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Un pensador en la pequeña Jamaica

Zygmunt Bauman, insólita estrella en el festival de ‘reggae’ Rototom de Benicàssim

Iker Seisdedos
Zygmunt Bauman en la playa del Voramar, horas antes de participar en el festival de 'reggae' Rototom.
Zygmunt Bauman en la playa del Voramar, horas antes de participar en el festival de 'reggae' Rototom. ÁNGEL SÁNCHEZ

Zygmunt Bauman (Poznan, 1925) es uno de esos ancianos pensadores a los que esta salvaje crisis aguó la tranquilidad de la jubilación. Derrumbados los paradigmas y amenazada la democracia por la dictadura financiera, la sociedad civil se vuelve hacia él y otros como él en busca de esas respuestas de pensador cabal a las que debimos atender cuando aún no era demasiado tarde. O al menos eso quieren creer los promotores del Rototom Sunsplash, festival de reggae y cultura alternativa que se celebra hasta el miércoles en Benicàssim.

Aquí, entre conciertos de estrellas de música jamaicana, puntos de “asesoramiento jurídico canábico” y una fragante zona de acampada, se espera estos días como se aguarda el advenimiento de una estrella del pensamiento al sociólogo y premio Príncipe de Asturias de 2010. Profesor emérito de la universidad de Leeds y gran teórico de la modernidad líquida (y el amor, el miedo, el mundo y el resto de los conceptos que abandonaron su solidez en algún punto de la tardomodernidad), Bauman está citado hoy y mañana en el foro social para hablar en una carpa con capacidad para 400 personas que promete quedarse pequeña sobre “el mundo que nos espera”.

Un concepto, el de futuro, sobre el que el pensador albergaba ciertas dudas el sábado durante una entrevista celebrada en la terraza del Voramar, hotel orgullosamente chapado a la antigua a los pies de la sofocante playa de Benicàssim. “Vivimos en una época en la que los viejos paradigmas han dejado de funcionar antes de que estuviese listo el nuevo mundo. Uno de los principales problemas de nuestro tiempo es que nos estamos distanciando del pasado a toda velocidad, pero sin ser capaces de definir el porvenir”.

No veo al 15-M capaz de cambiar nada. Pero no los culpo por ello”

Bauman tiene algo que decirles a los más de 20.000 asistentes diarios, jóvenes en su mayoría y llegados de los cinco continentes, al Rototom. Si no fuese por su capacidad para consumir, el poder financiero seguramente los habría sacrificado sin pestañear en esta difícil coyuntura. “Es la primera vez en la historia, y he tenido una larga vida, en que toda una generación está al borde de quedarse en la cuneta. La juventud corre el riesgo de hacerse redundante”.

Estas y otras reflexiones (sobre los abismos crecientes de la desigualdad, los cantos de sirena de la democracia en Internet o el pensamiento de Saramago) están recogidas en su último libro, Esto no es un diario (Paidós), fragmentos escritos entre septiembre de 2010 y marzo de 2011 y alentados por la lectura del flujo incesante de noticias, que deviene en sí mismo otra de las preocupaciones de Bauman: “Cuando yo era joven anhelaba tener el acceso a la información que tengo ahora”, explica, “pero ahora sé que su exceso es peor que la escasez”.

La obra, escrita bajo la influencia de la muerte de Janina, su compañera de más de medio siglo, supone además la interrupción (“necesaria”, según el autor) de una serie de títulos en los que el sociólogo aplicaba a casi cualquier orden de la vida el concepto de lo líquido (exitosa metáfora que acuñó para definir nuestra inasible, fragmentada y ensordecedora época).

Asistentes al Rototom.
Asistentes al Rototom.ÁNGEL SÁNCHEZ

Fuera del libro quedan por un par de meses los acontecimientos del 15-M, movimiento cercano al espíritu del festival y con el que el pensador simpatiza. “Aunque no les veo capaces de cambiar nada. Pero no los culpo. Sucedió lo mismo con Wall Street, tuvo un enorme eco en los medios, en la cultura… ¿Sabe quiénes fueron los únicos que irónicamente ni se enteraron? Los peces gordos de Wall Street. Están buscando nuevas formas de cambiar las cosas, y eso es loable, pero de momento no las han encontrado. En esta confusión tiene mucho que ver el fenómeno de las redes sociales. Si un chico pasa tres horas diarias en Facebook tejiendo formas de comunicación alternativa, es natural que crea la ilusión de que ha construido un espacio de democracia diferente. Cuando no hay ni una sola prueba de que esta sea efectiva”.

Y si no comparte la idoneidad de ocupar las plazas de las grandes ciudades (“No creo que eso subsane el principal problema; el poder no lo controlan los políticos y la política carece de poder para cambiar nada”), mucho menos ve la conveniencia del asalto a supermercados protagonizado por otro de los invitados al Foro Social, Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda (Sevilla). Su intervención, prevista para hablar de “la utopía de un pueblo sin crisis”, ha granjeado al festival la acusación de oportunismo político desde algunos medios. “La visita estaba prevista desde febrero”, se defiende el director del evento, Filippo Giunta. “La suspenderemos si persiste en ese tipo de asaltos, porque todo lo que sucede en Rototom debe incorporar un mensaje de no violencia”.

Ahora sé que el exceso de información es peor que su escasez”

No es la primera vez que la polémica acompaña al festival en sus 19 ediciones. Los organizadores han tenido que justificarse más de una vez por la abierta homofobia de algunos de los artistas jamaicanos invitados (para disipar las dudas, este año acuden al foro asociaciones de defensa de los derechos de los homosexuales). Aunque el mayor problema en la historia de la cita sigue siendo el que provocó su llegada a España. Anteriormente celebrado en Osoppo (Friuli), el acoso de las autoridades italianas provocó su mudanza a las costas de Castellón en 2010, en los años del plomo berlusconiano, como consecuencia de un episodio aún por cerrar; Giunta tiene pendiente un juicio en su país de origen por facilitar presuntamente el consumo de cáñamo en el recinto.

“No hace falta subrayar el absurdo de pretender responsabilizar a alguien del comportamiento de miles de personas”, aclara Alessandro Oria, responsable del área cultural. Oria programa los contenidos de la carpa donde hablará Bauman y a cuya entrada se ha instalado una librería improvisada. Patricia Manrique, del periódico Diagonal, corroboraba la curiosidad por las teorías del pensador polaco, cuyos libros están a la venta en el puesto que atiende. "Muchos no se aclaran con los conceptos, pero al menos preguntan", explicaba.

Bauman ignora si sus teorías interesan más ahora que antes de que todo se fuera al carajo: “Lo que sí puedo afirmar es que la juventud ha perdido la confianza en el contrato que le hicieron firmar. Y eso es un buen comienzo”. Por la noche, durante el concierto homenaje al medio siglo de la independencia de Jamaica ofrecido por Marcia Griffiths, corista de Bob Marley y gran dama del reggae por derecho propio, Andrew, hijo de Peter Tosh, y Ky-Mani, vástago de Bob Marley, el espíritu revolucionario de la gran leyenda de la música jamaicana pareció venir del más allá para reforzar esa idea de Bauman. Fue cuando sonaron los versos del himno Get up, stand up, inspirados en Lincoln (¿o fue Barnum?) y coreados por la masa: “Podéis engañar a algunos algunas veces, pero no podréis engañar a todos todo el tiempo”.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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