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Violencia en Ucrania

La calle derriba al régimen ucranio

El presidente Yanukóvich abandona Kiev, pero se niega a dimitir Desde el Esta del país denuncia un "golpe de Estado" Grupos de opositores ocupan la sede la Presidencia La ex primera ministra Timoshenko se dirige a la multitud tras ser liberada El Parlamento nombra todos los cargos de poder del país

Pilar Bonet
Los manifestantes celebran la destitución de Yanukóvich.
Los manifestantes celebran la destitución de Yanukóvich.ALEXEY FURMAN (EFE)

La lógica revolucionaria se impuso este sábado en Ucrania donde el poder cambiaba de manos a una velocidad de vértigo sin que sea aún posible prever las consecuencias para el futuro del país y las repercusiones sobre su entorno internacional. La ciudad Járkov se constituía como un polo de oposición a lo que sucedía Kiev, aunque está por ver cuál será su fuerza de atracción para las regiones rusoparlantes del sur y el este del país, si es que la primera capital de la Ucrania soviética llega a constituirse como un polo alternativo de poder, lo que hasta ahora no ha llegado a ocurrir.

La ex primera ministra YuliaTimoshenko comenzó una intervención muy emotiva y dramática ante el Maidán, en la que pidió a los manifestantes que no se fueran de la plaza hasta que no haya acabado el proceso de transformación que tiene lugar ahora en el país.

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La ex primera ministra dijo erigirse en “garante” de que la política a partir de ahora no se hará en los pasillos. “Ustedes se han ganado el derecho a dirigir Ucrania”, dijo. Timoshenko se deshizo en cumplidos al Maidán y en lamentos por no haber podido estar con ellos mientras se encontraba en la cárcel. El pánico y la confusión hizo que Timoshenko tuviera que poner fin a su discurso. La primera ministra hablaba sentada en una silla de ruedas.

Timoshenko fue liberada y abandonó la clínica de Jarkov donde ha cumplido dos años y medio de los siete a los que fue condenada por haber firmado unos gravosos contratos de compra de gas a Rusia en 2009. A su llegada en avión a Kiev, Timoshenko, con aspecto emocionado y débil y sostenida por sus ayudantes, fue a depositar flores a un improvisado monumento a los manifestantes del Maidán caídos en los enfrentamientos. Este personaje carismático y controvertido se configura como la nueva fuerza tal vez capaz de unir con su liderazgo las fisuras que se han formado en el país. Todo depende de si en ella predomina la visión de Estado o el deseo de vengarse de Yanukóvich, cuya victoria electoral en enero de 2010 nunca llegó a aceptar.

Antes de que Timoshenko se convirtiera en la nueva protagonista del día, el presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, que se encontraba en Járkov, fue “destituido” por la Rada Suprema sin más formalismo que la votación de 328 diputados que apoyaron una disposición al efecto en vista de que, según dijeron, Yanukóvich había renunciado él mismo al poder, cosa que el jefe del Estado desmintió en un video difundido este sábado.

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Un oficial del servicio del Servicio Estatal de Fronteras informó por la noche de que se había impedido despegar un avión charter desde Donetsk que pretendía salir del país sin la documentación necesaria. En el avión iba el presidente, según este funcionario.

La Rada destituyó a Yanukóvich alegando que éste había “dejado de cumplir sus competencias constitucionales, lo que amenaza la gobernabilidad del Estado y la integridad territorial y la soberanía de Ucrania, y la transgresión masiva de los derechos y libertades de los ciudadanos”. Desde el punto de vista constitucional la “destitución” del presidente es más que cuestionable, ya que, además de una mayoría de dos tercios de la cámara (450 diputados), se requiere también la formación de una comisión investigadora de los motivos por los que se pretende destituirlo. A todo eso se superponía la ambigüedad sobre el marco jurídico, entre la constitución de 2010 y la constitución de 2004, a la que Ucrania retorna en función de un acuerdo firmado la víspera entre los jefes del la oposición parlamentaria y Yanukóvich.

En sus declaraciones desde Járkov, Yanukóvich calificó lo que estaba a sucediendo en Kiev de “golpe de Estado” y “vandalismo” y lo comparó con “la toma del poder por los nazis en la Alemania de los años treinta”. “No tengo intención de presentar mi dimisión”, dijo Yanukóvich, que anunció su deseo de viajar por el Este y sur del país y encontrarse con la gente en las zonas donde es “menos peligroso”. Manifestó también Yanukóvich que su coche había sido tiroteado y que iba a dirigirse a los observadores y mediadores internacionales para que “paren” a los bandidos. “No son la oposición, son bandidos y las decisiones que tomaron son ilegales. No firmaré nada con los bandidos que aterrorizan al país y avergüenzan a Ucrania”, manifestó. Yanukóvich dijo haber hablado con Putin la víspera y haber enviado al jefe del parlamento, Vladímir Ribak, al extranjero para curarse, ya que, según dijo, le habían pegado y habían disparado sobre su coche.

