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Una pugna barrio a barrio

La alta polarización geográfica del voto en Cataluña hará de los avances de participación un indicador clave para predecir antes del cierre de los colegios el apoyo independentista

Oriol Güell

La gran polarización que el pulso independentista ha provocado en el electorado tiene su proyección sobre el mapa de Cataluña, con unas zonas bien definidas en las que el independentismo crece con fuerza y otras en las que los que aumentan su apoyo son los partidarios de mantener los lazos con el resto de España. Esto hará de los avances de participación de las elecciones de este domingo, que permiten saber en qué zonas se movilizan más los votantes, un indicador "muy útil para predecir antes del cierre de las urnas si las candidaturas independentistas lograrán la mayoría a la que aspiran", vaticina Francesc Amat, investigador del Institute For Political Economy and Governance (IPEG) de Barcelona.

El análisis de los datos agregados de las anteriores elecciones catalanas de 2012 y 2010 muestra como la cuestión independentista ha tensado hacia los extremos la distribución territorial del voto en Cataluña. El apoyo al llamado bloque del sí creció en 2012 de forma notable en las plazas donde el nacionalismo ya era fuerte, mientras que lo contrario ocurrió en aquellas zonas menos proclives a posiciones soberanistas. Más allá de la habitual comparación entre el área metropolitana de Barcelona y la Cataluña interior, las diferencias territoriales de voto se repiten con cifras casi idénticas al comparar ciudades como Girona y Tarragona, comarcas como Osona y el Baix Llobregat, y distritos de Barcelona capital como Gràcia y Nou Barris. La plaza más favorable al independentismo es en los tres casos la primera.

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El fenómeno ofrece ejemplos llamativos, como los de los barrios de Dalt la Vila y Bufalà de Badalona. Separados solo por una calle, el primero apoyó en 2012 en una proporción de 2 a 1 a los partidos partidarios de la independencia, mientras en el segundo el resultado fue justo al revés.

Francesc Amat, en un capítulo del libro Cataluña en la encrucijada —coordinado por Toni Rodón y Lluís Orriols—, analiza el comportamiento electoral tan dispar que entre 2010 y 2012 tuvieron barrios cercanos en ciudades de toda Cataluña. Amat destaca los casos de Reus, Mataró y Sabadell, aunque sostiene que el fenómeno "se produce en la mayoría de ciudades". "El apoyo a los partidos independentistas creció en el centro y los ensanches, mientras en los barrios más periféricos CiU perdió mucho apoyo y crecieron fuerzas como Ciudadanos", añade. Este hecho está relacionado con factores socioeconómicos, como la renta y la inmigración de los años 50 y 60, aunque Amat también destaca que "la polarización geográfica observada con el independentismo es más intensa" que la tradicional del eje izquierda-derecha.

En 2012 la participación creció de forma importante en toda Cataluña. Alcanzó el 67,8%, nueve puntos más que en 2010, lo que hizo que por primera vez votaran más catalanes en unas elecciones autonómicas que en unas generales (las celebradas en 2011). Pese a esta subida, y a que la participación creció con más intensidad en las zonas no independentistas, se mantuvieron las diferencias de participación —cerca de 10 puntos— registrada históricamente entre las zonas más y menos nacionalistas.

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Lo más destacable, sin embargo, es a quién benefició la subida en ambas zonas. En las plazas independentistas, los nuevos votos fueron a parar casi íntegramente a los partidos que hoy forman el bloque del sí —CiU, ERC y CUP—, que llegaron a sumar más del 80% de los sufragios en comarcas como PLà de l'Estany mientras la suma del resto de formaciones perdió peso.

CiU, en cambio, se hundió allí donde el independentismo es minoritario (cerca de 10 puntos), pérdida que no pudieron amortiguar ERC y la CUP al hacerse solo con dos de cada 10 nuevos votos. El resto de papeletas, de forma abrumadora, apoyaron a las formaciones que hoy rechazan la independencia unilateral y por la vía rápida propuesta por Junts pel Sí y la CUP.

Los avances de participación serán útiles para tomar el pulso a la jornada electoral, pero como todos los indicadores tienen sus limitaciones. No permitirán saber a qué candidaturas, especialmente entre las contrarias a la independencia, beneficiará una hipotética subida de la participación. Tampoco reflejarán el posible trasvase de votos de la antigua CiU a Unió. Y darán pocas pistas sobre quienes en 2012 votaron a ICV —hoy en Catalunya Sí que es Pot—, ya que esta formación fue la que tuvo su apoyo —aunque minoritario—, repartido de forma más homogénea por todo el territorio.

Pero si, como se ha planteado, los resultados de este domingo solo deben servir para saber el alcance del apoyo independentista, hay que prestar atención a los avances que serán hechos públicos a las 13.30 y a las 18.30 con los datos de media hora antes. Con una última precaución: el ritmo con el que los votantes acuden a las urnas, aunque bastante homogéneo, no es igual en todos los lugares. Aunque los datos varían de una zona a otra, en general son los votantes de las zonas independentistas los más madrugadores en acudir a las urnas.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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