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Los niños no deberían morir de sida

En los últimos años ha avanzado mucho en la lucha y el tratamiento contra el VIH/sida pero queda una gran asignatura pendiente: la enfermedad en los más pequeños

Ilustración: María José Durán

Cada día 500 niños mueren de sida en todo el mundo, la mayoría de ellos en países africanos y asiáticos de renta baja. Dicha cifra puede parecer relativamente baja en comparación con las 4.000 muertes de personas adultas. Pero pensándolo bien, se trata de un total de 210.000 niños que mueren cada año de una enfermedad tratable. Es sabido que los niños infectados por el VIH tienen mayor probabilidad de vivir con salud si reciben tratamiento tan pronto como sea posible. Sin tratamiento antirretroviral, hasta el 80% de los niños infectados por el VIH mueren antes de cumplir los 5 años. Tal vez la existencia de 32 millones de adultos que viven con el VIH/sida en todo el mundo ha eclipsado la epidemia de sida pediátrico, lo que se ha traducido en una menor investigación, unos servicios pediátricos insuficientes y unos regímenes de tratamiento antirretroviral (TAR) inadecuados para los niños. Así pues, el sida pediátrico ha pasado a considerarse una enfermedad desatendida, o en otras palabras: una enfermedad olvidada, propia de sociedades de renta baja.

¿Cómo se ha llegado hasta tal extremo? En el año 2011, ONUSIDA anunció un plan para que en el año 2015 se hubiera reducido en un 90% la transmisión del VIH de madre a hijo. A tal efecto se realizó un gran esfuerzo para expandir los programas de prevención de la transmisión de madre a hijo (PTMH) en África subsahariana, la región más afectada por el VIH. Tales programas de PTMH han logrado mejorar la salud de las madres y reducir el número de infecciones por el VIH en los niños. No obstante, ¿qué sucede con el tratamiento para los niños que por aquel entonces ya estaban infectados por el VIH o para los que no forman parte de los programas de PTMH? En el año 2013, solo el 30% del total mundial de niños infectados por el VIH que requerían TAR tenían acceso al tratamiento, una cifra muy alejada del 60% del total de adultos candidatos a TAR que efectivamente reciben tratamiento.

En este caso, ¿por qué no hay más niños que reciban tratamiento antirretroviral? Existe una amplia gama de fármacos antirretrovirales distintos para adultos, lo que proporciona un gran margen para ajustar cuidadosamente las dosis y ofrece alternativas en caso de que aparezcan efectos secundarios graves o resistencia a los fármacos. No obstante, muy pocas formulaciones de TAR son apropiadas para niños. Partir un cuarto o la mitad de una pastilla para adultos y pulverizarla en agua no permite una dosificación adecuada. Existen pocos fármacos antirretrovirales en forma de jarabe o en dosis fácilmente adaptables a niños pequeños en edad de crecimiento, y las alternativas son escasas. Dado que el SIDA pediátrico ha llegado a ser muy poco frecuente en los países industrializados, la demanda de formulaciones de TAR diseñadas específicamente para niños tiene lugar de forma mayoritaria en las zonas más pobres del mundo. En tales circunstancias, la industria farmacéutica no ha mostrado interés en desarrollar fármacos destinados principalmente a África subsahariana, donde viven más del 80% de los 3,2 millones de niños infectados por el VIH.

Pasará todavía algún tiempo antes de que la transmisión del VIH de madre a hijo en África subsahariana se reduzca a cero. Hasta entonces, seguirá habiendo niños infectados por el VIH que requieran tratamiento y cuidados. Para responder a dicha situación de urgencia, en el año 2014 se lanzó la Iniciativa para el Tratamiento del sida pediátrico (PHTI, las siglas en inglés de Pediatric HIV Treatment Initiative). En la iniciativa participan destacados agentes pertenecientes a instituciones de investigación, empresas farmacéuticas y organizaciones financieras y de cooperación al desarrollo. La recién creada PHTI acelerará el desarrollo y la aportación de opciones de tratamiento a los niños que deben convivir con el VIH. ¿Cuál es la dirección a seguir? Fomentar la investigación, crear incentivos y establecer estrategias de financiación con un enfoque exclusivo hacia el tratamiento de los niños infectados por el VIH es una muy buena forma de empezar. Ya es hora de lograr que la infección pediátrica por el VIH no tratada se convierta en algo del pasado.

Denise Naniche es investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).

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