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Muguruza reduce a Bacsinszky para acceder a semifinales de Wimbledon

La hispano-venezolana, imponente de nuevo, vence a la suiza (7-5 y 6-3 en una hora y 27 minutos) y el próximo jueves luchará por la final contra la polaca Radwanska

Alejandro Ciriza
Muguruza celebra su triunfo contra Bacsinszky.
Muguruza celebra su triunfo contra Bacsinszky.Clive Brunskill (Getty)

A sus 21 años, Garbiñe Muguruza emana una espontaneidad excepcional. Tanta que, cuando le preguntaron si le asustan las alturas, si era consciente de lo que acababa de conseguir en la pista 1 de del All England Tennis Club ante la suiza Timea Bacsinszky, a la que derrotó (7-5 y 6-3 en una hora y 27 minutos de partido) para citarse con la polaca el jueves con la polaca Agnieszka Radwanska (7-6, 3-6 y 6-3 a Madison Keys), salió por donde acostumbra: “¿Vértigo yo? Para nada. Nada de vértigo”. Había alcanzado las semifinales del Grand Slam británico y, de paso, hecho un nuevo guiño a la historia. Desde 1997, cuando Arantxa Sánchez Vicario cedió ante la checa Jana Novotna, ninguna tenista española había llegado tan lejos en Londres.

Es la primera española que llega a esta ronda del 'major' inglés desde Arantxa Sánchez Vicario, en 1997

“Prefiero no pensarlo”, decía la hispano-venezolana, hija de un emigrante eibarrés y una venezolana; la 20ª mejor jugadora del mundo y, a partir de ahora, la cuarta española que llega a la penúltima ronda del major londinense tras Lili Álvarez, Arantxa y Conchita Martínez. “Me ha sorprendido pasar esta barrera porque tenía menos confianza que en tierra y sobre pista rápida, pero no tengo miedo”, aseguró Garbiñe, que poco a poco está descubriendo en la hierba un hábitat perfecto para desplegar su abanico ofensivo de golpes y estacazos demoledores, y eso que solo ha disputado 19 partidos sobre verde.

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Sabía Garbiñe que para doblegar a la suiza, una jugadora racional y fiable, debía mantener el tipo y no dejarse llevar por ese deseo que a veces la traiciona. Debía, sencillamente, hacer lo que viene haciendo a lo largo de todo el torneo. Esto es, disfrutar, jugar como los ángeles e interpretar muy bien los tiempos. Procesar, debajo de esa visera blanca que luce, la cercanía del éxito. “Ella intenta liarte, te hace pensar”, explicó en la sala de prensa, enfundada en un chándal completamente blanco de la firma comercial de la que ya es una de las referentes del circuito; “tenía que esperar mi momento, porque ella te va alargando el punto y hace que falles tú…”.

Y así lo hizo Garbiñe, a la que le gustan los grandes escenarios porque, dicen, ha nacido para las grandes funciones. Ante Bacsinszky salió con el convencimiento firme de que iba a vencer – “me desperté pensando que quería jugar, disfrutar y divertirme, decía–. Pero esta vez, nada de premuras ni de tirar por el carril del medio. Lección bien aprendida: ser selectiva y todo a su debido tiempo, como su explosión.

Muguruza, durante el partido de los cuartos en la pista 1.
Muguruza, durante el partido de los cuartos en la pista 1.Kirsty Wigglesworth (AP)

De nuevo, Muguruza demostró que poco a poco va ganando registros, que no es solo una tenista de pegada y superficie rápida. Fina con el primer servicio (73% de puntos retenidos), castigó con la derecha, por supuesto, pero siguió además incidiendo con ese revés a dos manos tan dañino y que tan bien está ejecutando desde que aterrizase en Londres. Pese a las limitaciones que le ofrece su propio corpachón (mide 1,82), esas dos piernas interminables que le hacen efectuar un esfuerzo extra en los apoyos para doblar las rodillas, tuvo juego desde el fondo de la pista y volvió a sacar partido a las subidas a la red (22 aproximaciones, con un 64% de eficacia). Y, cuando tuvo que dar zarpazos (3/4 puntos de ruptura convertidos), los dio.

Retuvo el 73% de los puntos con el primer servicio y volvió a exhibir ese revés a dos manos tan dañino

Así es como desarticuló la sólida maquinaria de Bacsinszky, 15ª en el escalafón mundial, una jugadora que antes de irrumpir en las pistas fue camarera. Decantó el primer set con una ruptura en el tramo final y solventó el segundo con suficiencia. Como broche, un revés paralelo a dos manos. Después, brincos, brincos y más brincos. Un alarido sonoro e interminable. No era para menos. Tras desbancar ya a dos top-10 en este torneo (la alemana Angelique Kerber y la danesa Caroline Wozniacki), el jueves se jugará su presencia en la final ante Radwanska, 13ª en el ránking. “¿Cómo vas a preparar el partido, Garbiñe? ¿De alguna forma especial?”, le preguntaron. Y ella, la mejor noticia del presente tumultuoso que vive el tenis español, contestó a su manera: “No hay que hacer nada diferente. Me sentaré en el sofá y veré una película”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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