La Rada Suprema aprobó también una resolución para celebrar elecciones presidenciales el 25 de mayo y comenzó a elegir nuevos cargos, comenzando por Alexandr Turchínov, el vice del grupo parlamentario de Timoshenko, que pasa a ser el nuevo jefe del parlamento. Los diputados se dedicaron a nombrar ministros, incluidos aquellos que en teoría son competencia del presidente. Al frente del Ministerio de Defensa, fue elegido el general Vladímir Zamánov, que dimitió como jefe del Estado Mayor por no querer ser involucrado en el uso de la fuerza contra la población civil. Como jefe de los servicios de Seguridad, eligieron al almirante Valentín Naliváichenko, que ya desempeñó este cargo siendo presidente Víctor Yúshenko. Al frente de la Fiscalía del Estado, se eligió a Oleg Mojnitski, un abogado miembro del partido nacionalista Libertad. Como jefe del Ministerio del Interior fue nombrado Arsen Avakov, del partido de Yulia Timoshenko.

En lo que se refiere a las presidenciales anticipadas, el presidente de la Comisión Electoral Central, Mijail Ojendovski, anunció que el principal problema era la falta de recursos financieros para llevarlas a cabo, según el periódico Zérkalo Nedelii.

Todo esto sucedía, mientras los órganos de orden público y los militares anunciaban que no se inmiscuirían en política. Este tipo de comunicados de neutralidad (lo que en realidad equivale a aceptación del nuevo orden) venían del Ministerio de Defensa, de las Unidades de Infantería de Marina y de los Servicios de Seguridad y Espionaje.

Yanukóvich debería haber acudido el sábado a un congreso de dirigentes de las regiones rusoparlantes del sureste del país y de Crimea que se celebraba en Járkov, pero el jefe del Estado no apareció en este foro, que había sido cuidadosamente coordinado con medios rusos próximos al Kremlin y que muchos consideraban como una plataforma desde la cual se podía dirigir una escisión del país. El foro fue muy crítico con la oposición y los sucesos en Kiev, pero no llegó a adoptar resoluciones radicales, en parte, según medios informados, porque los representantes de la provincia de Donetsk, de la que es oriundo Yanukóvich, intervinieron con mucha moderación a favor de la integridad de Ucrania y en contra de una federalización del Estado que actualmente tiene carácter unitario. Al parecer detrás de esta intervención está la figura del oligarca Rinat Ajmétov. En las resoluciones del foro se recomienda a los órganos de poder local que ejerzan sus competencias y defiendan el orden constitucional en el ámbito de las mismas. El diputado del partido de las Regiones, Oleg Tzarev, acusó al parlamento en Kiev de haber tomado ya el poder con ayuda “extranjera” y de querer alejar de la capital a los 20.000 hombres armados que han defendido el Maidán. Tzarev hizo alusión a la inseguridad en la que se sienten los diputados del partido de las Regiones. También el ex vicejefe del Parlamento, Stepan Gavrish, en unas declaraciones al canal Inter, se refirió al peligro que corre Yanukóvich, desprovisto de su apoyo institucional.

Los organizadores del foro de Járkov, el alcalde de la ciudad Gennadi Kernes, y el jefe de la administración provincial, Mijail Dóbkin, salieron por la puerta de servicio y no participaron en el mitin que los esperaba en el centro de la localidad, según fuentes locales. Ambos políticos abandonaron Ucrania camino de Rusia, según confirmó el servicio de guardafronteras a la agencia Interfax Ukraina. Otros dos altos funcionarios, el fiscal general Víctor Shonga, y el ministro de hacienda, Alexandr Klimenko, fracasaron en su intento de cruzar la frontera hacia Rusia en un puesto en la región de Donetsk, y huyeron hacia paradero desconocido.

Mientras tanto, la señorial villa de Víctor Yanukóvich en las afueras de Kiev, fue tomada por los destacamentos de autodefensa del Maidán, que organizaron excursiones por el territorio que rodea la mansión. Las lujosas verjas de hierro forjado se abrieron al pueblo y éste se precipitó en riada hacia los jardines. La villa en sí misma permaneció cerrada aunque por los cristales era posible ver los jarrones y los mármoles del interior. Las colas de los ucranianos que emprendían excursiones en coche deseosos de ver la villa de Yanukóvich llegaron a alcanzar varios kilómetros.

El servicio de autodefensa del Maidán se apoderó también de los edificios oficiales, Gobierno y Administración presidencial incluidos, y montó guardia alrededor y frente al parlamento, formando un corredor para abuchear o vitorear a los diputados. Desde el viernes, todas las fuerzas del Ministerio del Interior y de las unidades antidisturbios habían sido trasladadas fuera de la capital, lo que dejó Kiev en manos de los manifestantes. En el pueblo de Brovarski, en las afueras de Kiev, un autobús cargado de tropas de intervención especial (las Berkut) que abandonaban la capital, fue tiroteado y saqueado a conciencia. El jefe de la unidad, que se marchaba de la capital, Vladímir Turenko, dijo que dos de sus hombres habían sido llevados a paradero desconocidos por los asaltantes, y las armas que llevaban, robadas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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