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Cataluña desangra a los partidos

El soberanismo rompe a las grandes formaciones CiU y PSC sufren por la crisis y la ambigüedad en su discurso nacional en favor de ERC El PP engorda a Ciutadans

Alicia Sánchez-Camacho, en el centro, ayer en la concentración celebrada en Barcelona.
Alicia Sánchez-Camacho, en el centro, ayer en la concentración celebrada en Barcelona.JOSEP LAGO (AFP)

El referéndum soberanista que persigue la Generalitat de Cataluña no tiene fecha de celebración, ni tampoco está claro qué pregunta podría formularse a los ciudadanos. De hecho, el propio Ejecutivo de Artur Mas considera casi imposible que la consulta se pueda celebrar debido a las trabas legales que fija la Constitución y a la negativa del Gobierno de Mariano Rajoy para facilitar cualquier forma de votación. Pero el proceso soberanista sí está produciendo ya efectos prácticos sobre el mapa político catalán y, por extensión, al del conjunto de España.

Los partidos que desde la Transición ocuparon el espacio central de Cataluña, se repartieron todo el poder y fueron claves para la gobernabilidad de España viven, en los últimos tres años, una crisis sin precedentes, que amenaza con dividir a Convergència i Unió (CiU) y con dejar en la irrelevancia al Partit dels Socialistes (PSC). Incluso el Partido Popular (PP) está siendo víctima de la situación, con una clara sangría de votos hacia Ciutadans, la formación de Albert Rivera. Todo esto complica las opciones de los dos grandes partidos de España, que siempre han dependido enormemente del comportamiento electoral de los catalanes.

El sondeo realizado este mes por Metroscopia para EL PAÍS revela que ERC superaría a CiU de celebrarse ahora unas elecciones generales. Y el barómetro de opinión de la Generalitat asegura que la misma situación se daría en unas elecciones catalanas. CiU pierde votantes en casi todas direcciones, según esta encuesta.

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Los nacionalistas de Artur Mas solo logran fidelizar al 54% de sus votantes y ceden hasta un 21% a Esquerra Republicana y otro 13% a posiciones de indefinición. Más grave es aún la situación del PSC, que fideliza a un 44% de votantes y pierde adeptos por todos los flancos, especialmente hacia ERC (8%), la abstención (9,2%) y en menor medida a Iniciativa, Ciutadans y CiU. El PP también se desangra: 45% de fidelización de voto y pierde apoyo en beneficio de Ciutadans y la abstención. El discurso del PP catalán también tiene dificultades de encaje con el que mantiene el resto del partido, como se ha visto esta semana con el rechazo generalizado que ha despertado la propuesta de Alicia Sánchez-Camacho sobre el nuevo modelo de financiación.

“El mapa político catalán como lo conocemos se acaba, habrá una explosión general de los partidos moderados”, pronostica Agustí Colomines, profesor de historia contemporánea de la Universitat de Barcelona y exdirector de la fundación CatDem, vinculada a Convergència. En su opinión, el caso de CiU es paradigmático porque está en juego la unidad de la federación. ¿Hasta cuándo aguantarán las disensiones internas las costuras de la formación de Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida, el líder de Unió? “Resistirán hasta la consulta, o hasta las elecciones europeas del año que viene en caso de que CDC decida aliarse con Esquerra Republicana”, pronostica Colomines. Este también advierte de que la dirección de Convergència está dispuesta, por primera vez, a poner en riesgo el futuro de la federación, si ello sirve para que el proceso soberanista culmine con la independencia. “Mas es más moderado que los que están en segunda fila”, asegura.

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El resultado de Cataluña condiciona las opciones de PSOE y PP para gobernar

Esta situación causa sorpresa dentro y fuera de Cataluña. También en el sociólogo José Juan Toharia, presidente de Metroscopia: “CiU logró superar, unida y en buena forma electoral, siete años de Gobiernos tripartitos de la izquierda y, en cambio, se ahoga justo ahora”, reflexiona. En opinión de Toharia, el problema de fondo se encuentra en que las élites políticas catalanas “viven muy lejos” de la realidad social. No niega el auge del independentismo, pero sí insiste en que “siguen siendo mayoritarios quienes, en mayor o menor medida, se siguen sintiendo españoles en Cataluña; y con esto es muy difícil emprender un proceso de secesión”.

