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Columna
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Quiet man

En España ya sabemos que se coge antes a un mentiroso que a un cojo, aunque algunos gobernantes lo ignoren

David Trueba
El presidente e Gobierno, Mariano Rajoy.
El presidente e Gobierno, Mariano Rajoy.Bernardo Pérez

La mentira es un recurso de corto alcance. Te salva del obstáculo, pero es raro que no termine arrojándote en una zanja. El dicho popular afirma que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Los anglosajones prefieren decir: puedes correr, pero no puedes esconderte. Frase atribuida al boxeador Joe Louis, que enfrenta a la treta de la fuga con la poderosa incomodidad de la evidencia. Vamos, que mentir es algo que desde niños aprendemos a considerar un recurso desesperado. Si lo utilizamos es porque nunca encontramos en la urgencia algo más sólido.

En política, la mentira parece voluble. Unos y otros se acusan de mentir con abierto descaro. Porque ya cada vez quedan menos personajes tercos pero íntegros como los de la película de John Ford, El hombre tranquilo. Allí, cada vez que alguien acusa a otro de mentir, hay que despojarse de la chaqueta y salir del pub a zurrarse. No está elegida al azar la comparación con The Quiet Man, porque si de algo presume el presidente Rajoy es de la calidad de inalterable. Los que le han negado la eficacia de su fórmula química se han diluido en la espera ansiosa, en el caldo de su propia ambición apresurada, han sido destruidos por el don de quien sabe dormir la pelota como esos equipos que han jugado mil finales.

Con el presidente del Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, sucede que nadie afea su filiación y su identificación con unas siglas, sino la ocultación y la mentira cuando le fue exigida transparencia. La legalidad de una acción es pura anécdota, si dentro esconde el tumor roedor de la mentira. En este instante el error está en creer, como le sucedió a los socialistas tras los escándalos de los años noventa, que no hay recambio posible en el escalafón. Que se vota a las personas y que toda dimisión es una derrota colectiva del partido.

Los populares gobernarán durante muchos años y tienen banquillo brillante, desde Soraya Sáenz de Santamaría y Monago hasta Arantza Quiroga, para garantizarse la fortaleza de su reclamo electoral. Es la mentira interior la mayor amenaza para su estabilidad. Que no la nuestra, porque un país ya sabe de memoria que puedes correr, pero no esconderte.

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