Social, Dimitris Stratulis. También el conocido economista Kostas Lapavitsas, y no se descarta que en los próximos días se incorporen otros críticos. Para lograr representación parlamentaria, Unidad Popular deberá superar, como el resto de concurrentes, el listón del 3% de los votos.

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En su primera comparecencia por libre ante la prensa, en Atenas, Lafazanis, ministro de Energía hasta julio, señaló que un hipotético Grexit se haría “de una manera organizada y con un programa para el crecimiento”. “Fuera de la eurozona hay muchos países que lo están haciendo bien y que son viables”, subrayó.

Fue precisamente el acuciante riesgo de salir del euro lo que empujó a Tsipras a aceptar las severas condiciones de los socios el pasado 12 de julio en la cumbre europea de Bruselas, una traición que Lafazanis y los suyos no le perdonan. Los radicales echan en cara a Tsipras que haya “mostrado una nueva cara completamente opuesta a la de Syriza” y que “pida ahora a la gente que se apriete la soga al cuello y respalde un nuevo memorándum”, según el anuncio de la Plataforma de Izquierdas que lidera Lafazanis.

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Mientras, la maquinaria constitucional se ponía en marcha con la vista puesta en la cita electoral de septiembre. En este complicado interregno, el encargo de formar Gobierno recayó este viernes en el líder de la oposición, el conservador Vanguelis Meimerakis, cuyos intentos parecen destinados al fracaso pero que, si agota el plazo de tres días del que dispone, retrasará la fecha de las segundas elecciones de este año (y las terceras anticipadas desde que empezó la crisis).

Fin de época

En el ambiente y la opinión pública flotaba ayer “un regusto a fin de época, la del único intento organizado de formular una izquierda viable como alternativa de gobierno, fuera del estéril inmovilismo del Partido Comunista; una izquierda moderna y con futuro y, sobre todo, recuperada por fin de la herida histórica que le infligió la guerra civil griega”, según un diputado de la corriente mayoritaria de Syriza que pidió no ser identificado.

La división formal de Syriza —una amalgama de diversos grupos de izquierda— era notoria desde hacía tiempo, por ejemplo durante su constitución como partido, en 2013, cuando en el proceso incorporó a independientes más centristas e incluso fichajes de otros partidos, como la diputada Raquel Makri, procedente de la derecha soberanista de Griegos Independientes (ANEL, actual socio de coalición de Syriza) y ahora embarcada en el partido de Lafazanis.

El antecedente más expreso de ruptura, no obstante, data de febrero, cuando se dejaron oír las primeras voces críticas —entre ellas las del veterano Manolis Glezos, tótem del partido y de la izquierda griega—, ante las condiciones del llamado “acuerdo del 20 de febrero” por el que el Eurogrupo concedió una prórroga, hasta el 30 de junio, del segundo rescate. Desde entonces, el grupo de críticos no ha hecho más que crecer, consagrándose en las dos votaciones de medidas urgentes, en julio, y en la aprobación del tercer rescate, hasta sumar un tercio de la bancada de Syriza (149 escaños antes del cisma).

Con este nuevo escenario político avanza también el anunciado giro al centro, hacia el espacio de una socialdemocracia canónica, emprendido por un Tsipras más estadista enfrentado a condiciones muy duras a la hora de gobernar. El actual ministro de Finanzas, Efklidis Tsakalotos, apuntó anteayer ese giro en unas declaraciones. “Grecia ha enviado un mensaje inequívoco a la socialdemocracia europea, el tercer rescate la ha ayudado a despertar”. Por primera vez, un alto cargo de Syriza no interpelaba a la “izquierda europea”, sino, en un grado más modesto, o más pragmático, a la socialdemocracia.

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