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el congreso del pp vasco

La líder del PP vasco amaga con dimitir si le imponen a su Ejecutiva

Quiroga mantiene un pulso con Alfonso Alonso a 48 horas del congreso

Arantza Quiroga, entre Alonso (derecha) y Oyarzábal, este miércoles en Vitoria, en una reunión para preparar el congreso del PP vasco.
Arantza Quiroga, entre Alonso (derecha) y Oyarzábal, este miércoles en Vitoria, en una reunión para preparar el congreso del PP vasco.DAVID AGUILAR (EFE)

Lo que iba a ser un congreso de aclamación de Arantza Quiroga como presidenta del PP vasco por parte de la militancia se ha transformado en la mayor crisis del partido en casi seis años. En medio de una “tensión total”, según un parlamentario, el partido se encuentra la víspera de su congreso, que comienza este viernes en San Sebastián, sin un nombre para la secretaría general, sin ejecutiva diseñada, dividido en un pulso abierto entre Quiroga y la dirección alavesa de Alfonso Alonso, portavoz del PP en el Congreso, y asistiendo a una gestión de la crisis por la presidenta que distintos dirigentes censuran con enorme dureza.

Quiroga, cuya pretensión de relevar a Iñaki Oyarzábal como su segundo y ganar control en el partido sin el ascendente de Alonso desde Madrid se halla en el origen del conflicto, creía haber encontrado la solución en el concejal de Hacienda de Vitoria, Manuel Uriarte. “Era el hombre”, admiten fuentes cercanas a la presidenta. Pero Uriarte, tras mostrar cierta disposición inicial, terminó renunciando a la oferta en la noche del martes, después de consultar con dirigentes del partido en Álava. El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, no quería prescindir de él y responsables populares en este territorio terminaron concluyendo que la presidenta quería usar un nombre alavés en contra de Alonso. Estas fuentes insisten en que Quiroga apenas tenía conocimiento político de Uriarte antes de elegirle.

La mayor crisis desde la marcha de San Gil

Desde que María San Gil abandonó abruptamente la presidencia del partido en mayo de 2008, el PP vasco no vivía una crisis de las dimensiones de la actual. San Gil, crecida políticamente de la mano de Jaime Mayor Oreja, fue relevada por Antonio Basagoiti, quien embarcó al partido en una apuesta por salir del arrinconamiento y situarse en el centro de la política vasca que aún prosigue.

La llegada de Basagoiti, vizcaíno, a la presidencia fue el resultado de un pacto entre territorios por el que Álava ponía el secretario general: Iñaki Oyarzábal, persona de la más absoluta confianza de Alfonso Alonso. Aunque no era la opción de Basagoiti, el tándem funcionó de forma cada vez más engrasada y marcó en buena medida la política del PP durante el lustro del mandato de Basagoiti, especialmente mientras el partido fue socio del Gobierno de Patxi López, la pasada legislatura.

Basagoiti, cansado personal y políticamente de no ver suficientemente respaldadas sus apuestas, decidió dejar la política en mayo pasado y propuso a Arantza Quiroga como su sucesora. La cúpula del partido la respaldó, pero desde entonces Quiroga buscaba la ratificación de la militancia en un congreso. Finalmente, Rajoy le dio su visto bueno a la convocatoria en la reunión de ambos el pasado 15 de enero.

La crisis se desencadenó el 10 de febrero, cuando Quiroga tanteó con los tres presidentes provinciales su intención de prescindir de Oyarzábal, a quien le había comentado algunos días antes sus pretensiones.

Desde entonces, la presidenta y sus barones han intentado cerrar un consenso sobre el número dos y el resto del equipo, que hasta el momento no ha fraguado tras la renuncia del concejal vitoriano Manuel Uriarte a la oferta de la presidenta.

Horas antes de que Uriarte le diese su no final, Quiroga amagó con dimitir en una reunión con sus tres barones provinciales si el elegido no era el edil, pero miércoles se mostraba claramente “dispuesta a seguir”, según fuentes de su entorno, y convencida de que cuenta con los apoyos suficientes para sacar adelante el equipo que desea, con un segundo volcado en Euskadi y en dinamizar en la sociedad la maquinaria del partido.

“Hay voluntad de acuerdo, pero no de aceptar un pulso permanente”, se apunta en Álava, mientras dirigentes de la dirección nacional del partido presionan a Alonso para que rebaje sus pretensiones de influir en Euskadi. Fuentes de la cúpula enmarcan estas “luchas de poder” en las dinámicas habituales previas a los congresos, pero estas tensiones en Euskadi son el espejo, una vez más, de la soterrada batalla entre Génova, 13 y La Moncloa. Alonso tiene tras de sí a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, mientras que Quiroga se siente avalada por la dirección nacional —y por el propio Rajoy— para configurar el equipo que desee.

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En este clima, el PP llegó en la tarde de este miércoles a la reunión en Vitoria de su junta directiva, su máximo órgano entre congresos, rodeada de expectación. Quiroga no tomó la palabra en una cita que apenas llegó al cuarto de hora y ninguno de los presentes le preguntó por la crisis. La reunión se limitó a aprobar el reglamento del cónclave, que tiene por lema Al servicio de Euskadi.

Después, tanto Quiroga como Alonso apelaron a “la responsabilidad y a la altura de miras”. “No vamos a decepcionar a nadie”, dijo ella. “Habrá acuerdo”, sostuvo él. Pero ahora mismo no hay ningún nombre sobre la mesa. “Lo importante no es un nombre concreto, sino armar un equipo que responda, con experiencia y perfil político”, dice un representante alavés. “Tenemos que sentarnos a rellenar un organigrama entre los tres territorios”, asevera una fuente vizcaína.

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