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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los Pujol y Mas

Sin la investigación parlamentaria sobre su padrino, el “partido del ‘president” descarrilará

Otra conmoción sacudió ayer a Cataluña y a la política española. Oleguer Pujol i Ferrusola, el hijo menor del expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, fue imputado por la Audiencia Nacional por presunto blanqueo de capitales y delito fiscal, tras un registro judicial domiciliario.

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En los procedimientos criminales es indispensable ser exquisito, como requiere la presunción de inocencia y otros garantismos del ordenamiento en favor de los reos. Pero junto a esa presunción operan los indicios de irregularidad. De modo que hay que combinar neutralidad y rigor. Algo que no parece obviamente conseguido en el caso de su hermano Jordi: si se hubieran bloqueado sus cuentas exteriores en julio, no andaría la judicatura rastreando el traspaso de 2,4 millones de euros de Andorra a México el pasado mes de agosto, tras su imputación. Con él han sido imputados 11 significados empresarios de la órbita pujolista.

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Con Oleguer, son tres los hermanos Pujol Ferrusola en esta situación, incluido Oriol, el ex secretario general de Convergència Democràtica (CDC). Judicialmente, cada uno debe hablar por sí mismo, pues las responsabilidades penales son individuales y es preciso evitar cualquier conato de tribunal popular.

Pero la lógica política sigue pautas diferentes. La conmoción registrada ayer obedece a la profunda y legítima sospecha (ya asentada desde la confesión de fraude fiscal del 25 de julio) de que bajo el manto del mandato patriarcal de Pujol i Soley proliferaron negocios no santos de su esposa e hijos.

Cada paso de los distintos procesos actualizará este indicio. De forma que, políticamente, se volverá más difícil de sostener la negativa, la apelación a la ignorancia y el distanciamiento de sus hijos políticos respecto del patriarca Pujol. ¿Podía ignorar el presidente Artur Mas las operativas de esta familia, de la que es heredero político y amigo personal? ¿Puede callar ante la imputación de una serie de empresarios convergentes de primera fila? ¿Es coherente que se ponga de perfil ante estas presuntas excrecencias de sus planteamientos business friendly? ¿Qué negocios engloban? ¿Qué amistades?

Sería maligno y erróneo cargar el lastre de los negocios pujolistas sobre el creciente independentismo; igual que sobre el pactismo tantas veces practicado, y con aciertos, por Pujol. Lo penal va por una vía y lo político por otra, aunque a veces parezcan superponerse.

Pero el legado de Pujol pesará, sin duda, sobre las espaldas de sus legatarios, de Mas y de CDC en primer término. Porque la única forma de interponer distancia habría sido activar la investigación parlamentaria sobre las presuntas coyundas entre la familia y “su” Administración, en vez de acelerar el paso a consultas populares cada vez más etéreas. Así, el proyecto de crear un “partit del president” (Mas) de nueva planta acarrea todo el plomo del “president” (Pujol).

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