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Se vende droga en casa social

La Policía de Cádiz alerta del uso de pisos de titularidad pública para vender estupefacientes Internet y la colaboración de los vecinos son fundamentales para la localización del menudeo

Un agente de policía de la Udyco, en Cádiz.
Un agente de policía de la Udyco, en Cádiz.ROMÁN RÍOS

La cobra siempre ha sido el símbolo de la sección de pequeño tráfico de droga la Udyco de Cádiz, la unidad contra la delincuencia y el crimen organizado del Cuerpo Nacional de Policía. Pero apenas hace un año que su jefe lleva a todas partes como símbolo una cabeza de serpiente de metal. La encontró tras una intervención en el Cerro del Moro, uno de los barrios donde más actúa este grupo policial formado por solo cinco agentes. Son los que luchan contra el menudeo en las esquinas, contra el tráfico en bares y discotecas y el intercambio de sustancias en ferias y conciertos. También los que descubren con asombro que viviendas sociales son utilizadas como supermercados de hachís, cocaína y heroína. Son cinco pero muy activos. Siempre al acecho. “La cobra siempre muerde”. Es su lema.

El grupo de pequeño tráfico no suele llevarse grandes felicitaciones. No lucen como los enormes alijos de varias toneladas. El jefe, que guarda el nombre por confidencialidad, asume su trabajo discreto. “En la tele salen las grandes intervenciones pero cuando el vecino la apaga y se asoma a la ventana lo que ve es el pequeño traficante que vende en su calle y le hace la vida imposible. De nada sirve atajar los grandes tráficos si no controlamos lo que se vende en los barrios”.

El jefe de la brigada de la policía judicial, José Manuel Menacho, define a este grupo como el del “pim pam pum”. Están para resolver problemas. No pueden detenerse en largas investigaciones. Por eso, entre sus métodos, apenas hay intervenciones telefónicas. Se basan en las notificaciones de las patrullas y en el creciente respaldo vecinal que ha empezado a perder el miedo y está denunciando. Dos cosas han facilitado este cambio: las conferencias y charlas del grupo de Participación Ciudadana, que ha roto las barreras entre las asociaciones de vecinos y los colectivos sociales con la Udyco, y las facilidades que otorga Internet. El correo antidroga@policia.es cada vez recibe más mensajes. “Está resultando muy eficaz”, dice Menacho.

El jefe del grupo además de la cabeza de una cobra como mascota, tiene muchos lemas. “La cobra cuando pica, pica de verdad”. También le gusta decir que “el informante es sagrado”: se preserva su identidad para evitar represalias. Siempre van con pasamontañas en las operaciones policiales. “Para que los malos no nos reconozcan”, explica. En la oficina les espera un abultado papeleo; en la calle, largas esperas camuflados en un vehículo, aguardando el momento oportuno para demostrar que una esquina, en una calle o en una casa se está vendiendo droga. “No nos podemos adelantar ni llegar tarde. Hay expertos en deshacerse de papelinas en cuestión de segundos. Algunos las guardan en los anillos y al levantar las manos las tiran”, relata.

Ahora el grupo tiene más de 60 casos abiertos. Carpetas que pueden acumular meses pero que la sección nunca termina de cerrar hasta no capturar “a los malos”. Ya piensan en próximas operaciones. Su vista la tienen fijada en una conocida plaza del centro de Cádiz donde se trapichea sin tapujos. Acaban de detener a dos jóvenes que vendían entre los jardines de la Alameda y no hace mucho detuvieron a una conocida del Cerro del Moro, la Lolita. “Tenía un supermercado en el barrio. Vendía de todo. Cuando la encontramos estaba puesta hasta arriba. Ahora está en prisión. Creo que la hemos salvado de morir”. A su casa entraron con un ariete que reventó la puerta en plena madrugada. No es habitual pero forma parte de las intervenciones en que se teme que la droga y otras pruebas puedan ser destruidas.

Al jefe del grupo no le gusta que viviendas sociales del Ayuntamiento y la Junta sean usadas para traficar. Es algo que está ocurriendo. “Como no son suyas, nadie se las puede embargar pero en vez de usarse para lo que debían servir se están utilizando para delinquir. No debería permitirse”. Por eso los responsables policiales han iniciado conversaciones con ambas administraciones para buscar fórmulas con las que echar a los inquilinos de viviendas públicas que las utilicen para vender droga.

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A los Cobra se les ha visto este pasado fin de semana en un festival de música en Rota. “Hicimos más de 300 cacheos”, dice el jefe. Solo el grupo de pequeño tráfico levantó ese día más de 61 actas por tenencia de drogas. “Es como si pensaran que en España hay permisividad, como si no les pasara nada”. La tenencia de pequeñas cantidades para consumo propio no es delito pero sí acarrea una sanción administrativa con multas que pueden ir de los 300,52 a los 30.050,61 euros. Las charlas de los agentes de Participación Ciudadana también se han dirigido a turistas y extranjeros para hacerles llegar la normativa. “Hay varios perfiles: Están los que usan la droga con alegría; los que trafican para pagarse lo que consumen; los que lo hacen para subsistir; y los que quieren enriquecerse”. Para todos, ahí están los Cobra. Sin distinciones.

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