El partido más castigado electoralmente por ahora en todas las encuestas es el PSC, que ha pasado de gobernar todas las instituciones a quedar relegado a un discreto tercer puesto en las últimas elecciones autonómicas, cuando obtuvo los peores resultados de su historia. Para Toharia esta situación debe preocupar enormemente al PSOE. “Si los socialistas no ganan bien en Cataluña, no pueden ganar en el conjunto de España”, concluye recordando el papel clave que tuvo Cataluña en las victorias de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.

“El PSC era un partido en el que no había que escoger entre papá y mamá, pero el debate soberanista lo ha cambiado todo”, admite sin reparos Miquel Iceta, diputado socialista en el Parlamento catalán y presidente de la Fundación Rafael Campalans, el laboratorio de ideas de la organización que lidera Pere Navarro.

Los progenitores a los que alude son España y Cataluña, dos identidades que hasta ahora eran “compartidas y compartibles” por los votantes del PSC, un partido nacido en 1978 a partir de la fusión de todas las familias socialistas. Una de ellas fue la federación catalana del PSOE, que nunca ha concurrido con esas siglas a unas elecciones en Cataluña porque la marca socialista en esa comunidad se llama PSC.

Los socialistas reconocen que la polarización política afecta a los partidos con vocación transversal. Al PSC, incluso más que a CiU, porque la fuga de electores y la división interna se produce por los dos flancos. El catalanista, que desearía una actuación más decidida para no quedar al margen del soberanismo y el alma españolista, que rechaza el referéndum independentista que sí reclama el PSC pero al que se opone el PSOE.

Esa disparidad de criterios entre el socialismo catalán y el español se visualizó como nunca el pasado 26 de febrero en el Congreso, cuando los 14 diputados del PSC se desmarcaron del grupo parlamentario socialista. 13 votaron a favor de una moción para que celebrar una consulta legal sobre la independencia y la entonces diputada Carme Chacón no participó en la votación.

Izquierda Unida es el único partido de ámbito español que pide la consulta

Algo muy parecido a lo que estuvo a punto de ocurrir el pasado martes en el grupo parlamentario de CiU en el Congreso, en el que planeó la ruptura de la disciplina de voto entre convergentes y democristianos a la hora de votar una moción impulsada por Amaiur.

La situación política catalana obligó al PSOE a mover ficha el pasado mes de julio y aprobar la declaración de Granada, una propuesta de reforma federal de la Constitución, que el PSC considera solo un punto de partida.

También en Izquierda Unida se han renovado los planteamientos políticos a causa del soberanismo y hace unos meses se convirtió en la primera fuerza política de ámbito español que defiende la celebración de la consulta.

El último barómetro del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat refleja la extrema polarización que existe entre los socialistas catalanes. Un 54% de sus votantes están a favor de la consulta que defiende Artur Mas y un 41% se declaran contrarios. La encuesta lanza una señal de advertencia incluso al PP, con un 18% de votantes partidarios de poder votar sobre el futuro político de Cataluña. Con todo, el problema del PP catalán es la fuga de votantes hacia Ciutadans, una formación que no ha tenido responsabilidad de Gobierno, no se ha desgastado con la crisis ni ha sufrido escándalos de corrupción.

La presidenta regional del PP entiende que un escenario que no seduce a casi nadie en estos momentos es el de dejar las cosas como están. Por eso ha intentado, sin éxito hasta ahora, buscar una tercera vía basada en dotar a Cataluña de una financiación singular. El portazo de los barones del PP a esta opción ha debilitado a Sánchez-Camacho ante su electorado. Y de ahí que el proceso soberanista catalán tenga, de momento, dos grandes vencedores: ERC en un extremo y Ciutadans en el opuesto.

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