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Los héroes del Alvia logran su parque dos años y medio después

Pese a las promesas, el barrio de Santiago en el que descarriló el tren aún carece de transporte público y hay zonas sin saneamiento

Martín Rozas e Isidoro Castaño, de la asociación de vecinos de Angrois, en el parque.
Martín Rozas e Isidoro Castaño, de la asociación de vecinos de Angrois, en el parque.ÓSCAR CORRAL

Cuando el 24 de julio de 2013 un vagón de varias toneladas destrozó el modesto palco de ladrillos que los vecinos del barrio compostelano de Angrois utilizaban para sus fiestas, los políticos se apresuraron a prometerles que les construirían un parque en otro lugar. Habían pasado de ser ciudadanos de segunda de la periferia urbana a convertirse en héroes por lo que, según ellos matizaban, haría cualquier persona: ayudar a los viajeros del tren Alvia que acababa de descarrilar a las puertas de sus casas dejando 80 muertos y 144 heridos. Dos años y medio han tenido que esperar para comenzar a disfrutar aún ahora de su nuevo espacio público.

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Isidoro Castaño y Martín Rozas, secretario y vicepresidente de la asociación de vecinos de Angrois, han recorrido media España asistiendo a homenajes por lo que hicieron. Sobre la pista deportiva en la que ahora juegan los rapaces del barrio, ambos agradecen que, con el tiempo, los homenajes hayan ido a menos, pero lamentan que también hayan desaparecido muchas de las promesas que les hicieron los políticos.

Apenas dos meses después del accidente, Adif, la empresa pública gestora de las vías férreas, cedía unos 3.000 metros cuadrados que no usaba al otro lado de la curva en que descarriló el tren, en su parte interior. Ahí comenzaron los retrasos. Hubo que preguntar a los anteriores 11 propietarios expropiados para construir el AVE si permitían que esos terrenos se dedicasen a un parque o los querían recuperar. El Ayuntamiento de Santiago tardaría un año en licitar los trabajos, que no adjudicó hasta diciembre de 2014, demora que no se aprovechó para realizar las catas arqueológicas obligatorias en un lugar por el que pasa el Camino de Santiago que llega desde Ourense. Aparecieron restos de un castro, que hubo que analizar, así que los trabajos no comenzaron hasta el pasado septiembre, más de dos años después del accidente. Unas obras de relativa sencillez, de poco más de 150.000 euros, que no iban a durar más de tres meses, que ya llevan cuatro y que se abrirán para su uso sin estar terminadas del todo.

El parque de Angrois consiste en una pequeña pista deportiva, una zona de juegos infantiles y un espacio de descanso para peregrinos. En este último se iban a ubicar bancos, mesas y una fuente cedidos por una escuela de canteros, pero el retraso de las obras del entorno hizo que el convenio caducase y ahora lo que se demora es el mobiliario de piedra. También está pendiente la construcción de una pequeña caseta que hará de sede de la asociación.

“Nuestras reclamaciones eran otras, antes del accidente lo único que queríamos del parque eran los columpios, el resto nos lo han dado sin pedirlo”, matiza Isidoro, quien recuerda que en Angrois había un parque infantil que desapareció por culpa del tren. Estaba junto a las entonces vías convencionales, no valladas. Hace 14 años una niña que jugaba cerca murió arrollada y se eliminó aquel lugar de ocio por seguridad.

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El espacio de uso público se redujo aún más cuando se ampliaron y vallaron las vías para el AVE Ourense-Santiago. Porque por Angrois pasa el AVE, sin parar, pero no el autobús urbano, la principal y más antigua de sus reclamaciones para que los vecinos no tengan que caminar un kilómetro hasta la parada más próxima, mejora que el Ayuntamiento remite al estudio que hará para renovar en unos meses la concesión del transporte urbano.También hay viviendas que aún carecen de saneamiento y caminos sin ninguna iluminación. “El Ayuntamiento aquí no ha invertido un duro, ni antes ni después del accidente, ni este ni los gobiernos anteriores”, coinciden Isidoro y Martín. Las obras que sí sufren, como hicieron en su momento con las del AVE, son las de ampliación de la vecina autopista AP-9. Hasta que no estén terminadas seguirán sin pantallas que protejan sus viviendas del ruido del tráfico, pero mientras los camiones y excavadoras ya llenan de baches y tierra sus caminos.

En su espera por el parque y por el bus que no llega, los vecinos se solidarizan con la espera de las víctimas del accidente por la justicia. Dos años y medio después el segundo instructor del caso ha propuesto juzgar al maquinista del tren como único responsable del accidente por despistarse y no frenar a tiempo antes de la curva de Angrois. Las víctimas han recurrido porque consideran que Adif y Renfe también deben ser responsables por reducir la seguridad tanto en las vías como en el tren.

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