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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En alas de la corrupción

El aeropuerto de Castellón era para transeúntes; ellos sí pueden dar la vuelta cómodamente en la pista de giro

MARCOS BALFAGÓN

Nadie debe extrañarse de que la pista de giro en el aeropuerto fantasma de Castellón sea demasiado pequeña para los aviones. ¿No habíamos quedado, con Francisco Camps y Carlos Fabra, en que ese aeropuerto “es para las personas”? Los transeúntes pueden girar cómodamente: ¿de qué se quejarán? Lo queremos todo al mismo tiempo, innovaciones para la posteridad (aeropuertos para personas, quizá helipuertos para bicicletas, la última idea explosiva de Fabra) e ingenierías ortodoxas. Pues o lo uno o lo otro, Carlos Fabra. ¿Que la chapuza en la pista de giro obligará a invertir más dinero en un aeropuerto fantasma y concebido por persona o personas descerebradas o sin escrúpulos? Pues que los aviones aterricen en el busto de Fabra, que es más grande que la pista. Además, poco será el extracoste en relación con el saqueo privado y público de la Comunidad Valenciana, la ruina de sus instituciones y el ridículo de sus dirigentes, todos alicatados con trajes de figurín y tez moreno Benidorm.

El herpes de la corrupción vive de la impunidad. Ante un disparate como el de la pista de giro en ese parque temático de comisiones y cohechos aéreos, el Gobierno de la nación, no ha mucho dispuesto (de boquilla) a encarcelar a los gestores manirrotos, tiene una solución: cerrar el aeropuerto o lo que sea ese endriago caciquil, prohibir por decreto que a nadie se le ocurra enterrar un euro más en el sumidero de Fabra (“¿Te gusta el aeropuerto del abuelo?” melindreaba a su nieta el presidente de la Diputación de Castellón durante la inauguración, revelando así el carácter evidente de finca familiar) y ordenar una investigación sobre quiénes pretenden seguir lucrándose de la avería.

Otro enredo es qué hacer con esa ruina. Varias opciones manejan los técnicos y los teólogos. Puede construirse un bingo, una catedral de los Kikos o un nuevo centro de loterías. O, a la vista del rencor de los defensores de la Memoria Histórica, una cripta para albergar los restos de Franco (Caudillo para los amigos y don Claudio para los conocidos). Hay canallas sin sensibilidad que han propuesto trasladar al Generalísimo al cementerio de residuos nucleares de El Cabril. Pues no, en el aeropuerto de Castellón estaría bien cuidado; incluso podría volar (con la imaginación).

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