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Madrid y Lisboa amagan con vetar la agenda de energía

España y Portugal reclaman que Francia desbloquee las interconexiones de la península Polonia rechaza metas más ambiciosas de reducción de emisiones

Claudi Pérez
El presidente español, Mariano Rajoy, y el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, el pasado junio en el Palacio de Vidago (Portugal).
El presidente español, Mariano Rajoy, y el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, el pasado junio en el Palacio de Vidago (Portugal).jose coelho (efe)

La interminable crisis económica empieza a dejar hueco a otros asuntos en Europa. Junto con el pulso Alemania-Francia por las reglas fiscales, la piedra de toque de la próxima cumbre europea —y van 42 en el último lustro— será la agenda de energía y cambio climático. También ahí los intereses nacionales pesan lo suyo, aunque la amenaza de Moscú de cerrar la llave del gas haya encendido, aparentemente, todas las alarmas. Altos funcionarios de los países europeos buscaban esta noche acercar posturas en dos ámbitos. Por un lado, España y sobre todo Portugal amagan con vetar las conclusiones de la cumbre si Francia no desbloquea las interconexiones de la península Ibérica, algo que viene haciendo desde tiempos inmemoriales. Por otro, Polonia encabeza un grupo de países poco favorables a políticas medioambientales más ambiciosas, para evitar que los precios de la energía se encarezcan aún más y por su dependencia del carbón.

Todas esas amenazas tienen mucho de gesticulación; buenas dosis de teatro. Pero la media docena de fuentes consultadas este miércoles en el Consejo, la Comisión y entre los diplomáticos daban por prácticamente seguro un acuerdo de última hora, con esa bien ganada fama de los europeos por la escenificación de los pactos in extremis.

La Unión debe pactar las metas de reducción de emisiones para 2030, esenciales para poner rumbo a la cumbre que Naciones Unidas organizará el año próximo en París. “Debería ser factible acordar una reducción del 40% [respecto a las cifras de 1990] de la emisión de gases con efecto invernadero, y dar una señal potente en los objetivos de eficiencia energética y energías renovables”, indicaron fuentes europeas.

Polonia y varios países del bloque del Este siguen usando más carbón que la media en su mix energético, y esa reducción de emisiones le puede resultar más costosa, menos llevadera. Sin embargo, el nombramiento del ex primer ministro polaco Donald Tusk como futuro presidente del Consejo Europeo puede abrir alguna puerta: Tusk no puede estrenarse con un veto de su país. En el caso de Portugal y España, la pelea se centra en que los socios europeos acepten un objetivo del 15% en las interconexiones energéticas para 2030; ahora, en el caso español esa cifra es prácticamente ridícula, del 2,4%. Pero las fuentes consultadas afirman que el quid de la cuestión, más que ese 15% proveniente de las interconexiones —que puede valer como cifra orientativa—, pasa por acompasar la reducción de emisiones al bajo grado de interconexión. Eso daría más margen a España y Portugal para cumplir mientras no haya infraestructuras que conecten adecuadamente la península con el continente.

“No apoyaremos un acuerdo que no incluya metas de interconexión energética porque son esenciales para crear un marco regulatorio estable y predecible para atraer inversión privada”, dijo a Reuters Bruno Macaes, secretario de Estado para Europa del Ejecutivo portugués. Fuentes diplomáticas indicaron que España estaría dispuesta a aceptar un objetivo no vinculante del 15% para las interconexiones y que “no está en la necesidad de vetar” el paquete. Francia cumple ya con el 10% de interconexión (la meta fijada para 2020) con todos sus vecinos. Con una excepción: España.

Sobre las renovables, los Veintiocho acordarán que sean la fuente de “al menos” un 27% de la energía que se utilice en 2030, según un borrador de las conclusiones del encuentro, un compromiso intermedio entre los que defienden el 30%, como Alemania o Portugal, y quienes se oponen a esa posibilidad, como Reino Unido. La meta será de obligado cumplimiento, pero los países no tendrán que acatar objetivos nacionales, sino que se hará una media con todos los socios europeos, de manera que unos podrán compensar a otros, informa Efe.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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