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INVESTIGACIÓN

Una red para hacer los ensayos que no interesan a las farmacéuticas

La plataforma SCReN realiza comparaciones entre fármacos o cirugías, estrategias sin interés comercial pero con muchos beneficios para los pacientes y la Administración

El Hospital Carlos III de Madrid
El Hospital Carlos III de MadridClaudio Alvarez

Los grandes ensayos clínicos, los que tratan de comprobar si un nuevo fármaco funciona y es seguro, son proyectos ciclópeos. Cumplir con las regulaciones, reunir a los expertos necesarios, reclutar a los pacientes y seguirlos durante años pueden elevar el coste de algunos de estos ensayos hasta los cientos de millones de euros, no muy lejos de las grandes misiones espaciales. Las dimensiones de esta empresa la dejan solo al alcance de unas pocas compañías farmacéuticas privadas que aportan la inversión con la esperanza de lograr ingresos aún mayores.

El Estado ha mantenido un papel de supervisión, pero también hay ensayos y enfoques en los que puede desempeñar tareas esenciales para los pacientes, pero que no interesan a las empresas. Un ejemplo sería la comparación de dos medicamentos que han salido a la vez, pero tienen la misma indicación. Ahora, para seleccionar uno u otro fármaco, la administración solo tiene la información que le proporcionan las propias empresas farmacéuticas que se lo van a vender. Además, también se puede plantear el análisis de terapias que no requieren medicamentos.

Algo parecido sucede cuando se trata de evaluar el funcionamiento de un medicamento después de un tiempo de uso. Los fármacos se ponen a prueba en ensayos con unas condiciones determinadas que no van a ser idénticas a las de su uso real donde, por ejemplo, se pueden emplear junto a otros medicamentos y de una manera menos controlada. Una vez que han logrado colocar su producto en el mercado, las farmacéuticas no tienen interés en realizar un seguimiento de la seguridad de su uso real más allá de los ensayos. Sin embargo, este tipo de pruebas tienen un gran interés para la administración, que puede detectar efectos secundarios no identificados, y, sobre todo, para los pacientes.

Los ensayos independientes pueden dar información más fiable para evaluar el valor de los fármacos

Para realizar este tipo de estudios sin interés comercial pero de importancia pública se creó a finales de 2013 desde el Instituto de Salud Carlos III la Plataforma de Unidades de Investigación Clínica y Ensayos Clínicos (SCReN). “La industria farmacéutica, dentro de sus objetivos, hay cosas que hace muy bien, pero deja lagunas, como las enfermedades huérfanas [enfermedades que afectan a menos de 1 persona por cada 2000], las enfermedades que no ocurren en países desarrollados o en la comparación de productos que han salido a la vez y tienen la misma indicación”, explica Emilio Vargas, responsable del Servicio de Farmacología Clínica del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y Coordinador de la plataforma.

SCReN tiene una financiación este año de 3,47 millones de euros y en ella participan 29 centros de toda España. Su origen se encuentra en el CAIBER (Consejo Rector del Consorcio de Apoyo a la Investigación Biomédica en Red), una iniciativa impulsada por el ministerio de Sanidad para facilitar los ensayos clínicos no comerciales. Creado en una etapa de bonanza económica, acabó cerrando en 2012 para ser recuperada con una estructura más descentralizada como SCReN.

Un caso que muestra las posibilidades de esta plataforma es el ensayo PESAPRO, diseñado para comparar estrategias que eviten el parto prematuro. Este problema es responsable de más del 50% de la mortalidad de recién nacidos y de problemas de salud importantes a corto y largo plazo. Se sabe que para reducir la prematuridad es necesario identificar a las gestantes de riesgo y disponer medidas para prolongar la gestación. Sobre el primer punto, se sabe que la presencia de cuello corto de útero durante el segundo trimestre del embarazo es un factor de riesgo. Respecto a la prolongación del embarazo, aunque de momento no existe una estrategia para lograrlo, se están estudiando alternativas como el uso de Progesterona, un fármaco de uso habitual en ginecología, y el pesario cervical, un anillo de silicona que se coloca alrededor del cuello uterino evitando que se acorte.

Comparar la eficacia de distintas cirugías no tiene interés comercial pero sí médico

Con toda la información disponible, en el año 2012 se diseñó el ensayo clínico PESAPRO con el objetivo de comparar estos dos tratamientos entre sí. El proyecto, liderado desde el Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda, cuenta con la colaboración de 29 hospitales de toda España y en él han participado ya 254 mujeres. Está previsto que finalice en diciembre de este año.

Otro ejemplo de las posibilidades de esta plataforma es la comparación entre cirugías frente a un tipo de tumor. “Este tipo de enfoques no va a tener interés comercial, pero tiene mucho interés para el médico y el paciente, cirugía con menos morbilidad, menos complicaciones, menos estancia hospitalaria y menos gasto para el sistema”, explica Luis Paz-Ares, jefe de oncología del Hospital 12 de octubre.

Dado los costes de los ensayos clínicos, los menos de 3,5 millones de euros de financiación son una cantidad muy escasa. En principio, los ensayos deberían financiarse con convocatorias competitivas, pero de momento las convocatorias específicas para este tipo de ensayos son limitadas.

A la espera de contar con mayores recursos, los participantes en la plataforma aprovechan el conocimiento de los profesionales del Sistema Nacional de Salud (SNS) y el apoyo a estos médicos o investigadores para desarrollar los ensayos. “Pensamos que las buenas ideas parten de los investigadores que están a pie de cama con sus pacientes”, apunta Vargas. “Esos médicos clínicos que tienen esas ideas contactarían con el personal de las plataformas, presentes en los 29 hospitales de la red, y a partir de esa relación inicial se elabora una propuesta que se lleva al comité ejecutivo”, continúa. Una vez aprobada, se trataría de buscar financiación para llevarla adelante.

Hasta ahora, se han puesto en marcha 31 ensayos en los que participan 4.326 pacientes. Pese a las limitaciones, los participantes reconocen que lo más importante ha sido mantener las redes de colaboración y el conocimiento de muchos equipos que corría el riesgo de perderse tras la clausura del CAIBER. A partir de ahora, se tratará de hacer crecer lo que se considera una buena idea desde una estructura más ligera y adecuada a las circunstancias económicas actuales.

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