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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Heridas que no cierran

Si los daños entre la familia Rivera Ordóñez y Pantoja no han cicatrizado, el de Bárcenas no deja de sangrar y en la Corona sigue abierta la herida del 'caso Nóos'

Boris Izaguirre

En el último pleno del Congreso de los Diputados fue inevitable no reparar en la buena calidad de las telas y diseños de la casi mayoría absoluta de los atuendos de sus señorías. Ajenos a los recortes y a las modas que vienen y van, como reyes del glam, nuestros elegidos se lanzaban fraudes y modelos autonómicos a la cabeza con malas caras y gestos disonantes, pero perfectamente cubiertos por paños calientes y buenas pieles. Rajoy escogió un traje de incierto verde, un guiño al musgo gallego que crece feliz jugando con el tiempo. Duran, un dandi conservador, prefirió el cromatismo mediterráneo, entreviendo destellos amarillos en su corbata y un alarmante azulón en su traje. Rubalcaba, aferrado al navy blue de la misma manera que lo está al timón del Titanic en que se ha convertido su partido. La vicepresidenta Soraya, en negro, que durante siglos ha sido el color rural de diario y de campanario. Quedó demostrado que, como clase, nuestros políticos se ven bien y casi como ricos de toda la vida.

En un rico almuerzo macrobiótico en el hotel Ritz de Madrid se habló copiosamente de que si se hicieran elecciones en Francia ahora mismo, ganaría la familia Le Pen. Un tema de peor digestión que el refinado bacalao sin sal del menú. “Francia puede darnos un susto porque su derecha no deja de ser una de las más ilustradas del mundo”, explicaba un conocido socialdemócrata. “Estamos en una época donde cualquiera con discurso populista se lo lleva de calle”, reaccionó otra comensal, que de paso también criticó la comida macrobiótica (“Está contra el tomate y la harina, la dieta mediterránea no debería permitirlo”, manifestó). Muchos de los presentes coincidieron en que ese nuevo líder, ese hombre que puede cambiar la crisis a base de grueso populismo, no podría ser Aznar, pero sí Kiko Rivera.

El heredero varón de Pantoja ha regresado a la primera plana con eso que tanto nos remueve y hace sudar el traje: la familia y sus conflictos. Se presenta como padre fastidiado por la custodia compartida y porque su excompañera quiera trasladarse con su hijo al País Vasco. Insistimos en que escuchar al nieto de la reina de la copla expresarse en euskera haría muchísimo por la unidad española. Rivera tiene otro órdago importante, resolver por fin “el conflicto de los conflictos”: ¿dónde están esos objetos personales de Paquirri que los hijos guapos, léase Cayetano y Francisco, reclaman a su viuda? Al parecer, esta colección de bienes “de escaso valor material, pero altísimo poder sentimental”, como un deseo independentista, fue sustraída el mismo día del entierro del diestro, en 1984. ¡Han pasado 30 años y España sigue sin cerrar ese capítulo de su historia! Un caporal de Cantora, ese Camelot soleado y problemático, ha descrito que el hurto pudiera haber sido ejecutado por un miembro de la familia del finado. Entre lo robado estaría la capilla portátil del torero, un grial lleno de imágenes y estampitas como brillos hay en un vestido de Miss Venezuela. ¿No sería esto una razón más para canonizar a Paquirri? Qué mejor que la paciencia de un santo torero para lidiar con todo esto.

Si las heridas en la familia Rivera Ordóñez y Pantoja no han cicatrizado, la herida llamada Bárcenas no hace más que sangrar. Cospedal acudió a su juicio vestida de blanco, su color fetiche. Con Bárcenas en la pantalla de plasma, lo impoluto de Cospedal nos hizo recordar a Sharon Stone en su escena cumbre de Instinto básico. Solo que en Toledo no hubo cruce de piernas, sino solo de acusaciones.

Y hurgar en esa herida nos hizo pensar en otra: la que sigue abierta en la Corona por el caso Nóos. Ha enternecido que entre los gastos de Aizoon estuviera la compra de la saga completa de Harry Potter, porque esto ha hecho que el mago y su magia no solo haya unido a padres e hijos, sino a las Administraciones públicas valenciana y balear, con el fomento de la lectura y con una de las familias más señaladas del reino. Quizá los duques pudieran ver similitudes entre el malísimo Lord Voldemort y algún miembro de su familia real. Puede ser que haga falta una varita mágica para localizar por fin el lugar que ocupe el Príncipe de Asturias en su espera: ¿teniente coronel, heredero, vedette sobradamente preparada esperando salir al escenario? En los Premios Planeta se hablaba del incidente en el desfile militar del 12 de octubre, donde un almirante cedió autoridad ante ese príncipe que es militar de menor rango. ¡Qué lio! Pareciera que la Constitución se redactó sin que a nadie se le ocurriese que el jefe de Estado vitalicio pudiera sufrir percances de salud capaces de alterar más de un protocolo.

El deporte rey, el fútbol, también ve alterados sus protocolos por la protrusión discal del carísimo Gareth Bale. Algo pasa con los discos y las caderas, como dirían en Otra vida para vivirla contigo, la implacable novela romántica de Eduardo Mendicutti. ¿Contrataron a un jugador por noventa millones de euros que venía con un pequeño defecto? El Real Madrid ha declarado que es una lesión “usual” en los futbolistas. Muchos se inquietan. ¿El seguro cubriría el problema? ¿Será Gareth un nuevo Kaká?

Por ahora solo podemos esperar a que se cierren las heridas.

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