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Lucía Cuesta, 25 años. Nunca ha trabajado de lo suyo. Bueno, una vez, “pero era el festival de un colega, así que no cuenta”. Es técnico superior de sonido y lleva un año en paro. Sale adelante con la pensión de 400 euros que le pasa su padre por estar separado de su madre. Con ese dinero paga el alquiler (comparte piso en Madrid), come, se viste, sale… “Soy bastante ahorradora, me apaño bien”. Este mes va a empezar a estudiar diseño gráfico. “Si no consigo trabajar de lo que quiero, me montaré algo por mi cuenta, aunque sea un bar”.
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Nimileuristas, en primera persona

Hace siete años un sueldo de mil euros era considerado precario. Hoy es una aspiración casi inalcanzable

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