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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La regeneración para septiembre

Rajoy plantea una agenda democrática; pero del ‘caso Bárcenas’, ni palabra

El Partido Popular hizo una campaña electoral victoriosa en noviembre de 2011 basada, más que en la propuesta de soluciones, en proponerse a sí mismo como la solución, la verdad y la vida. Declararon el desahucio del Partido Socialista gobernante, le negaron hasta el agua de Lourdes, celebraron las dificultades y los hundimientos porque, como dijo Cristóbal Montoro, cuanto antes y peor terminaran, mejor. Ya vendrían ellos y con ellos la recuperación de la confianza, el alud de las inversiones extranjeras, la multiplicación del empleo, la bajada de la prima de riesgo. En España empezaría a amanecer, se expandiría su prestigio, volvería a ser tenida en cuenta en Bruselas, se acabaría el déficit presupuestario, disminuiría la deuda, fluiría el crédito, despegaría el consumo, crecerían las exportaciones y el pueblo todo contento de ver tanta maravilla.

 Pero, como en el romance, vinieron los sarracenos y nos molieron a palos. Todo fueron recortes, con la prima de riesgo triplicada, mientras se batían los récords históricos de parados y disminuía la cobertura de los subsidios, se congelaban las pensiones, se reducían las becas, las prestaciones sanitarias y las de la ley de dependencia. En compensación se tomaba al asalto RTVE para devolverla a su anterior condición de servicio doméstico del Gobierno, se promovía una nueva ley reguladora de la interrupción voluntaria del embarazo para asegurar el nacimiento de los fetos con graves malformaciones y se recuperaban algunas devociones. Así, la Virgen del Amor Hermoso recibía la medalla de oro al mérito policial, por orden del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y la Virgen del Rocío era declarada el recurso más eficaz en la lucha contra el paro por la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez.

Decidido a impedir que la realidad le estropeara su discurso de clausura de la escuela de mandos de la fundación pepera FAES, el presidente Mariano Rajoy compareció en Guadarrama para hablar descorbatado a los cachorros que siguen la estela luminosa de Alejandro Agag. Bien oiréis lo que decía, en su propósito de negar que su Gobierno esté debilitando el Estado del bienestar: que la sanidad pública es más universal que antes, que no hay copago sanitario sino farmacéutico (por culpa de los socialistas), que nunca se ha dedicado más dinero a becas, que al PSOE corresponde apoyar al Gobierno en cuanto le pida y que los españoles deben recuperar la confianza perdida en las instituciones. Por eso propone una agenda de regeneración democrática, que ya ha quedado aplazada para septiembre después de postergarse durante dos años y medio. Pero de acabar con la vergüenza del caso Bárcenas ligado a la financiación ilegal de las campañas electorales del PP; del caso Gürtel; de los corruptos en forma de racimos en Alicante, en Valencia, en Baleares, en Brunete o en San Serenil del Monte, oiga, ni palabra.

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A cambio se espera que el PSOE también se guarde para sí mismo sus vergüenzas sin amputarlas. La mayor urgencia reside en asegurar la elección directa de alcaldes para que gobierne el más votado. Una reforma que pondría alcaldías del País Vasco en manos de Bildu y facilitaría las de ERC en Cataluña pero salvaría a los peperos en lugares ahora amenazados. Griten conmigo, ¡Viva España!

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