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Fabra se juega la credibilidad fuera y dentro del PP

El presidente inicia el curso político pendiente de los problemas financieros y la corrupción

Alberto Fabra en la primera reunión el pleno del Consell tras las vacaciones.
Alberto Fabra en la primera reunión el pleno del Consell tras las vacaciones.Tania Castro

El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, inicia esta semana un curso político que marcará un punto de inflexión en su carrera. Fabra, tras dos años al frente del Consell en los que ha tenido que gestionar la herencia que recibió de Francisco Camps, se juega ahora su propia credibilidad. Una cualidad que todos los políticos aspiran a conquistar y que pocos logran conservar.

Dos años después de asumir la presidencia del Consell y la dirección regional del PP, Fabra inicia esta semana su tercer curso político arropado por el Gobierno —medio gabinete liderado por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría— y la cúpula nacional del partido, con Dolores de Cospedal al frente, que acudirán a la escuela de verano que celebran los populares en Gandia.

A partir de ese momento, Fabra estará solo frente al espejo. Sin nadie a quien responsabilizar de sus fracasos o sus éxitos. "El PP de la Comunidad Valenciana solo tiene un capitán, que es Alberto Fabra, y el resto estamos para jugar donde nos toca", admite el consejero de Gobernación y secretario regional del partido, Serafín Castellano.

Moragues: “No se puede hablar de brotes verdes. Hay que ser prudentes”

Con esta premisa, Fabra tendrá que jugarse la credibilidad tanto dentro como fuera del partido. Fuera porque, con un Consell hecho a medida, una oposición con un poder institucional mínimo y Mariano Rajoy en La Moncloa, debe demostrar que es capaz de encarrilar la difícil situación financiera de la Generalitat y abordar el drama del desempleo. Y dentro, porque son demasiados quienes cuestionan en privado el liderazgo de Fabra en el PP, cuya decisión de apartar a los imputados de la primera línea política ha soliviantado a un buen número de cargos.

En el Gobierno valenciano son conscientes de la situación a la que se enfrenta el jefe del Consell. El consejero de Hacienda, Juan Carlos Moragues, admite, en contraste con las declaraciones oficiales del partido, que "no se puede hablar de brotes verdes". "Hay que ser muy prudentes", sentencia Moragues, que intenta no repetir errores como los de su predecesor, José Manuel Vela, que en septiembre de 2012 declaró: "Ya se empieza a ver el principio del final de la crisis. Los juicios que se hacen sobre la Comunidad Valenciana son injustos y desproporcionados".

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Hoy los indicadores referidos al sector exterior y al turismo son mejores que hace un año, fundamentalmente por la competitividad obtenida con la reducción de los salarios. Las exportaciones crecieron un 11,5% en el primer semestre respecto al mismo periodo del año anterior y el número de turistas de enero a julio fue un 8,8% superior al de 2012.

Además, las últimas cifras del paro, que según la encuesta de población activa se redujo en 3.100 personas en el segundo trimestre del año respecto al primero, hace pensar al Ejecutivo que ya se ha llegado al fondo, aunque la cifra de 724.000 desempleados siga siendo dramática.

Castellano: “El PP de la Comunidad Valenciana solo tiene un capitán”

En este contexto, Moragues se ha propuesto elaborar en las próximas semanas un presupuesto para 2014 que parta de cero. Es decir, dejando de lado recauchutado que arrastran las cuentas públicas desde hace años, con ingresos que nunca llegan y gastos inferiores a los reales para cuadrar el debe y el haber. Una tarea complicada que se enfrenta a la resistencia de los propios cargos de la Administración, a la necesidad de suprimir empleos y líneas presupuestarias cuyos beneficiarios están en la órbita ideológica del PP y al desgaste social que provocará la necesidad de realizar nuevos recortes, por un valor superior a los 1.000 millones de euros, para cumplir con los objetivos de déficit.

No es la única patata caliente. Las incógnitas sobre la viabilidad de Ràdio Televisió Valenciana tras la modificación del ERE —con cisma incluido entre Presidencia y la directora general del ente, Rosa Vidal—; la imposibilidad de continuar con grandes eventos como la fórmula 1 o problemas como la gestión de las basuras son cuestiones que Fabra tendrá que gestionar. "El presidente ya no puede limitarse a estar obsesionado con pagar las nóminas a final de mes. A los problemas hay que darles solución", admite un cargo del PP, que señala que Fabra también tendrá que ocuparse del partido.

Los dos años transcurridos al frente del PPCV no han servido para cuajar su liderazgo, lo que ha permitido a los presidentes provinciales consolidar sus respectivos espacios políticos y ha obligado a Fabra a buscar el apoyo de los alcaldes para intentar menguar la influencia de las direcciones provinciales del PP.

El problema es que la coyuntura económica es adversa y no puede prometer inversiones en los municipios, mientras que las diputaciones, afines a las direcciones provinciales, todavía disponen de un margen. Además, Fabra, lejos de remarcar los trazos principales de su perfil los ha difuminado.

El último cuatrimestre del año será especialmente duro en el ámbito judicial, ya que arrancarán —con el expresidente del PP provincial de Castellón Carlos Fabra— los juicios contra altos cargos populares implicados en casos de corrupción. Y no es descartable que el caso Nóos o las denuncias presentadas contra Castellano se traduzcan en nuevas imputaciones de cargos populares con escaño o cargo institucional. Y el presidente tendrá que demostrar que sus líneas rojas contra la corrupción no se han descolorido.

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