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LA TRANSICIÓN LIBIA

La alianza prooccidental supera a los islamistas en las elecciones de Libia

Yibril, exprimer ministro en el Gobierno de transición post-Gadafi, lidera a la coalición ganadora Los pactos con candidatos independientes definirán quién logra la primacía en el Parlamento

Presentación de los resultados electorales, ayer en Trípoli.
Presentación de los resultados electorales, ayer en Trípoli.S. E. (EFE)

En Trípoli y en Bengasi, en la Libia urbana, el partido del exjefe de Gobierno Mahmud Yibril ha conseguido un triunfo aplastante en las elecciones celebradas el 7 de julio. En las zonas rurales, en el sur del país, con el voto mucho más fragmentado, sus resultados han sido más modestos. Pero de los 80 escaños en juego para las listas de partidos políticos, el grupo de Yibril, la Alianza de Fuerzas Nacionales, se hizo con 39 de los 80 diputados. El Partido Justicia y Construcción, el partido de los Hermanos Musulmanes, cosechó 17 asientos en este Parlamento que deberá elegir un nuevo primer ministro y Gobierno. Nada está decidido. Restan 120 escaños por distribuir entre los candidatos independientes y nadie se atreve a pronosticar a qué partidos apoyarán estos políticos.

Algo comienza a estar claro: están conformándose dos bloques definidos. Mientras la Alianza Nacional ha llamado a un Gobierno de unidad nacional, los islamistas y varios grupos más rechazan todo pacto con Yibril.

Los modestos resultados de los Hermanos Musulmanes, a diferencia de lo sucedido en los vecinos Túnez y Egipto, pueden tener un sinfín de razones. En primer lugar, en una sociedad tan conservadora como la de Libia, la distinción entre islamistas y laicos es muy difusa. El propio Yibril rechaza tajantemente la etiqueta de laico y se declara tan musulmán como el que más. De hecho, dirigentes de esta alianza la definen como islamista moderada.

Otro elemento que ha jugado a favor de Yibril: lo que se apreciaba sin dificultad en Bengasi y Trípoli durante los ocho meses de revuelta que acabó con el régimen de Muamar el Gadafi es que los libios ansiaban una apertura al exterior, abrir el país al mundo, después de cuatro décadas de ostracismo. Yibril, exprofesor en Estados Unidos, liberal en materia económica y un político bien visto en las capitales occidentales, garantiza esa apertura mejor que los demás.

Pero, sin duda, algunos de los motivos de los modestos resultados cosechados por los Hermanos Musulmanes se anclan en las políticas aplicadas durante décadas por Gadafi. En Egipto y Túnez la Hermandad fue perseguida, pero al mismo tiempo podían desarrollar su labor social, un aspecto crucial para entender el éxito en las urnas de los movimientos vinculados a los Hermanos en Oriente Próximo. Incluso pudieron participar en ocasiones en las elecciones, por fraudulentos que fueran. En Libia era diferente. Durante determinados periodos, asistir a una mezquita con frecuencia podía acarrear años de cárcel. La actividad social de la Hermandad era inexistente.

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Se prevé que el nuevo Parlamento esté en pleno funcionamiento en un plazo de dos semanas, cuando se anuncien los resultados definitivos tras un plazo abierto a reclamaciones. Entonces, comenzará el traspaso de poderes que todavía detenta el Consejo Nacional de Transición, máxima autoridad desde el derrocamiento de la dictadura. El Parlamento elegirá primer ministro y un nuevo Gobierno. Aunque esta Cámara, solo dos días antes de que se abrieran los colegios electorales, fue despojada de uno de sus principales cometidos: la redacción de la Constitución. Está por ver cómo se diseña ahora la redacción de la Carta Magna.

Han sido unos comicios que se desarrollaron con escasos incidentes y que registraron más de una sorpresa inesperada porque algunos de los próceres de la rebelión han sucumbido al escrutinio de las urnas de modo estrepitoso. Es el caso de Abdelhakim Belhaj, el comandante militar que liberó Trípoli y cuyo partido no ha cosechado un solo escaño. Pero han sido también las primeras elecciones parlamentarias libres desde 1952, en las que han participado un 62% de los ciudadanos con derecho a voto: 1.700.000 de 2.800.000 ciudadanos registrados. Una jornada en la que muchos electores lloraron en los colegios para elegir entre los más de 100 partidos, muchos de ellos nacidos pocos meses antes de las legislativas.

Tras la euforia llega ahora el momento de ponerse manos a la obra ante los enormes desafíos que afronta este país de seis millones de habitantes. Principalmente, las tensiones territoriales y las peticiones de federalismo desde Cirenaica, que estarán presentes a la hora de definir la organización del Estado en la nueva Constitución, y las decenas de milicias que se niegan a entregar las armas y mantienen territorios vetados a las autoridades centrales, especialmente las ciudades de Misrata y Zintán.

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