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“Vivir así es infrahumano”

Un matrimonio en paro y desahuciado con dos hijos a su cargo trata de salir adelante con 426 euros al mes

La familia, en el exterior de su casa.
La familia, en el exterior de su casa.Josep Lluis Sellart

La crisis ha llevado a la pobreza a centenares de familias. Una de ellas es el matrimonio formado por Guillermo Faro, de 48 años, y Montse Falcó, de 49. Con dos hijos de 17 y 21 a su cargo, intentan sobrevivir con una ayuda de 426 euros al mes, además de contribuciones de la Cruz Roja y Cáritas. La familia, tras ser presuntamente estafada, fue desahuciada en 2010 de su piso de Móra d’Ebre (Tarragona) por deber 1.200 euros de la hipoteca, según aseguran. Desde entonces, residen en una masía que no han podido acabar de construir en el campo, propiedad de la familia de ella. “Nunca pensé terminar así”, dice Montse.

De la fachada sobresalen ladrillos y ya en el interior una parte del hogar está sin embaldosar. Tampoco pueden permitirse comprar pintura para terminar las paredes, y la que consiguieron se cae por la humedad. Las puertas, recogidas del vertedero, están selladas con cinta de embalaje. También hay una estufa pequeña en el comedor porque tampoco han podido terminar de construir la chimenea… “Vivir así es infrahumano. Cuando llueve el agua se cuela en el comedor, en las habitaciones. Durante el invierno, dormí con mantas, dos nórdicos, bata encima del pijama, gorro y pañuelo en el cuello”, relata Montse. Aunque tiene titulación de cocinera, limpió casas durante mucho tiempo, casi siempre en negro. Sin embargo, lleva ya seis años sin encontrar trabajo y solo tiene cinco cotizados en la Seguridad Social. Su marido, que tenía una empresa de construcción, se encuentra sin empleo desde hace cuatro años. “Éramos sencillos, austeros, pero antes siempre tenía las despensas llenas, no nos faltaba de nada y un día al mes comíamos fuera de casa”, recuerda Montse.

"No puedo permitirme hacer una comida que cueste más de 3,5 euros para los cuatro", dice Montse

Pero todo se torció en 2007 tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. “Mi marido hizo tres obras para una empresa, Taexco, y no se las abonaron. Y también dejó de cubrir pagarés por valor de 79.000 euros. Ahí empezó el calvario”, dice Montse. El dinero provisionado en la empresa de Guillermo sirvió para pagar a sus trabajadores y suministros, pero no pudieron recuperar los importes perdidos, aunque fueron a reclamarlos en diversas ocasiones. La familia ya no podía hacer frente a los pagos de la hipoteca. “De la nada nos apareció una supuesta abogada llamada Silvia Pascual Mas, que tenía una agencia de recobro de morosos en Salou y nos ofreció iniciar un juicio contra Taexco”, afirma Montse; “nos agarramos a esa posibilidad de recuperar lo nuestro como un clavo ardiendo, le entregamos toda la documentación original, nos iba pidiendo provisiones de fondos, 7.000 euros en total, que se llevó cuando desapareció de un día para otro”. La han denunciado en dos ocasiones e incluso la han localizado a través de Internet en diferentes ciudades de España, sin éxito.

La familia, en el interior de su casa.
La familia, en el interior de su casa.JOSEP LLUÍS SELLART

Tras dejar de abonar diversas cuotas de la hipoteca, que sumaban 1.200 euros, en 2010 fueron desahuciados. “Catalunya Caixa subastó nuestro piso por 14.400 euros. El año pasado, me llamó una empleada del banco reclamando nuestra deuda, que según ella en solo dos años subió de 1.200 a 14.000 euros entre intereses y trámites. Me dijo: “Si ustedes no pueden pagarla la heredarán sus hijos. Y colgó”.

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Guillermo, sin trabajo, no cobra ninguna ayuda desde que se le terminó la Renta Activa de Inserción (RAI), que ha percibido en dos ocasiones diferentes. Acumula 19 años cotizados, los últimos como autónomo. Montse sí está cobrando la RAI, 426 euros al mes, pero se le termina en abril del año que viene. Sin este ingreso, no saben cómo van a sobrevivir. Su hijo hizo un módulo de fontanería pero tampoco tiene trabajo y su hija, que ocasionalmente trabajó de camarera por cinco euros la hora, estudia ahora un curso sobre el cuidado de disminuidos físicos. “Cuando cobro lo primero que hago es comprar alimentos, no puedo permitirme hacer una comida que cueste más de 3,5 euros para los cuatro”, dice Montse, que tiene declarada un 59% de minusvalía al acumular diversas enfermedades: soriasis, insuficiencia renal, fibromialgia, artritis y artrosis.

Cruz Roja les ha pagado dos recibos de la luz, cifrados en 80 euros, y dado otros 90 euros para la batería de un coche

Frente a tanta oscuridad, la familia acudió a la Cruz Roja para empezar a formar parte de un programa específico centrado en desahuciados. La entidad les facilitó paquetes de alimentación e higiene del hogar. También un lote de comida fresca, con carne y verdura, valorado en unos 70 euros. Además, la Cruz Roja les ha pagado dos recibos de la luz, cifrados en 80 euros. “Les pedí una batería para el coche porque estamos aislados y lo necesito a diario, al final me consiguieron 90 euros para comprarla”, cuenta Montse. Cada martes la familia también acude a Cáritas, donde reciben paquetes de pasta, tomate frito, leche o queso. “Allí últimamente estoy viendo cada vez a más a gente, que tampoco llega a final de mes”. En las afueras de la masía tienen dos cerdos, conejos, gallinas y han conseguido sacar adelante un pequeño huerto. “No somos unos abuelos, pero sabemos que ya no volveremos a trabajar, es muy complicado salir de este pozo, y si logramos la jubilación nos darán una miseria de pensión”, concluye Montse.

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