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Mas convocará una cumbre de partidos para fijar la consulta soberanista

El presidente catalán da por hecha una mayoría soberanista en el Parlament tras el 25-N

El presidente catalán, Artur Mas, en el inicio de la campaña.
El presidente catalán, Artur Mas, en el inicio de la campaña.EMILIO MORENATTI (AP)

La calculada ambigüedad que tantos réditos le ha dado a Convergència i Unió durante tres décadas juega en esta campaña catalana contra su candidato, Artur Mas. El presidente de la Generalitat debe convencer al electorado que esta vez no se echará para atrás si gana las elecciones el 25-N, y que convocará la consulta soberanista, su principal promesa electoral. Todo para vencer un argumento de los partidos independentistas: que Mas no es garantía de que se celebre el referéndum. Ya se echó atrás, apuntan, cuando el Parlament aprobó en 2005 un ambicioso Estatut y Mas, por aquel entonces líder de la oposición, rebajó el texto en una reunión con el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa.

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“La consulta soberanista se hará en un periodo máximo de cuatro años”, repite Mas en cuanto puede. Para convencer de su afirmación a los electores, este viernes dedicó el primer día de campaña a presentar su compromiso para impulsar el derecho a decidir; hoy se recreará en el concepto “Estado propio”, y el domingo dibujará la Cataluña ideal e independiente que proyecta para 2020. El primer tramo de campaña dedicado exclusivamente del debate soberanista, discurso que ha tapado cualquier autocrítica por los recortes.

La primera decisión que tomará Mas si es elegido presidente será convocar una cumbre con todos los partidos catalanes para tratar la consulta por la autodeterminación. Una propuesta abierta a las formaciones que defienden el referéndum pero también a aquellas que lo rechazan. Se trata, explicó Mas, de una “formalización solemne” de apertura del proceso soberanista. En paralelo, CiU presentará una propuesta en la primera sesión ordinaria de la legislatura para que el Parlament confirme la voluntad de convocar un referéndum expresada por la Cámara a finales de esta legislatura.

La proposición se basa en cinco puntos, ejes sobre los cuáles Mas quiere vestir sus argumentos para convencer de la necesidad de hacer una consulta: la democracia, haciendo bandera del “derecho a decidir”; la transparencia, detallando qué significa la apuesta por el Estado propio; el diálogo, comprometiéndose a negociar con el Estado y la Unión Europea; la legalidad, para dotarse de un mecanismo legal que permita la votación aunque el Estado la impida; y el europeísmo de Cataluña. Pese a las sucesivas declaraciones de las autoridades comunitarias en contra, el presidente catalán “no contempla” que la UE no acepte a una Cataluña independiente, por lo que no plantea un plan alternativo al que ya ha fijado. Mas incluso prevé una forma intermedia de estar en la UE: no tener silla en el consejo pero formar parte del euro y de la economía comunitaria. Aseguró que lo logrará por el “sentido común” de los europeos.

La propuesta que se presentará al Parlament huye de cualquier concreción. Evita apuntar qué preguntaría el Gobierno a los catalanes, aunque Mas ya ha dicho que apuesta por: “¿Desea que Cataluña sea un Estado propio dentro de la Unión Europea?”, pese a que esconda la negativa comunitaria a la secesión. La proposición no fija fecha: el presidente catalán quiere convocar el referéndum esta legislatura cuando más opciones tenga de ganarlo.

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Mas aseguró que tirará adelante con su consulta si en las elecciones hay una “mayoría sólida” soberanista, algo que da por hecho. Pero el presidente catalán sabe que, si logra la mayoría absoluta (necesita 68 escaños, seis más que ahora), será a costa de evitar una fuga de voto independentista. Por ello se esfuerza en remarcar que solo su liderazgo fuerte puede hacer que “el Estado se tome en serio” su apuesta por la consulta. “El presidente y el Gobierno necesitan una mayoría excepcional. Eso significa que pedimos voto prestado”, pidió Mas.

Según el Centro de Estudios de Opinión, la cifra de indecisos ronda el 40%, sumando los que no tienen claro qué votarán y los que dudan sobre si acudir a las urnas. Y la principal disyuntiva está entre CiU y ERC. De momento, la balanza se decanta por la federación (un 15% de los antiguos votantes republicanos se decantarían por Mas, frente a un 3% que haría el trasvase al revés). Para lograr superar los 68 diputados el 25-N, Mas seguirá ligando el proceso soberanista con su persona, como apuntó este viernes: “Empeño mi trayectoria política en ello”.

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