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Negociaciones de Gobierno en Alemania

El SPD pone líneas rojas al pacto de gobierno con Merkel en Alemania

Los socialdemócratas exigen instaurar un salario mínimo de 8,5 euros por hora, pero renuncian a reclamar a la canciller una subida de impuestos

El líder del SPD, Sigmar Gabriel, en la convención del partido en Berlín.
El líder del SPD, Sigmar Gabriel, en la convención del partido en Berlín. HANNIBAL HANSCHKE (AFP)

De nada sirvieron las pancartas de las Juventudes Socialdemócratas alertando contra “el abrazo del oso” de Angela Merkel ante la sede del Partido Socialdemócrata (SPD). Dentro de la Willy Brandt Haus, sus dirigentes aprobaron ayer por una amplia mayoría la negociación para formar Gobierno con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel. Según recoge un documento oficial, los socialdemócratas exigirán la introducción de un salario mínimo interprofesional para toda Alemania, que quieren fijar en 8,5 euros por hora de trabajo. El SPD plantea asimismo que se amplíe la lucha contra el paro juvenil en toda Europa y pide el impulso de “una estrategia de crecimiento sostenible” para la eurozona en crisis. De los 229 delegados que participaron en la convención socialdemócrata, 31 votaron en contra de las negociaciones y 2 se abstuvieron. Si las negociaciones con la CDU llegan a buen puerto en las próximas semanas, el SPD consultará a las bases del partido antes de firmar el contrato de coalición.

Es un éxito para el presidente del partido, Sigmar Gabriel, que precisó cuatro semanas para convencer a los suyos de la conveniencia de pactar con Merkel. La izquierda de la formación criticó ayer que el catálogo de líneas rojas para la negociación con Merkel carezca de algunas de las promesas principales que presentaron a las elecciones del 22 de septiembre pasado. Por ejemplo, la subida de impuestos a los que más ganan o la supresión de los subsidios a las familias que renuncien a enviar a sus hijos a la guardería. El texto difundido por el SPD también diluye la promesa de equiparar completamente los derechos de las uniones homosexuales con los matrimonios. Se queda en una vaga demanda de “mejorar su situación”.

El SPD y la CDU se han reunido en tres ocasiones para verificar sus posibilidades de negociación, de modo que los 10 puntos recogidos en el documento acordado ayer ya han sido debatidos con los delegados de Merkel. Además de los ya citados, el documento final del SPD incluye la condición de introducir la doble nacionalidad para descendientes de inmigrantes. El primer partido del centroizquierda alemán quiere que aumente el gasto público en infraestructuras y en educación. Los ingresos subirán con un nuevo impuesto a las transacciones financieras. También quieren los socialdemócratas fijar por ley una cuota femenina para los puestos directivos de las empresas.

Quieren frenar, asimismo, la subida de los alquileres en las grandes ciudades. El documento incluye una crítica a las privatizaciones, que son “el camino equivocado”. Termina con una concesión al ala izquierda del partido, en mitad de la crisis europea, en una comparativamente próspera Alemania: “No aceptaremos recortes sociales”.

El partido consultará a sus bases antes de formalizar un acuerdo de Gobierno con la CDU

La ejecutiva del SPD basó en diez propuestas su recomendación de negociar con Merkel. En la votación celebrada a mediodía, solo uno de los 35 directivos del centenario partido alemán se opuso a la recomendación. Aunque todo indica que el SPD reeditará la gran coalición que Merkel presidió entre 2005 y 2009, entre las bases del partido cunde el recelo. Gabriel ha convertido el proceso en una suerte de moción de confianza interna, que culminará con la consulta a los 470.000 afiliados. Si los militantes rechazan en votación el resultado de las negociaciones de gobierno con la CDU, la actual ejecutiva socialdemócrata se vería en una situación insostenible.

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La amenaza parece conjurada. Gabriel consiguió que la líder del partido y primera ministra del crucial land de Renania del Norte-Westfalia, Hannelore Kraft, abogara ayer por unas negociaciones a las que se había opuesto enfáticamente después de los comicios. La memoria del pésimo 23% que obtuvieron en 2009 tras la gran coalición inquieta a quienes, como Kraft, se cuentan entre los posibles candidatos para liderar el partido en 2017. Pero si el SPD renuncia a pactar con Merkel, esta convocaría nuevas elecciones que podrían saldarse con un castigo aún más duro que el magro 26% de hace cuatro semanas.

Se espera que el proceso concluya antes del congreso federal que el SPD celebrará a mediados de noviembre en Leipzig, pero Gabriel advirtió ayer de que podría demorarse aún algunas semanas más. Tanto Merkel como el líder socialdemócrata quieren tener el Gobierno listo antes de Navidad.

La canciller Merkel resultó reelegida en las elecciones generales celebradas hace cuatro semanas. Pero los liberales, sus socios en la legislatura que termina, no lograron representación parlamentaria. Su descalabro electoral tras cuatro años junto a Merkel —que arrancaron con un excelente 14,6% de votos— puede leerse como otro aviso contra el pacto en ciernes.

Durante los próximos cuatro años, la Cámara solo alojará a cuatro formaciones. Los Verdes y Die Linke (La Izquierda), que suman apenas el 20% de los escaños, serán la oposición más débil desde hace décadas. Esta semana, Los Verdes anunciaron el fracaso de los tanteos con la CDU.

Los democristianos descartan de plano la posibilidad de negociar con el tercer grupo del nuevo Bundestag, Die Linke. Mañana se celebrará el primer pleno parlamentario con los grupos constituidos tras las elecciones. Entre los diputados rasos se sentará el candidato socialdemócrata Peer Steinbrück, que dimitió de todos sus cargos tras su fracaso. Las negociaciones oficiales entre el SPD y los democristianos comienzan este miércoles.

El principio del fin de la excepción alemana

M. V. Gómez, Madrid

Cada vez que se habla de la conveniencia o inconveniencia de que en un país exista un salario mínimo interprofesional (SMI) o no, aparece un argumento de tintes lapidarios: Alemania no lo tiene y su sueldo medio está entre los más altos de la UE y el paro es muy bajo. El argumento desaparecerá si el SPD convence a Angela Merkel. Los partidarios de que no exista un SMI verán como el único gran país europeo que no lo tiene deja de serlo. En la UE tienen un SMI 21 de los 28 países que la integran ahora, aunque las diferencias entre ellos son enormes: en Luxemburgo el mínimo a pagar son 1.874 euros mensuales (calculado sobre 12 pagas anuales); en Bulgaria, 158,5.

La importancia del SMI no es solo el suelo que fija, sino su impacto sobre el resto de sueldos. Si un país fija un SMI alto, se presiona al alza sobre los salarios más altos. Pero también hay que tener cuidado. Los expertos partidarios de un SMI lo defienden para evitar abusos laborales. Sin embargo, advierten de que fijar un SMI alto puede dejar fuera del mercado laboral a la mano de obra menos cualificada. De ahí que aconsejen fijarlo siempre por debajo de “la situación de equilibrio”.

El trauma histórico de la inflación y la obsesión por la competitividad han llevado a Alemania a proscribir todo elemento que pueda presionar al alza sobre los sueldos (y al final sobre los precios). En su legislación laboral, es fácil encontrar instrumentos que, precisamente, empujan en la dirección contraria: la prohibición de las cláusulas de salvaguarda del poder adquisitivo o los minijobs (empleos a tiempo parcial en los que se puede cobrar hasta 400 euros que presionan a la baja sobre los sueldos más bajos y la mano de obra menos cualificada).

Fuente: Eurostat
Fuente: EurostatEL PAÍS

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